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Servicio de Urgencias de la Misericordia responde «heroicamente» al huracán Helene

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Por Catherine Walsh

Cuando el huracán Helene arrasó el oeste de Carolina del Norte el viernes, 27 de septiembre, las lluvias torrenciales y el viento destructivo provocaron deslizamientos de tierra e inundaciones repentinas que asolaron comunidades de montaña y causaron decenas de muertos y muchas personas heridas. El Servicio de Urgencias de la Misericordia (solo en inglés), un ministerio patrocinado, fue una de las primeras organizaciones de atención médica en responder, reabriendo cada una de sus ocho clínicas lo antes posible.   

El equipo del Servicio de Urgencias de la Misericordia en la clínica de Waynesville, el primer centro abierto tras el huracán. Rachel Sossoman, directora general, es la quinta desde la izquierda, con un gorro. 

Hermana Peggy Verstege, que vive en la zona duramente golpeada justo al norte de Asheville y sirve como asesora de eficacia de la misión del Servicio de Urgencias de la Misericordia, dijo que la respuesta del personal de la organización ha sido nada menos que «heroica». En una conversación mantenida por Zoom la semana pasada, agradeció personalmente a la presidenta y directora mayor de la organización, Rachel Sossoman, su liderazgo en la crisis.  

Hermana Lillian Jordan, integrante de la Directiva del Servicio de Urgencias de la Misericordia con sede en Belmont, también dio las gracias a Rachel en la llamada. «Usted y su equipo se han portado de maravilla manteniéndonos al tanto de lo que ocurre. Estoy profundamente conmovida por su compromiso con la Misericordia». 

En cuanto se restableció el suministro eléctrico, todas las clínicas abrieron sus puertas, aunque carecían de agua potable y necesitaban baños portátiles.  

«La gente de la comunidad confía en nuestras manos, y sabíamos que teníamos que abrir nuestras puertas lo antes posible», dijo Rachel. Conmocionada por la ferocidad de la tormenta y aturdida por su destrucción, continuó: «Parecía un apocalipsis». 

La entrada posterior a la clínica East Asheville del Servicio de Urgencias de la Misericordia.

Ella envió un mensaje de texto a su personal — unas 140 personas — y se sintió aliviada al saber que estaban a salvo. Su insistencia en volver al trabajo inmediatamente, a pesar de sus propias pérdidas, la conmovió. «Una mujer, que perdió su casa y su coche, dijo: “Quiero estar aquí. Quiero servir”. Ese es el nivel de dedicación y compromiso que tenemos en este equipo». 

El Servicio de Urgencias de la Misericordia atiende a unas 80.000 personas al año en varios condados rurales, entre ellos el de Buncombe, que fue la zona más afectada por el huracán Helene. «Para poner esa cifra en perspectiva, la ciudad de Asheville tiene algo más de 90.000 habitantes». 

El Servicio de Urgencias de la Misericordia también está cuidando de su personal, pagando los días perdidos por la tormenta y ofreciendo agua y comida cuando es posible, según Rachel. Colegas con refugio y agua les han ofrecido generosamente a quienes carecen de ellos. 

Rachel, que se unió al Servicio de Urgencias de la Misericordia en 2015, ha dirigido la organización desde 2021. «Siento una gratitud abrumadora por ser parte de las Hermanas de la Misericordia durante este doloroso momento», dijo. «Como Ministerio auspiciado, sabemos lo que representamos, y eso es cuidar a pacientes y personal en todo lo que podamos en esta crisis». 

Esther E. Manheimer, alcaldesa de Asheville, envió recientemente una nota personal de agradecimiento al Servicio de Urgencias de la Misericordia por abrir sus puertas con tanta rapidez tras el huracán. 

Las Hermanas de la Misericordia llevan sirviendo en el oeste de Carolina del Norte desde 1900, cuando llegaron a la comunidad montañosa para enseñar, pero descubrieron un asilo de tuberculosis cuyos pacientes no tenían a nadie que les atendiera. «Las hermanas se arremangaron y dijeron: “Supongo que nos convertiremos en enfermeras”», cuenta Peggy, que el verano pasado cumplió su 40° aniversario de atención pastoral en la región. Sus ministerios incluyen temas de justicia para inmigrantes y otras personas que sufren pobreza en la región, sirviendo como integrante de la Directiva de la Fundación MISERICORDIA Catalina McAuley y como voluntaria en Jamaica. 

Antes de que las hermanas vendieran el Hospital San José de Asheville tras casi un siglo de atención, Hermana Veronica Schumacher (que falleció en 1999), la administradora, vio la necesidad de una atención sanitaria basada en la comunidad, especialmente para las personas pobres.  

«Ella fue una visionaria que supo que debía haber otra forma de ofrecer atención médica que no fuera el servicio de urgencias. Ella y un grupo de médicos abrieron algunos de los primeros centros de atención urgente del país», dice Peggy, que conoció a Veronica. Eso fue en 1985. Desde entonces, el Servicio de Urgencias de la Misericordia ha ofrecido asistencia sanitaria a personas de todos los orígenes, independientemente de su capacidad de pago.  

«Ahora mismo, no estamos cobrando a la gente que no tiene dinero, aunque estemos funcionando con pérdidas», dice Rachel. «Debemos ver a quienes nos necesitan y confiar en que encontraremos la forma de que nuestra organización vuelva a estar económicamente recuperada mientras hacemos lo correcto. Así somos como organización de la Misericordia. Corremos hacia el peligro, no huimos de él, como hicieron las Hermanas de la Misericordia cuando llegaron a Asheville en 1900 y atendieron a pacientes con tuberculosis». 

Tal dedicación es una inspiración, dijo Lillian, que ha servido durante décadas en Kentucky, Virginia Occidental y Carolina del Norte, donde es administradora del Convento del Sagrado Corazón. «Me conmueve que para Rachel y su personal, trabajar en el Servicio de Urgencias de la Misericordia no sea sólo un trabajo, sino también una vida de servicio. Se trata de llevar la Misericordia a las personas más necesitadas, especialmente en tiempos de crisis como el huracán Helene».