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Felices quienes tienen mansedumbre, porque heredarán la tierra

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Para Cuaresma este año hemos pedido a ocho hermanas y asociadas/asociados que reflexionen en las Bienaventuranzas y el modo en que podemos incorporar cada una en nuestro caminar personal de Cuaresma. Habrá más reflexiones publicadas el Miércoles de Ceniza, Domingo de Ramos, Jueves Santo y Pascua.

Por la Hermana Erencia Saipweirik

“Manso” se define en un diccionario de lengua inglesa como quien soporta los agravios con paciencia y sin resentimiento. También dice que la mansedumbre es una actitud humilde que se expresa en aguantar pacientemente las ofensas. A menudo pensamos que la mansedumbre es sinónimo de debilidad, pero la tercera bienaventuranza nos dice lo contrario.

Como las otras Bienaventuranzas, ésta es sobre Jesús mismo, el manso. Jesús debe haber considerado la mansedumbre como una de sus cualidades más preciadas, porque nos dice que aprendamos de él, que es manso y humilde de corazón.

Para la serie de blogs de las Hermanas de la Misericordia sobre la Cuaresma 2021, la artista y escritora Hermana Renee Yann creó imágenes que evocan el espíritu de las Bienaventuranzas y el bendito recorrido Cuaresmal, desde el Miércoles de Ceniza hasta el Domingo de Pascua. Aquí, ella describe su inspiración.

Ser manso, según Jesús, no es carecer de valor; no es ser débil o pusilánime. La mansedumbre no es una falta de confianza en el juicio, y no es cobardía. No es indiferencia ni una actitud de «seguir la corriente». Ser manso es tener fuerza controlada, poder controlado. La mansedumbre es como una brisa fresca que trae aire refrescante a la cara, aunque sabemos que un viento con toda su fuerza puede causar daños catastróficos. Es un medicamento reconfortante que trae alivio y curación, aunque abusar de los medicamentos puede causar un gran daño. Es un animal salvaje que es domesticado y entrenado para ser útil o provechoso donde una vez fue peligroso.

La mansedumbre es un gran poder para ser usado correctamente. No debe ser usado para oprimir o dominar, sino como Jesús mismo, para ser usado para el beneficio y el bien de otros: para empoderar, elevar, servir y bendecir a todos para la gloria de Dios. La mansedumbre es sinónimo de gentileza, humildad, consideración y cortesía.

En las palabras de la poetisa de la Inauguración, Amanda Gorman:

Cerramos la brecha porque sabemos que para poner nuestro futuro en primer lugar, primero debemos dejar de lado nuestras diferencias.
Deponemos las armas para abrir nuestros brazos entre nosotros.
Buscamos no hacer daño a nadie y la armonía para todos.

«La colina que escalamos», 20 de enero de 2021

Como cristianos, Jesús nos llama a compartir el mensaje evangélico con gentileza y mansedumbre. En Mateo 11, 28–30, Jesús nos dice: «Vengan a mí, los que están cansados y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, que soy tolerante y humilde de corazón, y encontrarán descanso para su vida. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera». Jesús nos recuerda en este versículo que humildemente reconocemos nuestra dependencia de la bondad y la gracia de Dios. Debemos abstenernos de vengarnos y ser susceptibles. La mansedumbre es dejar que Dios sea nuestro protector y vindicador. Como seguidores de Jesús, tenemos el poder de asumir la adversidad y la crítica sin arremeter contra quienes vienen contra nosotros. Es tan fácil herir a quienes nos han herido, querer hacer a los demás lo que nos han hecho. Pero Jesús nos dice que tratemos a los demás como queremos que nos traten. Jesús nos invita a rechazar el deseo de venganza y a creer que el futuro pertenece a los mansos, a quienes saben ser gentiles incluso cuando se enfrentan a un conflicto grave.

Pensemos por un minuto en Jesús, el que se paró ante sus acusadores y no hizo nada para defenderse. El que fue atormentado, burlado, traicionado, objeto de mentiras, escupido y sentenciado a muerte a pesar de que no tenía pecado ni maldad. Mientras colgaba de esa cruz, miró a los que lo habían puesto allí y dijo: «Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen». Los mansos son quienes se someten silenciosamente a la palabra de Dios, que no hablan mal de otro y son mansos con todos (Tito 3:2). Los ojos, la energía y la creencia de los mansos sólo se fijan en Dios.

Me gustaría terminar mi reflexión con palabras más bellas de Amanda Gorman:

Porque siempre hubo luz.
Si tan solo fuéramos lo suficientemente valientes para verla.
Si tan solo fuéramos lo suficientemente valientes para serla.

«La colina que escalamos», 20 de enero de 2021

Estas son algunas preguntas para reflexionar en este tiempo de Cuaresma:

  • Mientras contemplas la frase «Felices quienes tienen mansedumbre», ¿qué se apodera de tu corazón?
  • ¿Qué característica de la mansedumbre se destaca más para ti y por qué?
  • ¿De qué manera te invita Dios a crecer en mansedumbre en este tiempo de Cuaresma?
  • ¿Qué aspecto tiene la mansedumbre en tu vida ahora? ¿Dirías que estás persiguiendo el beneficio y la bendición de otros, o es tu propia prosperidad la fuerza impulsora de tu vida?