Por Marianne Comfort, miembro del Equipo de Justicia de la Misericordia
Muchos países publican directrices de nutrición para alentar a los residentes a comer una dieta saludable. Recientemente, algunas de esas directrices comenzaron a tener en cuenta la sostenibilidad.
En los Estados Unidos, por ejemplo, la icónica pirámide alimentaria promovida por el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos desde 1992 hasta 2005 recomendó de dos a tres porciones diarias de lácteos y de dos a tres porciones de otras proteínas. El cambio a MyPlate (MiPlato) proporcionó una visualización diferente, pero recomendó porciones similares de lácteos y proteínas. Fue criticada por ser influenciada por los grupos de presión de la industria alimentaria y la agricultura.
La Universidad de Harvard luego lanzó El Plato para Comer Saludable que recomienda agua sobre las bebidas lácteas; cereales integrales sobre otros almidones y «proteínas saludables» como pescado, aves, frijoles; y las nueces sobre la carne roja y la carne procesada.
Mientras tanto, las directrices nacionales en otros lugares están empezando a incluir prácticas de sostenibilidad. Un estudio publicado en diciembre de 2022 reveló que, de los 83 países evaluados, 37 incluían consideraciones de sostenibilidad ambiental; frente a solo cuatro países en 2016. Suecia fue el primero, recomendando que las personas evitaran el agua embotellada y comieran alimentos producidos localmente. Dinamarca recomienda «comer menos carne, elegir legumbres y pescado».
Un estudio anterior realizado por la Universidad de Oxford en 2020 descubrió que las directrices nutricionales en China, el Reino Unido y los Estados Unidos eran «incompatibles con los objetivos del cambio climático, el uso de la tierra, el agua dulce y el nitrógeno».
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