Garífunas: Nuestros hermanos y hermanas
Por Wilmer J. García, Asociado de la Misericordia, La Ceiba, Atlántida, Honduras
El pasado mes de abril la comunidad negra de Honduras celebró 223 años de presencia garífuna en tierras hondureñas. Los garífunas es uno de los grupos étnicos que nos enriquece y embellece culturalmente hablando. Sin duda alguna es nuestro orgullo. El mundo conoce a Honduras por la música y cultura garífuna. Cuando un hondureño sale hacia otro país, no importa el color de piel o etnia, la música garífuna (Punta) nos enorgullece e identifica como hondureños.
Sin duda lo que acabo de escribir pareciera que en Honduras todo va bien con nuestros hermanos y hermanas garífunas. ¿Cierto no?
Lastimosamente es un pueblo que sufrió y sufre en sus tierras ancestrales de más de 200 años en el caribe hondureño. En el lugar que resido en Honduras, hay dos comunidades garífunas; Sambo Creek y Corozal. Estos dos lugares son muy visitados por turistas, ya que ofrece restaurantes y playa. Durante una de mis visitas a Corozal observaba por la ventana del carro una dura realidad, miraba casas muy hermosas, y luego casas muy pobres. Lo que pasa en estas comunidades es que muchos hermanos garífunas llegan al extremo de salir de sus comunidades de forma ilegal hacia el sueño americano. Estas casas que miraba muy bonitas son de garífunas que tuvieron suerte de cruzar la frontera de Estados Unidos y encontrar un trabajo. Los garífunas salen de nuestro país por la falta de interés de muchos sectores del gobierno actual y anteriores de apoyar a las comunidades garífunas. Solo se acuerdan de ellos cada cuatro años, cuando las elecciones vienen en camino y necesitan votos. Nuestros hermanos garífunas, aunque sufren mucho en sus propias tierras, son un ejemplo para todos nosotros, ya que ellos son muy trabajadores y luchan por salir adelante.
Hay una frase que dice: “El racismo florece de la ignorancia”.
Cuánta razón hay en esta frase. Es por ignorancia que llegamos a discriminar una persona y aunque no lo hagamos de frente o verbal, siempre llegamos a herir.
En ocasiones creemos que el racismo es insultar o denigrar una persona, y cometemos el error de hacer bromas entre amigos que en el fondo ofenden a esa persona. Por ignorancia permitimos el racismo y lo seguimos cometiendo día a día. Recuerdo que en 2017 cuando cursaba mi secundaria, en el Instituto María Regina, yo participé en la producción de un video sobre el racismo, video que nuestro instituto iba a presentar en una conferencia del Sistema de Educación de la Misericordia de las Américas (MESA). Recuerdo que muchas/os estudiantes a quienes se entrevistaron, en ese video, decían que algunas veces entre amigos había expresiones racistas que parecían amigables, pero que en el fondo dolían. El racismo debe de acabar, y debemos evitar desde nuestro círculo de amigos. Hacer comentarios en broma es racismo no importa si es en broma o no. Invito a todos los jóvenes y no tan jóvenes a comenzar a cortar la raíz del racismo que es la ignorancia.
Para culminar esta reflexión me gustaría compartir con ustedes uno de los orgullos recientes del Instituto María Regina, una escuela secundaria fundada por las hermanas de la misericordia en 1960.
Johana Elizabeth Thomas (derecha), de solo 28 años de edad, nació en la ciudad de La Ceiba.
Ella estudió en nuestro instituto, donde descubrió sus grandes habilidades para las matemáticas. Después de graduarse de la secundaria sus padres la enviaron a estudiar a una universidad que antes se llamaba Ave María en Nicaragua para que sacara un curso intensivo de inglés. El programa duró 8 meses y al terminar regresó a Honduras. Eso fue en el año 2009 justo cuando estalló una crisis política en Honduras por lo que no pudo ingresar a la universidad hasta el año siguiente. Ella se inscribió en la Universidad Pedagógica Nacional “Francisco Morazán” de donde egresó en el año 2013 obteniendo el título de Licenciada en “Ciencias Matemáticas”.
Johana decidió sacar una maestría antes de graduarse de la universidad y aplicó para becas ya que habían muchas oportunidades, pero le dijeron que no siete veces en diferentes países. Ella no se detuvo y finalmente fue aceptada en University College Cork de Irlanda donde obtuvo una maestría en Matemática Aplicada y Programación Científica. Fue la primera latina en graduarse de ese programa lo que representa un orgullo para nuestro país y para la comunidad garífuna y la convierte en una gran embajadora.
Después de esperar 15 meses ha sido aceptada en Washington State University College of Education como pasante del Doctorado en Ciencia y Matemática Educativa gracias al programa de becas Fulbright, uno de los programas más prestigiosos del mundo.
Hay muchos hondureños y miembros de la comunidad garífuna que hoy sobresalen en el extranjero y dejan en alto el nombre de Honduras y apostándole a la excelencia. La educación es la clave. Necesitamos formarnos y la edad no es un pretexto.