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Por Hermana Michelle Gorman

¿Por qué debemos prestar atención a la fiesta de Santa Brígida, santa patrona de Irlanda al lado de Patricio y Columba? Sabemos muy poco o nada de su vida. Hija de una esclava cristiana y un jefe pagano, se dice que nació hacia el 450 d.C., al norte de Irlanda, en la provincia de Leinster. Pero no fue hasta el 650 d.C. cuando se conoce algo sobre ella con los escritos de un eclesiástico llamado Cogitosus quien relató abundantemente sus supuestos milagros, tales como la interrupción de un embarazo no deseado, la doma de animales, el desplazamiento de un río e incluso, tras su muerte, la consecución de los materiales necesarios para su nuevo y magnífico santuario de Kildare (por nombrar sólo algunos). Uno de sus milagros más conocidos se refiere a la petición que hizo al rey de Leinster de un terreno para construir un convento. Como no quería otorgárselo, el rey le respondió que le daría tanto como cubriera su manto. Fue así como cuatro de sus hermanas cogieron el manto y se movieron con él en cuatro direcciones, extendiéndolo a todo el territorio del soberano. Arrepentido de su mezquindad, negoció con ella una parcela decente. 

Sean cuales sean los hechos sobre la vida de Brígida, su espíritu ha permanecido en la psique irlandesa, a pesar del jansenismo, el patriarcado, la misoginia y el dominio de San Patricio, y su festividad siempre se había venido celebrando discretamente el 1 de febrero. Sin embargo, en 2022, tras una campaña de tres años de la organización feminista Herstory, el gobierno irlandés declaró el 1 de febrero fiesta nacional en su honor. Resulta interesante que la santa sea honrada por la sociedad laica y simplemente reciba el título de «virgen» en el calendario católico, ¡mientras que la fiesta de San Patricio es una solemnidad (obispo)! Tal vez la Iglesia quiso distanciarse de la leyenda del siglo IX según la cual Brígida fue ordenada obispa accidentalmente por San Mel, quien, al imponerle el velo religioso, estaba «tan embriagado por la gracia de Dios» que leyó sobre ella las oraciones equivocadas. A menudo se la representa con un báculo, y algunos sostienen que el báculo también se utilizaba para indicar el liderazgo pastoral de una abadesa, y que ella no era obispa (Enciclopedia Católica).  

La Enciclopedia Católica afirma que Brígida fundó una comunidad monástica en Kildare. En realidad, se trataba de un monasterio doble de monjes y monjas, con Brígida a la cabeza de ambos. Este monasterio se convirtió en centro de peregrinación tras su muerte el 1 de febrero de 525. ¿O es que la Iglesia cristianizó a la diosa pagana Brígida, quien era festejada durante el Imbolc (el 1 de febrero), festividad de tradición celta que tiene lugar más o menos a medio camino entre el solsticio de invierno y el equinoccio de primavera, celebrando el comienzo de la primavera y la noción de renacimiento? La diosa pagana Brígida era evocada en las bendiciones de fertilidad y tutelaba la poesía, la artesanía y la profecía. Se decía que había nacido con una llama en la cabeza y que bebía la leche de una vaca mística del mundo de los espíritus. Así, Brígida se asocia también con el fuego y la leche. 

Tanto si nos referimos a la diosa pagana como a la santa cristiana, la cruz de Santa Brígida sigue siendo un símbolo espiritual para cristianos y paganos. Tradicionalmente hecha de juncos (una planta de pantano con tallos huecos y cilíndricos), también puede hacerse de paja. Las cruces suelen ser bendecidas por un sacerdote y colgadas por toda la casa como protección contra diversos peligros. El Brideog es un símbolo menos conocido hoy en día; un muñeco de maíz decorado con cintas, conchas o piedras. Se preparaba una cama para el Brideog, símbolo de hospitalidad, y las jóvenes se quedaban despiertas toda la noche del 31 de enero para dar la bienvenida a la fiesta de Santa Brígida. El 1 de febrero, las niñas llevaban el Brideog de casa en casa en honor de la santa. También se creía que Brígida recorría la tierra en la víspera de Imbolc y la gente dejaba fuera una prenda o una tira de tela para que ella la bendijera a su paso. Se consideraba que estos paños tenían poderes curativos y protectores. 

La curación y la protección de los vulnerables fueron también los valores de Catalina McAuley. Uno se pregunta cómo se habrían llevado ella y Brígida, ambas valientes con los poderosos y compasivas con los necesitados. Catalina consideraba una alegría que todas las hermanas se encontraran en el cielo. Un poema del siglo X dice que Brígida quería compartir un «lago de cerveza» con Dios en el cielo.  

Me gustaría darle un lago de cerveza a Dios.
Me encantaría que la Hueste Celestial 
bebiera allí 
Por toda la eternidad…


Me sentaría con los hombres,
las mujeres de Dios  
Allí junto al lago de cerveza  
Brindaríamos a la salud para siempre  
Y cada gota sería una oración. 

¡Qué imagen tan maravillosa! Mientras tanto, sigamos haciendo las buenas obras de Catalina y Brígida, y esperemos con ilusión ese reencuentro celestial en torno al lago de cerveza… ¡o de nuestra bebida favorita! Santa Brígida, «María de los Gaélicos» y matrona de Irlanda, ruega por nosotros.