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Hermanas que prestaron servicio a las naciones Passamaquoddy y Penobscot celebraron el Día de los Pueblos Indígenas

The Indigenous Peoples’ Day celebration poster.
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Por Catherine Walsh

El pasado 11 de octubre las Hermanas de la Misericordia de Portland, Maine con una larga historia de servicio a las Naciones Passamaquoddy y Penobscot, celebraron en comunidad el Día de los Pueblos Indígenas.

Asistieron a la reunión dieciséis hermanas, incluidas siete de las nueve que sirvieron en las reservas. Hermana Ellen Turner, quien fue la encargada de tomar las fotos del evento y que convivió con los Passamaquoddy durante once años como maestra y directora, dice del evento: «Nos dio la oportunidad de recordar lo mucho que disfrutamos nuestro tiempo con los pueblos indígenas».

Hermanas de la Misericordia que hicieron su apostolado entre los nativos de Maine: (sentadas) Priscilla Murray y Janet Campbell, y (de pie) Maureen Wallace, Patricia Mooney, Margaret Coyne, Ellen Turner y Carol LaChance. No están presentes: Hermanas Francis Clare Huard y Annemarie Kiah.

Las Hermanas de la Misericordia empezaron su apostolado con los indígenas de Maine en 1878 cuando Frances Warde, con el objetivo de abrir una misión, llegó viajando en canoa a Indian Island, hogar de los Penobscots. Desde entonces, docenas de hermanas han servido a los nativos del estado como educadoras, enfermeras y agentes de pastoral, entre ellas la Hermana Carol LeTourneau, que lleva 44 años trabajando con los Passamaquoddy en Indian Township. A lo largo de los años, muchos miembros de las reservas han bautizado a sus hijos con los nombres de las hermanas, especialmente de las hermanas enfermeras.

Celebrar una fiesta del Día de los Pueblos Indígenas es algo natural para nosotras, dice la Hermana Maureen Wallace, que fue maestra y directora de la escuela Passamaquoddy durante 31 años. Señala que los pueblos nativos de Maine llevan mucho tiempo celebrando el «Día del Indio» que coincide con la festividad del Día de la Raza o cerca de ella. Este año, el presidente Joe Biden cambió el nombre por el de Día de los Pueblos Indígenas.

«Nos encantaba participar en las celebraciones del Día del Indio y pensamos que sería divertido celebrar nuestra propia fiesta», dice la Hermana Maureen. Así fue como ella, junto con Hermana Carol LaChance, quien realizó su ministerio con los Passamaquoddy durante diez años, y la Hermana Mary Fasulo, organizaron el acto en la Residencia de Santa Catalina.

Un video de El Padrenuestro en la lengua Passamaquoddy maliseet abrió el encuentro seguido por un video de los tambores de los Wabanaki Singers de Maine.

El festín está listo.

«Tuve la oportunidad de expresar a las hermanas lo mucho que significa para mí el toque del tambor porque, cuando lo escucho, oigo el corazón de la nación», continúa la Hermana Maureen, con la voz cargada de emoción. También contó a las asistentes que cuando su madre, que visitaba con frecuencia la reserva, falleció en 1999, varios miembros de la tribu Passamaquoddy recorrieron más de 300 kilómetros para asistir al funeral, donde tocaron el tambor y cantaron una canción en su honor.

El ambiente de la fiesta fue mayormente suave: las hermanas disfrutaron de delicias Passamaquoddy como la sopa de maíz, el pan Tomasis (hecho con harina, sal, azúcar y agua) y el pastel de melaza, y de opciones americanas como el chop suey. Por otra parte, Hermana Miriam Therese Callnan fue la ganadora de un atrapasueños en la rifa que realizaron.

Hermana Pat Mooney, que fue maestra en la comunidad Penobscot de 1973 a 1976, llevó a la fiesta un collar de cuentas elaborado por ella con ayuda de maestros nativos. «Fui feliz cada segundo de esos años, –dice–. El amor del pueblo indio por las hermanas siempre estará conmigo».

Sopa de maíz y frijoles para la fiesta.

Ver la cálida reacción en Facebook de los amigos y amigas Passamaquoddy a la reseña de la fiesta fue gratificante, subraya la Hermana Ellen. Una de sus antiguas alumnas de cuarto curso –ahora abuela– fue la primera en responder a las fotografías del evento preguntando «¿Quién cocinó? ¡Parece delicioso!», rematando su comentario con un corazón.

Otra mujer –amiga cercana de las hermanas y que fue quien les suministró las recetas de su abuela– escribió este sencillo mensaje: «Gracias por su servicio».