Ser Asociada o Asociado de la Misericordia

Somos Asociadas y Asociados de la Misericordia, mujeres y varones, que respondemos a la invitación del Evangelio de Jesús, y al ejemplo de Catalina McAuley, de servir a los hijos e hijas de Dios empobrecidos, enfermos o carentes de una educación, mediante las obras de Misericordia corporales y espirituales. Incorporamos estos valores en nuestra vida diaria y compartimos la misión única de la Misericordia en nuestros hogares, lugares de trabajo, iglesias y comunidades. Si bien tenemos una conexión con las Hermanas de la Misericordia, venimos de muchas tradiciones religiosas diferentes, pero respetamos y estamos a gusto con el simbolismo cristiano y la oración.

Participamos activamente en la vida de las Hermanas de la Misericordia y compartimos el carisma del Instituto. No hacemos votos (pobreza, castidad, obediencia y servicio) como lo hacen las Hermanas de la Misericordia. En cambio, hacemos un pacto (compromiso) para ser asociadas/os de las Hermanas de la Misericordia y compartir su vida espiritual y su compromiso de servicio a los demás y al mundo. Trabajamos para extender la presencia de la Misericordia a nuestras hermanas y hermanos a través de la oración, la solidaridad y proyectos de voluntariado.

Somos más de 3.000 asociadas y asociados en los Estados Unidos, Latinoamérica, el Caribe, Guam y las Filipinas. El proceso de asociación generalmente dura alrededor de un año; ocasionalmente nos reunimos con otras Asociadas/os y Hermanas de la Misericordia para orar, momentos de fraternidad, de apoyo, para aprender sobre la Asociación de la Misericordia y discernir si es lo adecuado para cada persona. Después de este período de mutuo discernimiento, una ceremonia de alianza marca el compromiso formal con la familia de la Misericordia.

Si desean obtener más información sobre cómo hacerse Asociada o Asociado de la Misericordia, ¡escríbannos hoy mismo!