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En la estación de elecciones, esperanza que surge en medio de la pandemia

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Por la Hermana Pauline Gunda

Hace poco hablé con mi pequeña sobrina Clare, que tiene 10 años, y me preguntó: «¿Cuántos tienen?». Al principio no entendí a qué se refería, pero luego dijo: «Aquí en Kenia, tenemos xx casos de COVID». Me sorprendió la profundidad que esta pandemia está ocupando en la mente de todos, incluso de niños inocentes. Más tarde, cuando contemplé la paradoja de la esperanza creciente que he observado en algunos lugares incluso en medio de un número creciente de infecciones, se me ocurrió que tal pensamiento positivo sólo es posible en personas que son capaces de ver y oír la esperanza que se desarrolla a su alrededor —o que han aprendido a hacerlo.

El período del exilio de los israelitas de desplazamiento de su tierra, su templo y de todas sus otras herencias atesoradas no es muy diferente de la realidad de nuestras vidas disminuidas hoy en día. Israel experimentó un profundo y triste desaliento por la pérdida de sus vidas cotidianas y bien ordenadas. Nosotros también, aunque no estemos físicamente desarraigados, observamos cómo ha cambiado nuestro orden de vida normal. Nos encontramos en una fase incierta de la existencia, tratando de averiguar en qué dirección debemos «girar el volante» de nuestras vidas.

En una coyuntura como ésta, sin embargo, podemos tomar prestada una hoja de las palabras del profeta Jeremías a los israelitas. Les ordenó: «Construyan casas y habítenlas, planten huertos y coman sus frutos» (Jer. 29:5). Jeremías nos da un momento de esperanza. Construir casas y vivir en ellas, desde mi perspectiva, puede ser como revivir una luz menguante en un mundo en peligro.

Al ver la cobertura de las elecciones generales del 3 de septiembre en Jamaica, donde vivo, en Television Jamaica, me conmovió la tranquilidad con que se llevó a cabo el ejercicio. En mi propio país, Kenia, tuvimos experiencias de elecciones generales que se convirtieron en escenas de derramamiento de sangre. Aquí, los votantes acudieron a emitir sus votos de forma pacífica y madura, incluso en un entorno de casos de coronavirus en aumento, lo que es claramente una señal de que cuando nos enfrentamos a un peligro común, volvemos a ser hermanos y hermanas. Éste y muchos otros signos siguen enseñándome que hay esperanza en medio de los desastres y las pandemias.

La actriz keniana Lupita Nyong’o, ganadora de un Oscar, dijo una vez: «No importa de dónde sean tus sueños, éstos son válidos». Esta sabiduría se puso de manifiesto recientemente cuando llegó la noticia de la nominación de la Senadora Kamala Harris (Demócrata de California) a la candidatura presidencial demócrata. Su padre es de Brown’s Town en Saint Ann, Jamaica. ¡Qué noticias tan emocionantes para este pequeño país! Uno de los periódicos de Jamaica publicó un titular que decía: «Kamala Harris enciende el orgullo de Brown’s Town». Mientras que se hablaba de diferentes sentimientos sobre su elección para ser la candidata a la vicepresidencia junto con Joe Biden, otro diario que me llamó la atención decía: «Ver a una descendiente de jamaiquinos en la mesa de toma de decisiones, debatiendo temas como las relaciones raciales, la protección de los derechos humanos y la inmigración, significa mucho, no sólo para Jamaica sino para todo el mundo».

Esto también es un atisbo de esperanza en una época peligrosa.