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Felices quienes tienen hambre y sed de justicia

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Para Cuaresma este año hemos pedido a ocho hermanas y asociadas/asociados que reflexionen en las Bienaventuranzas y el modo en que podemos incorporar cada una en nuestro caminar personal de Cuaresma. Habrá más reflexiones publicadas el Miércoles de Ceniza, Domingo de Ramos, Jueves Santo y Pascua.

Por Maureen McCullough, asociada de la Misericordia

Las Bienaventuranzas no son un conjunto de sugerencias vagas que Jesús nos ofrece para su consideración; son un marco para la santidad y la integridad en nuestras vidas. Son el camino y guía que nos han sido dados para acercarnos más a la unión con nuestro Dios amoroso a través del cuidado de todos los hijos e hijas de Dios. 

Para la serie de blogs de las Hermanas de la Misericordia sobre la Cuaresma 2021, la artista y escritora Hermana Renee Yann creó imágenes que evocan el espíritu de las Bienaventuranzas y el bendito recorrido Cuaresmal, desde el Miércoles de Ceniza hasta el Domingo de Pascua. 
Aquí, ella describe su inspiración.

Al reflexionar sobre la cuarta bienaventuranza, me impresiona su intensidad y desafío para nosotros mientras vivimos nuestras vidas hoy en día. El hambre y la sed de las que habla Jesús deben ser consideradas en los tiempos en que habló; muchos estaban sedientos y hambrientos; el hambre del que está muriendo de hambre, la sed del que morirá si no se le da agua. Este es el deseo que Jesús nos pide en nuestra hambre y sed de justicia. Jesús no dijo «piensen en la justicia» o «hablen de justicia» o «publiquen en las redes sociales sobre la justicia». Las palabras de Jesús tenían una profunda intensidad visceral. Esa es la intensidad que nos pide hoy. Esta Cuaresma, se nos desafía a mirar cómo responderemos. ¿Qué tan intenso es nuestro deseo y qué estamos dispuestos a hacer para trabajar por la justicia y la paz en nuestro mundo fracturado? ¿Qué estamos dispuestos a hacer para trabajar a fin de crear relaciones correctas con quienes miran o piensan de manera diferente que nosotros? 

Como escribió el Papa Francisco en Gaudete et Exsultate (Alégrense y regocíjense, subtitulado «Sobre el llamado a la santidad en el mundo de hoy»): «Las bienaventuranzas de ninguna manera son algo liviano o superficial; al contrario, ya que solo podemos vivirlas si el Espíritu Santo nos invade con toda su potencia y nos libera de la debilidad del egoísmo, de la comodidad, del orgullo». Demasiados de nosotros nos quedamos paralizados por los inmensos desafíos e injusticias en nuestro mundo. Es demasiado fácil decir que nada cambiará y luego no realizar nada para hacer el cambio. Creo que esta bienaventuranza nos llama a comprometernos y activarnos para el bien, la luz y la justicia. Cada uno de nosotros a su manera puede contribuir a construir el reino de Dios.

Esta Cuaresma, abracemos el desafío de esta Bienaventuranza, comprometámonos con el poder del Espíritu Santo y actuemos por la justicia. Comprometámonos con oración una vez por semana de Cuaresma a tomar alguna acción por la justicia. Ese acto puede ser escribir a su congresista en apoyo al proyecto de ley de alivio suplementario del COVID-19, escribir una carta al editor de su periódico local en apoyo a la reforma migratoria o unirse a un grupo de defensa que presiona en nombre de los millones de personas desplazadas en nuestro mundo. También puede ser educar a otros sobre los Asuntos Críticos de las Hermanas de la Misericordia o participar en algún servicio directo para abordar los asuntos monumentales de nuestros días. Como dijo el Papa Francisco: «La verdadera justicia se produce en la vida de las personas cuando ellas mismas son justas en sus decisiones, se expresa en su búsqueda de justicia para los pobres y los débiles». Esta es la justicia por la que estamos llamados a trabajar todos los días. Como hermanas y asociadas/os, volvamos a comprometernos a trabajar por esta justicia, no nos cansemos ni nos complazcamos.

Por muy desafiante que sea esta Bienaventuranza, también es reconfortante. La Bienaventuranza no dice: «Felices quienes alcanzan la justicia». Más bien, bendice a quienes tienen hambre y sed y actúan por la justicia. Así que incluso si titubeamos o fracasamos en nuestros intentos por lograr la justicia, seremos bendecidos porque tenemos un profundo anhelo de justicia y paz, y nos esforzamos todos los días para hacerlos realidad en nuestro mundo. Seremos bendecidos porque vemos a Dios en nuestras hermanas y hermanos y buscamos la unión con nuestro Dios amoroso en todo lo que hacemos.