Por Cynthia Sartor, Compañera en Misericordia
Cuando se trata de definir a las Compañeras en Misericordia, a veces es más fácil referirse a la tradición medieval de las Beguinas. Ellas fueron un grupo de mujeres que formaron una comunidad basada en la espiritualidad compartida. Si bien no hacen votos canónicos reconocidos, se comprometen a una vida de oración, servicio, un estilo de vida sencillo y a apoyarse mutuamente. Algunas de las Beguinas viven juntas; otras viven por separado pero siempre con el compromiso de compartir la oración y el servicio.
Las que somos Compañeras, somos como las primeras Beguinas. Somos un grupo autónomo e independiente que nos apoyamos en nuestro caminar espiritual. Actualmente, nuestro grupo está conformado por 11 miembros de Colorado, Michigan, Indiana, Pennsylvania, Missouri, New Hampshire y Connecticut. Nos reunimos dos veces al año para tener cuatro días de oración, apoyo, espiritualidad compartida y la alegría de estar juntas y hacer la experiencia de comunidad. A lo largo del año, nos escribimos circulares mensuales para dialogar lo que ha estado sucediendo en nuestro viaje espiritual y nuestras experiencias de vida. Con frecuencia nos llamamos por teléfono, enviamos correos electrónicos y nos visitamos ocasionalmente. Si bien nos separan millas, es de gran importancia que mantengamos el contacto entre nosotras.
Cada una de nosotras participa en un ministerio o ministerios en los que compartimos misericordia. Actualmente, una miembro cuida de un familiar anciano, otra enseña inglés a personas que no hablan el idioma, otra es una artista, varias trabajan en la atención médica, tres son directoras espirituales y otras trabajan desarrollando jardines urbanos en una gran ciudad.
La elección, o elecciones, de ministerio y su interpretación es una cuestión personal y depende plenamente de cada miembro. Nuestra meta es seguir el ejemplo de Catalina McAuley: llevar misericordia y ser misericordia donde sea y cuando sea posible.
Cada una de nosotras tiene su propia razón para unirse. Algunas han sentido un deseo de «profundizar» su vida espiritual, otras expresaron un interés en pertenecer a una comunidad de oración y de servicio, y otras han declarado que siempre han sentido un llamado para algo más significativo en sus vidas. Como dijo una compañera: «El apoyo, la responsabilidad y pertenencia a este grupo me ayudan a concentrarme en mi misión, compromiso y misericordia».
En conclusión, unirse a las Compañeras en Misericordia es un llamado. No se puede explicar fácilmente. Somos una comunidad de personas andando juntas por el camino de la vida buscando un gran sentido y una profunda relación con Dios.
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