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Llamada a la oración

Nos situamos en la presencia divina de Dios, en nuestro interior y a nuestro alrededor. Respiramos el aire esencial para la vida y exhalamos los peligros del aire contaminado.Ponemos los pies en el suelo y oímos el grito de la Tierra bajo nuestros pies, sus gemidos y dolores por las grietas y agujeros que se han creado bajo la superficie y sus gritos de dolor por las especies que se han llevado. Miramos a nuestro alrededor a los que están aquí con nosotros y nos centramos en los gritos de aquellos cuyas voces pueden estar apagadas por el poder y la codicia de nuestro mundo. Que nuestros oídos se abran a los clamores, que nuestros ojos se abran a los daños y que nuestros corazones y mentes se abran al cambio. Amén.

El recurso de oración adicional está disponible aquí.

Explorar el extractivismo

Para responder a los desafíos de estos tiempos, empezamos por escuchar profundamente las experiencias de las personas traumatizadas y más afectadas por el extractivismo y nuestras propias experiencias. Reflexionamos y aprendemos de estas experiencias colocándonos bajo una nueva luz. El proceso de transformación comienza cuando experimentamos lo inesperado en nosotros mismos y en la vulnerabilidad del otro.

Estos encuentros internos y externos alteran nuestras maneras habituales de pensar y actuar. Empezamos «a ver lo que hemos hecho invisible». De hecho, cuando somos «quemados por una experiencia», nos vemos obligados a cambiar y dirigirnos hacia un cambio sistémico. Somos conscientes de que los pequeños pasos de nuestra propia conversión nos mantienen personalmente comprometidos en decisiones colectivas de mayor envergadura, necesarias en un mundo en el que la oferta y la demanda configuran las fuerzas que atrapan a las personas más vulnerables.

Entre los vulnerables se encuentran los pueblos indígenas rurales que luchan contra la contaminación de sus aguas, tierras y aire por parte de las empresas; la población urbana empobrecida económicamente que lucha por adquirir los alimentos diarios; y los refugiados que huyen de situaciones desesperadas a menudo atrapados en espacios fronterizos. No puede pasar desapercibido que la mayoría de estas comunidades son afroamericanas, indígenas y otras personas de color. Nuestra Tierra es particularmente vulnerable, asfixiada por el brusco consumo humano y la codicia multinacional.

Nuestra exploración del extractivismo nos llaman a buscar una unión más intensa con Dios a través del diálogo contemplativo y un proceso cíclico de transformación. En este tiempo de kairós, Dios nos pide que hagamos oír nuestra voz profética. Al entrar en este estudio, buscamos aprender más sobre el extractivismo y los sistemas que lo mantienen, sobre sus efectos, y avanzamos hacia una conversión que nos lleve a la acción común. A través de nuestra acción profética  colectiva, nos desafiaremos a nosotros mismos: ¿cómo elegimos permanecer juntos como un todo en el asunto crítico del extractivismo?

El extractivismo es un modelo de desarrollo destructivo y explotador que extrae recursos naturales a escala masiva, perturba o destruye la biodiversidad, impacta en los ecosistemas globales y devasta la salud y el bienestar de las comunidades locales, al tiempo que crea beneficios económicos significativos para unos pocos privilegiados. 

Este proceso adopta un enfoque integral, comprometiéndonos de tres maneras:

  1. escucha profunda en la que escuchamos experiencias personales y comunitarias relacionadas con los efectos del extractivismo en la vida;
  2. reflexión profunda basada en nuestra teología y nuestro análisis social sobre estas experiencias y las causas y efectos fundamentales del extractivismo; y
  3. transformación profunda al discernir cómo actuar en este momento.

Nos basaremos en perspectivas interculturales e interdisciplinarias que desplazan el poder de las visiones del mundo y teologías occidentales dominantes. Buscaremos involucrar todo el cuerpo: mente, corazón, carne, manos y pies, entendiendo que el conocimiento no se localiza exclusivamente en la cabeza, tampoco en hechos y cifras y datos científicos. Somos convocadas a escuchar las historias que nos revela todo nuestro cuerpo. Aún así, no podemos desestimar los datos empíricos, ya que esta información nos muestra lo que nuestros cuerpos no: el veneno invisible en el río cristalino mientras baja de la montaña, las toxinas invisibles del aire que no oscurecen la vista de los árboles verdes que se balancean o los contaminantes ocultos en una manzana deliciosa y crujiente.

Comenzamos escuchando profundamente la experiencia, nuestra realidad vivida y la realidad vivida desde la perspectiva de los pueblos, comunidades y la Tierra, todos afectados por las industrias extractivas. La escucha profunda implica escuchar con el corazón. Al reflexionar sobre estas experiencias avanzamos más hacia lo profundo. La reflexión profunda consiste en dejar de lado las ideas y normas preconcebidas para estar abiertos a las formas de interpretación de la realidad de los demás, lo que nos obliga a profundizar en la comprensión de las causas fundamentales y los efectos reales del extractivismo. Utilizaremos la lente de la teología ecofeminista de la liberación en lugar de la lente teológica dominante del Norte Global. Esta mirada nos hace salir de los límites y dominaciones de los procesos analíticos occidentales para incluir sabiduría, experiencias y medios, como arte, poesía, cuentos y canciones, significativos para quienes viven en los márgenes de la sociedad. La lente de una teología ecofeminista de la liberación se ha levantado desde el interior del Sur Global en su lucha contra las intervenciones del Norte Global, y nos obligará a ver de otra manera.

Escuchando y reflexionando profundamente, identificamos las maneras en que somos llamados a responder. Nos comprometemos con los deseos de Dios para una comunión más profunda entre nosotras y Dios, una comunión más profunda con nuestro prójimo, especialmente con las personas que han sido empobrecidas por las industrias extractivas, y una comunión más profunda con la Tierra y toda la creación. A través de este proceso, somos llamados a una Transformación Profunda, un cambio personal, comunitario y corporativo, para ser solidarios y responder a las necesidades de los vulnerables y marginados.

Este triple proceso requiere escucha profunda, reflexión profunda, y transformación profunda y nos obliga tanto a nivel personal como comunitario a responder al llamado de Dios para una nueva conciencia. No es una progresión lineal, sino un movimiento circular que se profundiza escuchando y reflexionando, y volviendo a nuestras experiencias, y profundizando aún más a medida que el ciclo progresa a través de nuestra conversación juntas y llegamos a un lugar de transformación.

La resistencia al cambio y el poder de los hábitos

La resistencia al cambio, el poder de los hábitos y nuestro apoyo a los sistemas de explotación son algunos de los mayores obstáculos a los que nos enfrentamos mientras intentamos transformarnos a nosotras mismas, nuestras comunidades y nuestro mundo. Para efectuar un cambio verdadero, necesitamos comprender e iniciar el cambio y la transformación dentro de nosotros mismos mientras buscamos el cambio y la transformación en el mundo. No podemos desafiar al extractivismo mientras que al mismo tiempo lo apoyamos a través de nuestros hábitos diarios y en nuestras decisiones colectivas. El miedo y la complejidad de la cuestión pueden paralizar nuestras respuestas, a menos que sigamos el ejemplo de los más afectados y sus respuestas creativas ya estén en marcha para abordar los problemas del extractivismo. En pocas palabras, hay esperanza y un camino a seguir.

Como Hermanas de la Misericordia, desarrollamos este material para renovar el compromiso con nuestros Asuntos Críticos: La Tierra, la inmigración, la no violencia, el racismo y las mujeres. Te invitamos a unirte a nosotras para desafiarnos a nosotras mismas a diario a reflexionar sobre nuestras formas habituales de pensar y actuar y, a veces, elegir dejar de lado hábitos viejos y formar otros nuevos que sean beneficiosos para el bien común. Te invitamos a participar en esta transformación personal cuando rezas, eliges lo que compras y cómo vives tu vida cotidiana, y dónde decides invertir de manera colectiva; cuando te educas a ti mismo y a los demás para abordar estas preocupaciones interseccionales; cuando abogas delante de legisladores y dirigentes; y cuando inviertes recursos para lograr un cambio sistémico.

Profundizar nuestro compromiso para la conversión

Dos grandes crisis medioambientales de nuestro tiempo se desarrollaron en 2019-2020. En el 2019 los incendios en la selva amazónica, conocida como el pulmón del planeta, aumentaron. La tierra, impulsada por intereses económicos, fue y sigue siendo desmantelada para actividades ganaderas y extracción de minerales. La primera carretera construida en lo profundo del Amazonas ha preparado el terreno para la destrucción masiva de bosques antiguos y la intrusión sustancial en tierras de pueblos indígenas. Los horrores perpetrados a las comunidades indígenas condujeron al llamamiento del papa Francisco para el Sínodo del Amazonas (6-27 de octubre de 2019). Los obispos católicos se reunieron para escuchar los clamores de la gente que vivía y trabajaba en el Amazonas. La Iglesia Católica se encontró a sí misma llamada a nuevos caminos de conversión.

A partir de marzo 2020, nos enfrentamos a la crisis sin precedentes de una pandemia mundial. Un nuevo coronavirus (COVID-19) asechaba al mundo. Nuestros hábitos diarios fueron afectados y nos vimos forzados a aprender nuevos comportamientos. Mientras estábamos obligados a quedarnos en casa, la Tierra experimentó una curación leve pero medible debido a nuestra falta de actividad. La reducción de las emisiones de gases en todo el mundo dio lugar a un aire más limpio, devolviendo las vistas de nuestro mundo antes oscurecidas por la bruma. Pero los comportamientos que adoptamos entonces no se convirtieron en hábitos nuevos eco amigables con la Tierra una vez que desapareció el COVID. Y de esa manera, el calentamiento global sigue su curso.

La densidad de la población humana y su necesidad de alimentos y energía se intensificará a medida que la destrucción del mundo natural aumente. Los humanos y sus comunidades insistirán en sobrepasar los límites e invadirán los hábitats de la vida silvestre. Como resultado, veremos no sólo la destrucción de tierras naturales y bosques como vimos en el Amazonas, sino una amenaza continua y un aumento en la frecuencia de virus más mortíferos que se originan cuando los humanos y los animales domésticos «se reúnen» con la vida silvestre. Virus como el MERS y el SARS, y posiblemente el infame COVID-19, se han vinculado a encuentros entre humanos con murciélagos. El COVID-19 en su fase más temprana amenazaba a las comunidades afroamericanas e indígenas con tasas alarmantes de infecciones y muertes. Es probable que los virus alteren nuestro mundo más aún en los años venideros, mientras que el cambio climático y la actividad humana sigan alterando los ecosistemas.

Una tercera crisis, aunque no una realidad nueva, nos desafía. El movimiento «Black Lives Matter» (también conocido por las siglas BLM; en español: «Las vidas negras importan», «Las vidas de los negros cuentan» o «Las vidas de los negros son importantes») ha puesto en tela de juicio el racismo sistémico que existe hace tanto tiempo en los Estados Unidos y, en particular, el racismo perpetrado contra las comunidades afroamericanas. La violencia racial, primero alimentada por la brutalidad histórica de la esclavitud, fue seguida por las leyes de Jim Crow y los multitudinarios linchamientos que dieron fuerza al racismo sistémico y a la segregación racial. El movimiento Black Lives Matter hizo visibles las persistentes formas de racismo que aún existen hoy en día, especialmente el racismo inherente en nuestros sistemas judiciales y policiales. El racismo medioambiental y el racismo incrustado en las estructuras financieras y en el modelo de desarrollo extractivo se ven reflejados en viviendas asequibles y escuelas que sirven a las comunidades afroamericanas ubicadas en antiguos vertederos de productos químicos y residuos. En una zona denominada Callejón del Cáncer en Luisiana, industrias siguen diezmando la salud de las comunidades afroamericanas a lo largo del río Misisipi. Las condiciones de salud subyacentes y la falta de acceso a una atención médica asequible suman a los efectos del racismo sistémico. Los afroamericanos murieron en números desproporcionados a causa de COVID. Miles de personas se unieron al movimiento «Black Lives Matter» para desafiar estas formas de racismo estructural, sistémico y ambiental.

Al luchar contra la destrucción del Amazonas y el impacto continuo del COVID, y al unirnos al desafío de abordar el racismo personal y sistémico, nos enfrentamos también a las fuerzas sin paliativos de las industrias extractivas. El extractivismo desenfrenado toma muchas formas, y afecta a toda la red de ecosistemas, incluyendo el nuestro. La extracción de minerales y energía o de mano de obra humana o de miembros de la comunidad de la vida perturba gravemente e incluso destruye ecosistemas. Derivan en el envenenamiento del agua, la tierra y el aire y el desplazamiento de comunidades enteras.

Los más vulnerables, especialmente la tierra, los trabajadores y los desplazados, se consideran prescindibles, y el mayor daño lo sufren los ya marginados por raza, etnia y dinero. Los minerales y la energía no se pueden reponer. No hay un ciclo de vida, no hay plantación y replantación como con el ciclo alimentario. Sólo hay una toma de los recursos limitados de la Tierra. Con el extractivismo, los ecosistemas seguirán cambiando radicalmente, incluso destruyéndose, acelerando la emergencia climática y sus efectos.

Mientras luchamos para hacer frente al verdadero costo de estos desafíos, debemos participar en conversaciones y decisiones difíciles y en la reformulación de nuestro entendimiento. Es difícil cambiar valores y hábitos y sostener nuevos cuando lo hacemos sin apoyo y escuchamos predominantemente a la voz más fuerte y a las industrias extractivas que siguen defendiendo el negocio de las extractivas. Es importante compartir el proceso por el que nos desafiamos y cambiamos, pero hacerlo de una manera que nos inspire. Tal inspiración nos mantendrá comprometidos y entusiasmados, mientras que el miedo y la ansiedad sólo servirán para paralizarnos.

Estamos en un nuevo momento de kairós. Debemos despertar o arriesgarnos a perder algo para siempre. Este rincón de esperanza nos impulsa a avanzar para no quedarnos estancadas en el miedo y la ansiedad. Comenzamos explorando los valores e inspiraciones subyacentes que ya nos han hecho cambiar nuestra manera habitual de pensar y actuar. Nos preguntamos: ¿De qué maneras hemos cambiado y profundizado nuestra conciencia a favor del bienestar de la Tierra? ¿De qué maneras nuestras acciones presentes han llevado a cambios más profundos?

Llamado a una Nueva Conciencia: El Camino de la Transformación

Anhelamos vivir en una buena relación con todas las personas y con toda la creación. Esto nos obliga a buscar una nueva forma de ver, una nueva conciencia. En este momento, somos parte de un sistema global que perpetúa los efectos destructivos de las industrias extractivas junto con su devastador impacto en las personas, comunidades y la Tierra. El negocio principal y el modelo de desarrollo extractivo de las empresas de combustibles fósiles, empresas mineras y otras empresas centradas en la extracción de recursos naturales son intrínsecamente peligrosos para las personas, comunidades y la Tierra. Tienen efectos devastadores sobre el agua, la tierra, el aire, la biodiversidad, que ha sufrido una pérdida del 80% a nivel mundial, y sobre la propia fuerza vital de la Madre Tierra. Es una de las principales causas de nuestra crisis climática. El respeto a nuestra interdependencia con toda la creación es destruido por las industrias extractivas.

Los pueblos indígenas que han vivido durante miles de años en las tierras de la actual América Latina son víctimas del extractivismo. Han sufrido amenazas de muerte, asesinatos de líderes y familiares queridos, junto con la destrucción y el envenenamiento de su tierra, aire y agua. Comunidades enteras han sido forzadas a abandonar sus hogares y tierras. Los miembros de las comunidades afroamericanas, mestizas e indígenas de Estados Unidos a menudo deben elegir entre su propio bienestar físico y su seguridad financiera cuando toman decisiones económicamente desfavorables de abandonar una zona donde operan empresas de combustibles fósiles sin tener en cuenta el impacto medioambiental.

El llamado a una nueva conciencia explorando y respondiendo al extractivismo es desafiante. Implica salir de nuestras estructuras habituales de pensamiento y acción, impulsadas para muchas de nosotras por el pensamiento y modelos económicos occidentales. Implica involucrarse en nuevas experiencias que nos inquieten y llamen a escuchar profundamente lo que provocan en nuestro interior. Y nos llama a examinar de manera crítica las ideologías, prejuicios y suposiciones que forman nuestra visión del mundo.

Las preguntas emanan de nuestros corazones: ¿Por qué es difícil salir de mi zona de confort? ¿Qué me mantiene allí? ¿Qué me atrae si me dejo llevar? ¿Qué me da alegría cuando elijo de manera diferente? ¿De quiénes son las historias que no escucho? ¿Qué me demanda un compromiso con la integridad climática en este momento? Nos llama a una solidaridad más comprometida, especialmente con los afroamericanos, indígenas y la gente de color que se ven afectados desproporcionadamente por las industrias extractivas. Nos demanda reclamar la reivindicación de nuestra interdependencia y armonía con la Tierra y comprender profundamente el impacto devastador de las industrias extractivas en el florecimiento de toda la comunidad de la vida.

El camino hacia una nueva conciencia nos expone de maneras vulnerables para que podamos escuchar, centrar y responder a los gritos de los pobres y de la Tierra. En este camino de pequeñas transformaciones, nos encontraremos cambiando nuestras formas habituales de comprender, pensar y actuar. El cambio sistémico no comienza con una gran transformación; comienza con una nueva comprensión y estas pequeñas transformaciones. Mientras avanzamos para hacer oír nuestra voz profética y nuestras acciones proféticas, recordamos que una transformación más profunda debe ser sostenida por nuestra solidaridad con los más afectados por las industrias extractivas y por una comunidad comprometida y solidaria. Este tipo de transformación profunda nos llama a vivir juntos de una manera más consciente a nivel individual, comunitario y corporativo.

Entonces, ¿de qué manera comenzamos este camino hacia una nueva conciencia en torno al extractivismo? ¿Y cómo potenciaremos nuestra nueva conciencia a través de actos de solidaridad con la Tierra y sus pueblos sufrientes?

Preguntas para la reflexión

Al comenzar, veremos qué es el extractivismo y cómo afecta a las personas, las comunidades y la Tierra. La palabra «ver» connota aquí una escucha profunda, una búsqueda de comprensión. Aquí nos descentraremos a nosotros mismos y escucharemos con atención las historias y experiencias de los más afectados por el extractivismo. Tras una profunda reflexión, juzgamos, es decir, analizamos cuál debe ser nuestra respuesta. Por último, determinaremos cómo podemos ser transformados por lo que hemos escuchado y aprendido. Discernimos cómo podríamos actuar en respuesta al extractivismo.

Comienza reflexionando sobre las siguientes cuestiones relativas a las conversiones personales y comunales que has realizado previamente después de escuchar los gritos de los pobres y los gritos de la Tierra. Tómate un tiempo para reflexionar sobre lo lejos que has llegado, lo que te obligó a cambiar y quizás lo que te impide una transformación más profunda. Haz tu propia reflexión personal y escribe un diario sobre estas preguntas:

  • ¿Qué historias has escuchado o leído que hayan reorientado tu pensamiento hacia el clamor de la Tierra y el clamor de los pobres? ¿Cómo has encontrado esas historias?
  • ¿Qué acción concreta has llevado a cabo para cambiar un hábito o un comportamiento en respuesta a los gritos de la Tierra (por ejemplo, el control de los residuos de energía y agua)?
  • ¿De qué manera estos cambios han exigido un cambio radical en tu forma de vivir la vida cotidiana, como ser consciente de la cantidad de agua que se usa al ducharte o de la gasolina que se usa al conducir?
  • ¿Cómo te han llevado estos cambios a realizar actos de promoción social, ya sea a través de la educación o buscando cambios políticos en las instituciones y los gobiernos, respondiendo a las alertas de acción que piden una transición justa a las energías renovables o a las campañas para mantener los combustibles fósiles bajo tierra?

A continuación, continúa leyendo el documento ampliado Definiciones de extractivismo.

  • ¿Cómo estas definiciones influyen en su comprensión del extractivismo?
  • Tómate unos minutos para escribir en tu diario tus respuestas.

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