Por John Charles McAllister-Ashley, Coordinador de Programas, Oficina del Instituto para Antirracismo y Equidad Racial
Hermana Thea Bowman, FSPA, extraordinaria monja católica afroamericana, cantante y defensora de la inclusión racial, obtuvo reconocimiento por su profundo impacto en la Iglesia y la sociedad durante su vida. Su incansable labor de promoción del amor, la aceptación y la unidad, junto con su compromiso por derribar las barreras raciales y culturales, dejaron un legado imborrable que sirvió de ejemplo a quienes la siguieron.
Ahora se encuentra en el camino hacia la santidad, un viaje inspirador y significativo dentro de la Iglesia católica.
El proceso de canonización es complejo y largo. Generalmente consta de varias etapas, en las que una persona es declarada «sierva de Dios», seguida de «venerable», luego «beata» y, por último, «santa». Cada etapa requiere la documentación y verificación de los milagros atribuidos a la intercesión de la persona candidata, junto con un examen riguroso de su vida, escritos y virtudes.
En 2018, la causa de canonización de Hermana Thea fue iniciada por la Diócesis de Jackson, Misisipi, y alcanzó y logró el primer paso cuando fue designada oficialmente «sierva de Dios». Fue un testimonio de sus excepcionales contribuciones a la Iglesia y de su constante influencia en la promoción de la unidad y la inclusión.
Hermana Thea era una persona alegre a la que le encantaba cantar. Esta entrevista de 1987 incluye viñetas de su predicación y canto. La canción siempre ha servido para inspirar esperanza y unir a personas de distintas creencias, culturas y orígenes.
No temía decir la verdad al poder. En 1989, un año antes de morir de cáncer de mama, habló a los obispos estadounidenses sobre lo que significa ser una persona negra y católica.
Cabe preguntarse qué diría hoy de su comunidad. Eso no se pueda saber; pero ella nos ha dado un ejemplo a seguir.
Defensa continua de la inclusión: Hermana Thea fue una apasionada defensora de la inclusión racial y cultural dentro de la Iglesia Católica. Aunque se ha avanzado hacia una mayor diversidad y aceptación, sigue habiendo retos y desigualdades. Su trabajo demuestra la importancia de seguir fomentando un entorno integrador en la Iglesia, garantizando que personas de todos los orígenes se sientan bienvenidas y valoradas.
Defender el diálogo y el entendimiento: Era conocida por su capacidad para fomentar el diálogo y el entendimiento entre distintas comunidades. Ella fomentaba conversaciones abiertas sobre cuestiones de raza, diversidad cultural y justicia social. Su fe en el poder del diálogo para superar las diferencias sería un bálsamo en el mundo actual, donde estas conversaciones son más importantes que nunca.
Ayudar a las comunidades marginadas: Su interés por la justicia social y su firme compromiso de ayudar a los necesitados nos muestran el camino para abordar los retos a los que se enfrentan las comunidades marginadas, como el racismo sistémico, las disparidades económicas y el acceso a la educación y la sanidad.
Inspirar esperanza y unidad: Su perdurable mensaje de esperanza, amor y unidad es fuente de inspiración para su comunidad católica. Animó a la gente a unirse, independientemente de sus orígenes, y a trabajar por un mundo más compasivo y comprensivo. Su legado serviría para recordar que el cambio es posible cuando lo impulsan el amor y un profundo sentido de la justicia.
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