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Nuestra Señora de Guadalupe y la conexión con la Misericordia

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Introducción

Por la Hermana Maria Luisa Vera

Mientras me preparaba para escribir una reflexión breve sobre Nuestra Señora de Guadalupe y la conexión con la Misericordia el 12 de diciembre, recordé que entre mis archivos tenía una reflexión del mismo tema ya escrita, en noviembre de 1990, por la Hermana Mary Hermenia Muldrey. La Hermana Hermenia era natural de Nueva Orleans, Luisiana, y fue Hermana de la Misericordia por 63 años. Fue maestra, bibliotecaria, investigadora y escritora. Sé que la Hermana Hermenia también escribió This Is the Day (Este es el día), una historia de las Hermanas de la Misericordia en Nueva Orleans y el Golfo Sur y Abounding in Mercy (Abundancia en la Misericordia), la historia de la Madre Austin Carroll. Falleció el 11 de octubre de 2010.

Hace treinta y un años, la Hermana Mary Hermenia me envió una reflexión titulada, «Catherine McAuley’s Mercies from Ireland and the Piadosa Madre of the Americas» (Hermanas de la Misericordia de Catalina McAuley de Irlanda y la Piadosa Madre de las Américas). Si bien nunca lo mencionó, estoy convencida que ella deseaba que yo hiciera algo con eso, quizás incluso publicarla. Lamentablemente, nunca lo intenté hasta hoy. Una reflexión mía no podría poner de manifiesto lo que nos ofrece Hermana Hermenia.

En su nombre, entonces, y más vale tarde que nunca, les brindo este presente que de hecho no fue escrito sólo para mí. 

Hermanas de la Misericordia de Catalina McAuley de Irlanda y la Piadosa Madre de las Américas

Por la Hermana M. Hermenia Muldrey

Catalina McAuley se encontraba a medio mundo de la Ciudad de México cuando deseó celebrar su recepción en Dublín como novicia de la Misericordia el 8 de diciembre de 1830. El arzobispo Daniel Murray retrasó su ceremonia de recepción hasta el 9 de diciembre, que por coincidencia era la fecha que inauguraba el tricentenario desde la aparición de Nuestra Señora de Guadalupe a Juan Diego. Un año después, en Dublín, Catalina esperaba profesar sus votos religiosos el 8 de diciembre, pero otra vez el arzobispo postergó la fecha, en esta ocasión al 12 de diciembre. Por coincidencia o no, esta fecha marcó el tricentenario de ese día significativo cuando María envió a su mensajero Juan al arzobispo Zumárraga con rosas y su propio retrato en su poncho. Así, los pasos de Catalina hacia la consagración religiosa y la inauguración del Instituto de la Misericordia habían sido transferidos por circunstancias en dos ocasiones a fechas relacionadas con Nuestra Señora de Guadalupe en Latinoamérica.

Mientras los españoles en México titulaban esta aparición la «Inmaculada Concepción», la sensibilidad de Juan Diego y los indígenas americanos reconocían a Nuestra Señora como su «Piadosa Madre», su propia y amorosa «Madre Mía». Las conversaciones entre María y Juan estaban colmadas de referencias a la misericordia y la compasión. Nuestra Señora le dijo a Juan que ella era su «madre misericordiosa» y que deseaba tener allí una capilla para «manifestar su misericordia a todo el pueblo». Si bien el fuego y el azufre de los conquistadores españoles no pudieron apartar a los pueblos indígenas de sus propias creencias, la gentil y cariñosa Piadosa Madre los llevó a los brazos de su Hijo por cientos de miles.

Tal vez, fue la tierna compasión de Catalina McAuley por los pobres y desposeídos que captó la atención de María y llevó a que muchos de sus aniversarios coincidieran. Ciertamente, las Hermanas de la Misericordia han seleccionado a menudo el 12 de diciembre como el día apropiado para una dedicación o alguna ceremonia de la Misericordia. Sin embargo, en los Estados Unidos, algunos acontecimientos notables han coincidido con la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe sin ninguna ayuda aparente de las hermanas.

Además, los vínculos entre la Piadosa Madre de Juan Diego y las Hermanas de la Misericordia de Catalina no finalizan el 11 de noviembre de 1841, cuando se unió a la Comunidad de la Misericordia ya en la eternidad. Pero en cambio, Nuestra Señora de Guadalupe parece haber estado atenta y esparcido amorosa protección a las personas seguidoras de Catalina en su caminar a las Américas.

El primer grupo que cruzó el océano atlántico lo realizó un año después del tricentenario de Nuestra Señora de Guadalupe, ya que Mary Frances Creedon y sus Hermanas de la Misericordia de la calle Baggot llegaron a San Juan, Terranova, el 3 de junio de 1842. Después, a medida que más Hermanas de la Misericordia irlandesas llegaban a las costas este y oeste de los Estados Unidos y el Caribe, los acontecimientos y las fechas de sus llegadas coincidieron con los de la Piadosa Madre de Juan. En 1843, por ejemplo, la Madre Warde y su contingente de Carlow navegaron al puerto de Nueva York el 10 de diciembre, permanecieron a bordo del barco hasta el día siguiente, después fueron al convento de las Religiosas del Sagrado Corazón. Allí, las Hermanas de la Misericordia escucharon su primera misa en los Estados Unidos el 12 de diciembre. En 1854, Baptist Russell y su comunidad de Kinsale navegaron a la Bahía de San Francisco el 8 de diciembre y permanecieron en el barco hasta el siguiente día cuando encontraron alojamiento con las Hermanas de Caridad. Allí, las Hermanas de la Misericordia fueron establecidas canónicamente en la diócesis del arzobispo Alemany exactamente el 12 de diciembre. Hace un siglo este año, ocurrió un tercer ejemplo, cuando las misioneras de la Misericordia llegaron a los trópicos americanos en 1890. Esta banda de la Misericordia de Bermondsey, navegó a lo largo de la costa de Jamaica hasta la bahía de Kingston y llegaron a Alpha el 12 de diciembre, precisamente. ¿Le tendió la mano la Piadosa Madre de Juan, o el viento y las corrientes marinas controlaron estas llegadas o eventos?

Finalmente, hay que considerar al mensajero de María. Cuando Nuestra Señora de Guadalupe necesitó un servicio de mensajería confiable para llevar su identificación al palacio episcopal, Juan Diego debió haber sido cuidadosamente seleccionado. No se necesitaba UPS ni de ningún otro tipo de servicio de correo nocturno porque Juan Diego llevó los encargos en el mismo día, incluso cuando él tuvo que esperar por horas antes de poder entregar las rosas en su tilma al arzobispo Zumárraga. Las Hermanas de la Misericordia podrían preguntarse si la Piadosa Madre de Juan les envió la noticia de la declaración de la heroica virtud de Catalina McAuley, ya que ella fue declarada Venerable el mismo día que Juan Diego fue beatificado, el 9 de abril de 1990. Llegó a las Américas junto con la noticia de la santidad de su mensajero seguro y fiel. De alguna manera, Juan llevó la noticia de Catalina a sus Hermanas de la Misericordia.

La inquietud de María por los indígenas desposeídos de la América colonial es similar a los ideales y esperanzas de Catalina por los pobres de su época. Quizás fue esta semejanza de inquietud y compasión que ocasionó que se compartieran fechas en Dublín, Nueva York y San Francisco, y desde San Juan en Terranova hasta la tropical Kingston en la isla de Jamaica. O tal vez es simplemente una coincidencia que haya muchos vínculos entre los aniversarios de la Piadosa Madre de Juan y las Hermanas de la Misericordia de Catalina.