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No se pierda su inyeccion: ¡Vacúnese!

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Por la Hermana y Doctora Karen Scheer

Cuando me gradué de  Gwynedd Mercy University  (College mientras estuve allí) con una licenciatura en ciencias en biología, mi primer trabajo a tiempo completo fue en investigación médica y farmacéutica. Trabajar con científicos dedicados a la investigación engendró en mí un amor por la ciencia, particularmente en la creación y desarrollo de plataformas de prueba, medicamentos y vacunas que ayudarían a mejorar la vida de las personas. Su entusiasmo y compromiso con su trabajo era palpable y me enseñó la importancia de la imaginación científica, la exploración, los métodos, los estudios de doble ciego y la revisión hecha por pares científicos.


Pasaron varios años y me encontré en el colegio de medicina. El trabajo de aprender el idioma y la práctica de la medicina no se parecía a nada que hubiera emprendido en mi vida. Por difícil que fuera, fue también una experiencia mística. Día tras día, dediqué tiempo a leer y estudiar sobre el cuerpo humano en toda su complejidad. Aprendí cómo se combinan dos gametos para formar todo lo que hace que una persona esté completamente viva y presente en este mundo. Vi cómo en cualquier paso del proceso, la interacción con el medio ambiente o una alternancia en los nucleótidos podría cambiar el curso de la vida de una persona. La anatomía y la fisiología fueron una experiencia de aprendizaje profunda del funcionamiento complejo e interdependiente del cuerpo humano y cómo los sistemas, incluido nuestro sistema inmunológico, se desarrollaron a lo largo de los milenios.

Es un milagro cómo todas las partes móviles que surgen de nuestro ADN están orquestadas para convertirse en la creación divina encarnada en cada ser humano. Durante mi internado sobre medicina familiar, ayudé a las mujeres a dar a luz a sus bebés y ¡me sorprendió la frecuencia con la que el proceso de desarrollo produjera un niño hermoso y perfecto! Viví personalmente lo que el salmista proclamó en el Salmo 139, 14 «Te doy gracias por tantas maravillas, admirables son tus obras y mi alma bien lo sabe».

Ahora soy doctora de medicina familiar con  Holy Redeemer HouseCalls   en el norte de Filadelfia y sus alrededores. Cuando recibí una llamada de mi gerente diciéndome que podía recibir la vacuna para el COVID-19 el 26 de diciembre, aproveché la oportunidad de inmediato. También me derrumbé y lloré. Las lágrimas fueron una mezcla de gratitud y alivio por obtener protección para mí, mis pacientes y seres queridos de esta enfermedad mortal, pero también un profundo dolor por todas las personas que hemos perdido, que no tuvieron la oportunidad de recibir este medicamento que les salvara la vida.

Habiendo tenido el privilegio de servir tanto en investigación científica como en medicina, estoy maravillada por la producción de esta vacuna contra el coronavirus. Conozco bien las horas de trabajo que se requieren las veinticuatro horas del día para que este medicamento que salva vidas esté disponible para la humanidad en tan poco tiempo. Estoy profundamente agradecida a científicos en este campo, a científicos de investigación clínica y a las valientes personas que se ofrecieron como voluntarias para ser sujetos de investigación para los estudios de seguridad / eficacia. Es un MILAGRO moderno que una vacuna tan eficaz esté disponible para salvar tantas vidas.

No se pierda su inyeccion: ¡Vacúnese!


Lea aquí el relato de Hermana Karen Scheer sobre la práctica médica en los primeros meses de la pandemia del COVID-19 en la edición de ¡Viva! Mercy de julio / agosto de 2020.