Por la Hermana Natalie Rossi, Ministerio Universitario, Universidad Mercyhurst en Erie, Pensilvania; Del Personal de la Correccional Estatal en Cambridge Springs, Cambridge Springs, Pensilvania
Hallar lo genuino en sí mismo es hallar a Dios.
¿Puede alguien hallar a Dios en la prisión? Una persona podría decir que se encuentra abrumada ante la presencia de Dios en la prisión.
«Lo vemos porque somos vistos. Amamos porque somos amados». (Edward Hahnenberg)
He trabajado en el ministerio en prisiones por casi 20 años, no de manera continua. Las mujeres a quienes veo o hablo le abren sus corazones a Dios. Ellas quieren ser vistas como son, personas creadas por Dios a la imagen de Dios. Ellas se encuentran en el hoyo y están en búsqueda de algo que les traiga paz y cura, ellas han madurado para Jesús.
La parte más difícil es ayudarlas a creer que ellas son buenas porque Dios vive dentro de ellas. Dios no las abandona.
Cuando el COVID-19 llegó, fui afortunada porque estoy bajo contrato con la diócesis para trabajar en la prisión por lo que podía continuar yendo allí. Los voluntarios y voluntarias no lo podían hacer. Les ofrecí espiritualidad y arte. Pero la actividad más importante que tuve fue la de visitar las unidades y a cada persona.
Ellas quieren ser vistas. Esa pequeña visita indujo muchas «bendiciones». Darles a conocer que Dios las ama brindó muchísima paz.
En la actualidad, en muchas prisiones y celdas, los voluntarios y voluntarias aún no pueden hacer visitas. ¿Entonces, en que otro lugar podemos hallar a una encarcelada que no sea en la prisión estatal de mujeres de Cambridge Springs?
Me reuní con ellas todos los días en la Universidad Mercyhurst. Estudiantes que luchan por sentirse bien consigo mismas — para encontrar un significado en sus vidas — para creer que son amadas — que Dios está con ellas. Tú estás BIEN porque Dios te creó a Su imagen — seas: heterosexual, LGBTQ+, de distinta etnia, autista, incapacitada, etc. Todas las personas somos una—con el mismo ADN — Todas creadas por AMOR.
Mira alrededor de tus vecinos, parientes y amigos que luchan por creer en sí mismos. Muchos de ellos están en prisión en sí mismos.
¿Cómo podemos liberar a quienes se han encarcelado a sí mismos? ¿Cómo nos liberamos nosotros mismos? La respuesta es amor — Lucas 6:27-38.
Mira a tu alrededor y sé consciente en esta Cuaresma. Los jóvenes, los mayores, quizás, todos los que luchamos por ser aceptados por ser como somos. Muchas veces, las personas se convierten en la persona que ellos creen que la gente quiere que sean, y, de no ser así, se creen que son inferiores.
¿Cómo salimos y todos los demás de las prisiones que nos hemos impuesto a sí mismos?
«Todas las cosas están colmadas con la presencia sagrada». (Salmo)
«Dios no nos llama para hacer cosas extraordinarias, sino para hacer cosas sencillas con un amor extraordinario». (Jean Vanier)
Los prisioneros saben que están encarcelados. En esta Cuaresma, tomemos conciencia de que estamos encarcelados y que muchos de los que caminan a nuestro alrededor también lo están.
En esta Cuaresma, reserva un momento de paz para estar con Dios. O para tomar conciencia de que Dios está en todas partes; así que date cuenta que Dios está en todas las cosas, especialmente con las personas con las que entras en contacto. Haz que tu saludo brinde una sonrisa. Ora en especial por la gente que juzgas o que no te agrada. Envíales el amor de Dios. Deja que Dios cure… o te cure para que aceptes a las personas como son en estos momentos. Todos poseemos a Dios.
Ora en esta Cuaresma para no juzgar a la gente y perdonar las faltas que te han hecho. Dedica un tiempo para que el silencio se convierta en amor hacia los demás. Es fácil desistir a la comida en la Cuaresma, pero es más difícil desistir a juzgar y a no perdonar.
En esta Cuaresma, dale más ternura al mundo, y el mundo en el que vivimos se convertirá en un lugar más amable.
Todo sería nada sin la expresión exuberante de Dios.