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Por la Hermana Sarita Vasquez


¡Oh, Dios, cómo impregnas nuestra humanidad!
Tu Ser se encuentra entretejido
en nuestra médula misma
y, aunque seamos vulnerables,
de qué manera esos hilos tocan
en lo más profundo de nuestro ser
una música que no nos pertenece.

Esta melodía nos llama
a abandonar los lugares conocidos
y los parajes seguros
por las verdes praderas, más allá de los valles oscuros.

¿Debería ir yo?