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Abrazar la educación y el diálogo sobre LGBTQ+ con Misericordia

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Por la Hermana Eileen Campbell, directora de Nueva Pertenencia, Hermanas de la Misericordia

Esta historia es la segunda de una serie sobre el recorrido de las Hermanas de la Misericordia con la comunidad LGBTQ+

Desde que tengo uso de razón en cualquiera de mis ministerios, he conocido a personas LGBTQ+ alienadas y perjudicadas por nuestra Iglesia y sociedad. Han quedado profundamente traumatizadas, y no pueden ser quienes son sin ser juzgadas, alienadas y tratadas con crueldad. No hace falta decir que las personas que son fieles a lo que son como individuos LGBTQ+ no deberían ser objeto de este trato en ninguna parte de nuestra sociedad, y mucho menos en nuestra Iglesia, pero lo son y su dolor clama por la sanación.

Ante tanto dolor, me anima que las Hermanas de la Misericordia se hayan comprometido con la educación y el diálogo sobre la identidad de género y la orientación sexual. En una reunión internacional para fijar la dirección en 2017, proclamamos en una declaración formal que «las normas y sistemas sociales opresivos nos llaman en este momento a actuar…» Formamos un Comité de Orientación Sexual e Identidad de Género (OSIG) y empezamos a involucrar a las hermanas, Asociadas y Asociados de la Misericordia, Compañeras de la Misericordia y otras personas de la congregación.

Durante un tiempo, serví como presencia de escucha y di mi retroalimentación sobre lo que escuché en las reuniones de OSIG. Cuando una facilitadora se hizo cargo de mi función para que yo pudiera centrarme en mi ministerio con las nuevas miembros, me sumergí en todos los talleres o retiros de OSIG que mi agenda me permitía. Al fin y al cabo, si iba a pedir a las nuevas miembros que se comprometieran con la educación en materia de orientación sexual e identidad de género, yo también tenía que hacerlo.

En los años 90, mi conciencia sobre las luchas de las personas LGBTQ+ se agudizó. Yo estaba trabajando con mujeres y niños sin hogar y pronto me di cuenta de que hasta que no te haces amiga de personas que han experimentado la alienación a causa de su sexualidad y su género, sólo tienes conceptos intelectuales e información, no una comprensión sincera de sus necesidades y desafíos. Empecé a ir al Ministerio de Nuevos Caminos y a informarme sobre mis hermanos y hermanas LGBTQ+.

Estoy agradecida de que las Hermanas de la Misericordia nos estemos educando colectivamente sobre la orientación sexual y la identidad de género. Estamos llamadas a ser comprensivas, compasivas y receptivas.

Algunos de los materiales educativos que el comité de OSIG ha compartido con las hermanas y otros han sido información nueva para mí. Por ejemplo, nunca me había involucrado con una persona transgénero. Comprender las luchas de las personas transgénero y quiénes son como personas es algo que estoy empezando a aprender. Es un don.

El Grupo de Trabajo del Instituto sobre Orientación Sexual e Identidad de Género labora en tres vías paralelas: la educación continua, la profundización de la comprensión y la respuesta con Misericordia. Es imperativo que las hermanas de la Misericordia y otros actúen en apoyo de la comunidad LGBTQ+, para satisfacer las necesidades de esta comunidad, para ayudar a educar a nuestra comunidad eclesiástica. Tenemos que ser capaces de hacerlo. Gracias a OSIG, sé cómo actuar en mi ministerio, en la sociedad, sé cómo ser una defensora. Participar en este trabajo me da la educación, la comprensión y la capacidad de actuar. Porque eso es lo que hacen las Hermanas de la Misericordia: defender la dignidad innata de todo ser humano, independientemente de su género u orientación sexual.

Otra pieza importante para mí es que he llegado a conocer las historias de nuestras propias hermanas sobre sus luchas y deseos, incluidas las hermanas de la comunidad LGBTQ+. Puedo apoyarlas. Me inspiran. Eso ha sido un don, llegar a conocer a nuestras propias hermanas. Con suerte más hermanas serán libres de decir su verdad. Me conmueve su fidelidad, su valor y su determinación, no sólo por ellas mismas, sino también por otras personas de la sociedad que son ignoradas o juzgadas. Sin el seguimiento de la comisión de OSIG en materia de educación, no tendríamos un foro para ello.

Las Hermanas de la Misericordia creen que estamos llamadas «a la conversión continua» en el apoyo a los derechos otorgados por Dios a las personas de la comunidad LGBTQ+.

Tenemos que poseer la audacia, como hermanas, de comprometernos con lo que sea que esté bloqueando nuestro abrazo a las personas LGBTQ+. Necesitamos desafiar nuestras propias ideologías, ampliar nuestra comprensión y mantener el tipo de diálogo que nos abre a la transformación y que llama a nuestros líderes eclesiásticos a hacer lo mismo. Es un trabajo duro y podemos hacerlo. Podemos cambiar la ignorancia, evitar más daños y respetar la dignidad de cada persona. Podemos ser acogedoras y reverentes con cada persona.

Si nosotras, como Hermanas de la Misericordia, somos creyentes y hacedoras, juntas crearemos un camino, una dirección y un imperativo concreto para que, en nuestra próxima reunión internacional para fijar nuestra dirección en 2023, podamos proclamar con gracia: «Todo es posible con Dios».