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Sosteniendo a la Misericordia con hierbas, velas y jabones en Filipinas 

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H

  
Por Catherine Walsh, Escritora Mayor    

Si Jesús quisiera empoderar a 12 apóstoles femeninas en Filipinas, no tendría que buscar más allá de una docena de mujeres que trabajan en la Clínica Herbal McAuley de Lala (Mindanao), situada en una de las regiones más pobres del país.  

Al fabricar y vender hierbas medicinales, jabones y velas en colaboración con las Hermanas de la Misericordia, las mujeres contribuyen al bienestar de sus comunidades y ganan dinero para educar a sus hijos y mejorar la vida de sus familias.  

En la clínica, las mujeres se ayudan unas a otras siguiendo el espíritu de Catalina McAuley. Hermana Hilda Jiménez, fundadora de la clínica, a la izquierda (de verde). Divina Rosalejos, coordinadora de la clínica, es la segunda desde la derecha (con pantalones estampados).  

Y todo esto es posible, dicen, gracias a Hermana Hilda Jiménez, una mujer muy energética que fundó la clínica hace 35 años.    

«Estoy muy agradecida a Hermana Hilda», dice Divina Rosalejos, que dejó la escuela después del sexto grado. «Antes me avergonzaba porque era muy pobre. Pero ella ha cambiado mi vida».    

Divina, que ahora es abuela, se sorprendió cuando la monja le pidió que supervisara la clínica durante la pandemia. «Le dije: “Hermana, ¿cómo voy a dirigir la clínica? Sólo tengo seis años de escuela”», recuerda Divina.  

Pero Hermana Hilda le aseguró que las Hermanas de la Misericordia desarrollaban líderes según sus habilidades, no según su escolaridad. Además, no podía abandonar el convento.  

Hermana Hilda recuerda con una risita: «Aunque Divina era tímida al principio, poco a poco se hizo cargo de la Clínica Herbal McAuley por su bondad y sus capacidades como líder».  

Magdalena Maasin habla desde el corazón y comparte cómo la clínica les ha permitido a ella y a su hija Judith (sentada) construir una vida llena de esperanza. 

Divina sigue ejerciendo como coordinadora de la clínica, asegurándose de que sus pacientes reciban la atención que necesitan. «Sus informes sobre sus pacientes son muy detallados», dice Hermana Hilda con aprobación.  

Hermana Hilda entró a la vida religiosa hace más de 60 años, poco después de que algunas Hermanas de la Misericordia de Búfalo, Nueva York, abrieran un convento en Mindanao en 1957. De joven vivió y enseñó en Búfalo. A su regreso a Filipinas, siguió ejerciendo como docente y llegó a ser directora del Colegio Juvenil de la Misericordia, un centro de enseñanza preescolar y secundaria en Mindanao, cargo que ha desempeñado durante más de 30 años. Tras la trágica muerte de una hermana a la que estaba muy unida, Hermana Hilda buscó un ministerio adicional que la pusiera en contacto con personas muy necesitadas.   

La gente de la zona trabaja sobre todo como agricultores de arroz que labran tierras que no son de su propiedad, o como «pescadores» que buscan cangrejos y otros animales marinos. La violencia y el consumo de drogas son habituales. «Yo quería estar con la gente pobre, así que fui de un barrio a otro organizando un programa de alimentación familiar que enseñara a las madres a alimentarse bien, a criar a sus hijos y a lidiar con un marido que las maltrataba o era un borracho», cuenta Hermana Hilda.    

Trabajó con Hermana Rose Palacio (fallecida en 2022), una anestesista estadounidense que fundó el Hospital Comunitario de la Misericordia en Iligan City y una Clínica Móvil de la Misericordia, para poner en marcha la Clínica Herbal McAuley en 1989. Su objetivo era ayudar a la gente a cubrir sus propias necesidades médicas cuando la medicina occidental no estaba disponible o era demasiado cara. En la actualidad, Hermana Josefina de Guzmán es médica de plantilla del hospital y de la clínica móvil.  

Poner a la clínica el nombre de la fundadora de las Hermanas de la Misericordia, Catalina McAuley tenía sentido, dice Hermana Hilda, al igual que nombrar a 12 mujeres para que representaran a cada uno de los barrios circundantes. «Les digo a las mujeres que la Madre McAuley se dedicaba a que las mujeres se ayudaran unas a otras en los barrios marginales de Dublín, Irlanda, del siglo XIX».  

Hierbas locales curan la tos, la fiebre, las erupciones cutáneas y otras dolencias.  

El objetivo de la clínica es ayudar a la gente «a ser autosuficiente, a elevarse a través de la medicina herbal, que es más barata que la medicina occidental y más preventiva», afirma.  

Sus pacientes también tienen acceso a la medicina occidental cuando la Clínica Móvil de la Misericordia acude una vez al mes a la Clínica Herbal. Las mujeres que trabajan en la clínica preparan la comida para más de 160 pacientes, entre ellos bastantes infantes, que acuden a la clínica móvil, y ayudan a Hermanas Hilda y Josefina a tomar la presión sanguínea y atender otras necesidades de sus pacientes.  

Linda Bascar, una presencia vibrante, fabrica velas y da masajes curativos a pacientes.  

Las mujeres de la clínica herbal fabrican también otros productos populares, como el jabón que utiliza el Hospital Comunitario de la Misericordia para lavar la ropa. Y estudiantes y personal del Colegio Juvenil de la Misericordia compran el jabón a granel cada Navidad para dárselo a 400 reclusos de una prisión masculina. Las velas fabricadas en la clínica son especialmente populares en mayo, cuando la gente de los barrios las utiliza para celebrar la fiesta de las Flores de Mayo en honor de la Virgen María.  

Hermana Hilda dice que las mujeres que trabajan en la clínica «bendicen mi vida y me mantienen sencilla y humilde. Me enseñan a ser pobre». Han llegado a ser como las primeras Hermanas de la Misericordia que difundieron las enseñanzas de Catalina McAuley más allá de Irlanda.    

«Les digo: “Ustedes son Hermanas de la Misericordia en acción. Así deberían presentarse a todas las personas que conozcan”».  

Nota de la Editora: La autora visitó la Clínica Herbal McAuley en junio de 2023 con una delegación del Instituto de las Hermanas de la Misericordia de las Américas: Hermana Virgencita «Jenjen» Alegado, Enlace con el Instituto para Filipinas; Hermana Eileen Campbell, directora de Nueva Pertenencia del Instituto; Hermana Julie Matthews, Enlace con el Instituto para el Caribe, Centroamérica y Sudamérica; y Hermana Anne Marie Miller, entonces integrante del Equipo de Liderazgo del Instituto.