La pena de muerte es inadmisible
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Por la Hermana Karen M. Donahue
El 13 de enero, desperté con la noticia de que Lisa Montgomery había sido ejecutada justo horas antes en Terre Haute, Indiana. Mi corazón se desmoronó. A inicios de la semana, mientras laboraba en una alerta de acción solicitando al Congreso la derogación de la pena de muerte del gobierno federal, me enteré que un tribunal federal de apelaciones había emitido una suspensión de la ejecución en este caso. Un día después, sin embargo, vi que el Gobierno de Trump había apelado a la Corte Suprema para anular la suspensión.
Dada las circunstancias de este caso —de que la vida de Lisa había sido un largo suplicio de agresión sexual y tortura, y de que el gobierno federal no había ejecutado a una mujer en casi 70 años— estuve conmocionada de que la Corte Suprema preparara el camino para que esta muerte sancionada por el estado procediera con precipitada velocidad. La Corte Suprema emitió su decisión a medianoche, y Lisa fue ejecutada por inyección letal después de una hora y media. Como ocurre con la mayoría de las ejecuciones, ésta se llevó a cabo en plena noche.
Lisa fue la undécima reclusa de una prisión federal condenada a muerte que fue ejecutada bajo el mandato del ex presidente Trump, cuyo gobierno reinstauró la pena capital después de 17 años.
Lo que me parece especialmente desalentador de este caso es que cinco de los seis jueces de la Corte Suprema que dieron luz verde a esta ejecución son católicos. La oposición incondicional a la pena de muerte es ahora parte de la Doctrina Social Católica. En 2018, el Papa Francisco ordenó que se modificara la sección sobre la pena de muerte en el Catecismo de la Iglesia Católica para que exprese lo siguiente:
Hoy está cada vez más viva la conciencia de que la dignidad de la persona no se pierde ni siquiera después de haber cometido crímenes muy graves. …Por lo tanto, la Iglesia enseña, a la luz del Evangelio, que «la pena de muerte es inadmisible, porque atenta contra la inviolabilidad y la dignidad de la persona» y se compromete con determinación a su abolición en todo el mundo. Catecismo de la Iglesia Católica, #2267 (2 de agosto de 2018)
Probablemente sea acertado decir que muchos católicos desconocen lo que la Iglesia enseña sobre la pena de muerte. Lo mismo se puede decir acerca de la enseñanza de la Iglesia sobre la justicia económica, la guerra y la paz, la inmigración y el cuidado de la creación. Sin embargo, la enseñanza de la Iglesia sobre el aborto, la anticoncepción y los temas LGBTQ se promulgan con vigor y la mayoría de los católicos tienen una clara comprensión, incluso si están en desacuerdo con dichas enseñanzas.
Si tan solo pudiéramos ver esta misma pasión en torno a la oposición a la pena de muerte.