Miércoles de Ceniza — Un asunto del corazón
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Por la Hermana Anne Chester
«Dice Yavé: “Vuelvan a mí con todo corazón, con ayuno, con llantos y con lamentos.
Rasguen su corazón y no sus vestidos, y vuelvan a Yavé su Dios, porque él es bondadoso y compasivo; le cuesta enojarse y grande es su misericordia; envía la desgracia, pero luego perdona».
—Joel 2:12-13
De pie en el umbral de la temporada de Cuaresma, se nos insta a revestirnos de Misericordia. Las lecturas del Miércoles de Ceniza enfatizan que esto no es una simple vestimenta exterior. No es como la capa de invisibilidad de Harry Potter para encogerse en las emergencias. Más bien, se trata de transformar mi corazón de piedra.
Las lecturas son como un mantra: «Rasguen su corazón y no sus vestidos», «Crea en mí un corazón puro», «Ojalá pudieran hoy oír su voz. No endurezcan sus corazones». ¡Esto no es maquillaje exterior, sino una revolución interior y profunda!
Aunque marqué mi rostro con cenizas, debo dejar que brille la alegría. Como los primeros cristianos, está la urgencia de lavarme la cara y perfumarme el cabello, de tal modo que no noten mi ayuno. Debo poner a la Misericordia de adentro hacia afuera de tal modo que la firma de Dios se pueda leer en mí.
¿Cuántas Cuaresmas he observado solo para encontrarme una vez más viviendo monótonamente lo ordinario durante el Tiempo Ordinario? Desanimada por la perspectiva de los cuarenta días por delante, rezo con el salmista: «renueva en mi interior un firme espíritu», buscando un cambio que solo Dios puede obrar en mí.
En este tiempo verdaderamente aceptable, no «hagamos inútil la gracia de Dios que hemos recibido». En el umbral rezamos juntos: Crea en mí, oh Dios, un corazón puro, renueva en mi interior un firme espíritu.
La reflexión de la Hermana Anne se basa en las lecturas biblicas del Miércoles de Ceniza y se adaptó, con permiso, del folleto de Cuaresma de la Comunidad del Oeste Medio Oeste de las Hermanas de la Misericordia.