Por la Hermana Edia “Tita” Lopez García
La Esperanza se hace genuina en la Misericordia actuante.
“La esperanza no es ingenuidad ni es una mirada pueril incapaz de ver carencias en la realidad: es una mirada que entreve posibilidades y no es un brindis al sol”.
Lo ha constatado en un webinar organizado por Aleteia el filósofo y teólogo Francesc Torralba, miembro del Pontifico Consejo para la Cultura y profesor en la Universidad Ramon Llull en Barcelona, donde dirige la Cátedra Ethos.
Hoy, la humanidad enfrenta un reto urgente como es el frenar el calentamiento global. El cambio climático se intensifica y amenaza todos los aspectos de la vida sobre el planeta.
Intentando dar respuesta a esta crisis global, más de 130 líderes del mundo se reunieron en Gaslow, Escocia en noviembre para la cumbre climática COP26. Se comprometieron a revertir la deforestación y reconocieron que el gas metano y el carbón contribuyen al cambio climático, provocando así un tercio del calentamiento actual de Tierra.
Frente a esta realidad, siento que hay una sensación de confusión, desespero y decepción con los resultados en la Conferencia en Gaslow, pues el documento final se quedó “débil” y falto de compromiso como lo catalogó la ONG Internacional Greenpeace.
Estoy convencida de que el caos actual, anuncia nuevos tiempos, una nueva era. En esta fase actual nos damos cuenta de que formamos una sola especie humana; una gran comunidad compuesta por una gran variedad y que habitamos una casa común, Tierra.
Durante este tiempo de Adviento, 2021 quisiera hacer resonar las palabras del autor Torralba sobre la esperanza cristiana: “Las crisis nos enseñan, los fracasos nos ayudan a mejorar”,escribe él “en una crisis hay tendencias egoístas y altruistas” y sugiere que, frente a la crisis, primero debería atenderse al más vulnerable, el que está en situación de más riesgo, el más frágil, porque es más incapaz.
Esto es para mantenernos con esperanza y para movernos en este tiempo de la noche oscura que vivimos, con la certeza de que no estamos solos/as. Sabemos que Dios no se revela solo en la historia humana, sino también en la creación entera, ella viene de Dios y es expresión de su amor. Ya desde el principio, “el espíritu de Dios se cernía sobre la superficie de las aguas (Gen. 1, 2), y sigue presente en la vida y la belleza de todo lo creado; el compromiso cristiano nos mueve a mantener la esperanza, aunque veamos que todo se derrumba a nuestro lado. Somos conscientes que la virtud de la esperanza se puede ejercitar y cultivar. La esperanza, como también enseñan los santos y santas como Edith Stein, es que somos sostenidos, incluso cuando todo se desmorona”. Debemos emprender el camino sobre el cuidado, el cariño, la sostenibilidad y la responsabilidad colectiva, eso dará esperanza a todos y todas en la Madre Tierra.
Tal vez cabe hacernos la pregunta; ¿Para hacer más sostenible la vida, para mantener la esperanza que cosas concretas me comprometo a hacer?
Por lo tanto, debemos asegurar no llegar demasiado tarde a este camino JUNTOS /AS, nos puede salvar.