Reflexionando en nuestra llamada a la No Violencia
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Al final de la tarde del 17 de julio, escuché la noticia del fallecimiento de C.T. Vivian, líder icónico de los derechos civiles; después, el fallecimiento del Congresista John Lewis llenó el ambiente. Me envolvió un sentimiento de profunda tristeza. No conocí a C.T. Vivian, excepto por lo que supe y leí de las luchas que padeció al dar forma al Movimiento de los Derechos Civiles, a principios de la década de 1960. Con John Lewis tuve el privilegio de reunirme en dos ocasiones; una vez tuvimos una discusión bastante larga. ¡Era un hombre asombroso!
Ambos fueron valientes, sin lugar a dudas, comprometidos a la justicia y llenos de fe profunda que los impulsó a la acción. A pesar de recibir burlas, golpes, faltas de respeto y ser encarcelados, su fe y enfoque nunca vacilaron. Cada uno fue firme en su convicción de que la no violencia era un camino hacia la conversión y que la acción social no violenta era un medio para lograr la justicia.
La vida de estos hombres me llevó a reflexionar sobre el futuro de la no violencia como herramienta para el cambio social. La conversión inicial y más profunda para cada uno de ellos, así como para cada una de nosotras, es nuestra propia decisión personal de vivir una vida de no violencia. Esta convicción no violenta debe manifestarse en nuestros pensamientos y opciones, así como en nuestras acciones e interacciones. Es una vida de aprendizaje y reaprendizaje de lo que realmente significa un estilo de vida no violento. La fe, la firmeza y la gracia acompañan el caminar.
En el clima actual de protestas y especialmente con el movimiento Black Lives Matter tenemos mucho que contemplar sobre la no violencia. Los manifestantes a menudo han actuado de manera no violenta, solo para ser recibidos por una fuerza violenta que busca interrumpir y desacreditar sus acciones. Esta respuesta es similar a la experimentada por los manifestantes durante el movimiento de los derechos civiles.
Muchas de nosotras conocemos las habilidades y estrategias de las protestas no violentas. Antes de participar en una manifestación, es posible que hayamos firmado un acuerdo para conducirnos sin violencia durante la acción. Si en el plan estaba la posibilidad de ser arrestadas, recibíamos capacitación sobre cómo responder a la violencia recibida. Conocer estas tácticas y ponerlas en práctica es un enfoque cognitivo. ¿Qué pasa con el aspecto afectivo de la no violencia?
El nivel afectivo, de sentimiento, de la no violencia es profundo. ¿Cómo se supera la ira mientras se reciben patadas, golpes o se nos esposa las manos? ¿Cómo no devolver odio por odio? Mantener el amor por el opresor es la esencia de la no violencia. No un amor por la acción, no un amor por la injusticia, sino amor por la humanidad que está presente ante mí. Solo un compromiso profundo, la gracia de un poder superior y la creencia de que «corra como el agua el derecho y la justicia como arroyo inagotable» (Amós 5, 24) nos mantiene en la lucha.
Nosotras, como Misericordia, aspiramos y nos hemos comprometido a trabajar por crear una cultura de no violencia. El primer paso debe comenzar con cada una de nosotras desarmando nuestros propios corazones, y buscando vivir más un estilo de vida no violento. El desafío es grande pero no imposible.
C.T. Vivian y John Lewis fueron individuos, como cada una de nosotras, pero su fe, compromiso y pasión por la justicia racial los llevó a hacer un camino. Creían en la transformación de corazones, mentes y almas con la posibilidad de crear un mundo más justo y equitativo para con todas las personas. Estamos llamadas y tenemos el desafío de hacer lo mismo.