Por Catherine Walsh, Escritora mayor
Para celebrar la Temporada de la Creación 2025 (1º de septiembre al 4 de octubre) y el 10º aniversario de Laudato Si’, la encíclica del papa Francisco sobre el medio ambiente, compartimos historias sobre los esfuerzos que se están realizando para cuidar la Tierra. Aquí destacamos un proyecto liderado por dos hermanas con el fin de recaudar fondos para construir un embalse en una aldea masái, y su viaje a Tanzania con feligreses del oeste de Pensilvania para visitar el lugar.
El pueblo masái ha vivido durante siglos en armonía con la naturaleza en Tanzania. Sin embargo, tanto la población como el frágil ecosistema se ven amenazados por el cambio climático, la sequía y el desarrollo, lo que ha convertido el agua en un bien escaso. En una aldea, los elefantes se habían apoderado de un abrevadero, ahuyentando a las mujeres y dificultando su recorrido de 16 kilómetros para recoger agua para sus familias.

Hermana Tina Geiger, RSM, y Hermana Marian Wehler, OSB, se enteraron del problema y se sintieron impulsadas a hacer algo al respecto.
El agua era, y sigue siendo, una parte fundamental del ministerio de justicia medioambiental. También lo son las necesidades de las mujeres marginadas y del frágil planeta. Las hermanas conocen bien Tanzania gracias a los años que Hermana Marian pasó enseñando en un seminario allí en la década de 1980 y a una visita que hicieron juntas al país hace unos años con motivo del 50º aniversario del seminario.
Como codirectoras del Ministerio Rural Católico en Oil City, Pensilvania, una antigua ciudad petrolera en las colinas Allegheny, llevan mucho tiempo promoviendo la encíclica Laudato Si’ del papa Francisco sobre el medio ambiente en las 16 parroquias y cuatro escuelas católicas a las que prestan servicio. Se alegraron cuando las Hermanas de la Misericordia anunciaron una campaña internacional (solo en inglés) por el agua potable y limpia en el Día Mundial del Agua, el 22 de marzo de 2023.
Poco después, recibieron una llamada telefónica de su amigo Saningo («San-IN-go») Milliary, que había trabajado con Hermana Marian en el seminario de Tanzania, pidiéndoles que les ayudaran a recaudar fondos para construir una nueva reserva de agua en su pueblo, lo que evitaría a las mujeres encuentros peligrosos con elefantes sedientos. También liberaría a los hombres, que ya no tendrían que acompañarlas y velar por su seguridad a costa de su propio trabajo de pastoreo y agricultura.
«Queríamos ayudar», dijo Hermana Tina, integrante de las Hermanas de la Misericordia de las Américas. «Parecía que estaba destinado a ser así, ya que queríamos responder más profundamente al «clamor de la Tierra» y al «clamor de los pobres», tal como nos exhorta a hacer Laudato Si’».

Hermana Marian, una Hermana Benedictina de Erie, pasó años en Tanzania, lo que le aportó un «profundo amor» por la Tierra y sus personas más marginadas. «Una vez que te das cuenta de que has tenido el privilegio de disfrutar de agua limpia, debes ayudar a que este recurso esté disponible para todas las personas».
Sus visitas escolares con motivo del Día de la Tierra en 2023 se centraron en la difícil situación de las mujeres masái y en la campaña de la Misericordia por el derecho al agua potable para todas las personas del mundo. Estudiantes entusiastas recaudaron 1.300 dólares para lo que se convirtió en el Proyecto del agua que da vida. Los feligreses adultos y otros simpatizantes ayudaron a la comunidad a recaudar más de 7.000 dólares en octubre.
Con esos fondos, la excavación de la nueva reserva de agua se puso en marcha rápidamente y la aldea masái dispuso de agua a finales de 2023.

Experimentando Tanzania
Conmovidas por la apasionada respuesta al proyecto hídrico, Hermanas Marian y Tina tuvieron una idea: ¿por qué no llevar a los feligreses a Tanzania para que vieran el proyecto que habían ayudado a poner en marcha y conocieran al pueblo masái que había obtenido beneficios de él? Sus participantes podrían entonces compartir sus experiencias y la cultura con otras personas. Hermana Tina llamó al programa «misioneros en formación» o M.I.T. (son sus siglas en inglés). Los anuncios en los boletines de la iglesia ayudaron a generar interés en el viaje de inmersión que tuvo lugar del 8 al 23 de noviembre de 2024.
Entre sus nueve participantes laicos se encontraba Madison Weaver, a quien le encantaban las presentaciones del Día de la Tierra que daban las hermanas cuando ella estaba en la escuela primaria, y que luego obtuvo un título en salud pública y soñaba con trabajar en África. Otra era Barbara Feroz, socióloga y abuela que en algún momento pensó que su vocación era la vida de una hermana misionera en África.

Mientras se preparaban para su viaje, aprendieron sobre Agua por las Mujeres (WBW son sus siglas en inglés), una organización sin ánimo de lucro con sede en Kentucky fundada por Hermana Ursulina Larraine Lauter, que ha formado a mujeres de casi 50 países en el uso de filtros de agua que salvan vidas. (Casi 1.000 infantes siguen muriendo cada día como consecuencia de beber agua sucia). El grupo recaudó fondos para comprar filtros de agua para llevar a Tanzania y Madison supo cómo utilizarlos y cómo enseñar a otras personas a hacerlo.
Con Saningo como intérprete y guía, el pueblo masái, ataviado con coloridos trajes, dio la bienvenida a este grupo de visitantes estadounidenses con canciones, bailes, regalos y oraciones.
Los sacerdotes y un obispo auxiliar que en su día fueron estudiantes de Hermana Marian se unieron a las hermanas locales para ofrecer hospitalidad y banquetes de comida africana a sus invitados. Experimentaron emotivas visitas a una escuela que permite a las niñas masái evitar el matrimonio infantil, y a un programa para la infancia huérfana y abandonada. También recorrieron pequeñas aldeas y visitaron los Parques Nacionales del Serengueti y Tarangire, donde contemplaron con asombro el florecimiento en su hábitat natural de elefantes, cebras y otros animales salvajes.
Pero lo más destacado de la visita fue ver la nueva reserva de agua y enseñar a 20 mujeres del pueblo a utilizar los filtros de agua, y ver cómo aplaudían con alegría al ver cómo el agua sucia se convertía en agua limpia.
«Reciprocidad y encuentro»
Desde su regreso de Tanzania, Hermanas Tina y Marian, junto con Barbara Feroz, han realizado presentaciones sobre el viaje a varias comunidades del Decanato de Oil City en cinco condados, mientras que el resto de participantes están compartiendo sus experiencias de otras maneras. El grupo se mantiene en contacto y hasta ahora ha celebrado dos reuniones, con otra más en preparación.
«Regresamos con más conciencia de lo que la mayoría de la gente en el mundo carece y necesita», reflexionó Hermana Marian. «Regresamos con más gratitud por el regalo del agua que nuestro Creador ha dado en abundancia para todas las personas».
Sonriendo, ella añadió: «También agradecemos a los elefantes, que son una parte importante del ecosistema de Tanzania y que, sin quererlo, se convirtieron en la causa de nuestro viaje misionero que cambió nuestras vidas».
Para Hermana Tina, el proyecto hidráulico y el viaje a Tanzania tienen que ver con la reciprocidad y el encuentro, una parte fundamental del compromiso de las Hermanas de la Misericordia de profundizar las relaciones «en un espíritu de Encuentro y abrazar nuestra identidad como comunidad intercultural e internacional».
«Estas experiencias en Tanzania me recuerdan una vez más que se nos llama a ser corresponsables de la Tierra y de las personas que nos rodean, especialmente de la gente más vulnerable a nuestro alrededor. Por eso estoy profundamente agradecida».
Como diría el pueblo de Tanzania, en swahili, Asante sana, Mungu! (¡Gracias infinitas, Dios!)