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Miércoles de Ceniza, un Tiempo de Afinar los Acordes

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Por la Hermana Angelina Mitre

Iniciamos hoy el Tiempo de Cuaresma. Es un tiempo para afinar los acordes en todos los aspectos de nuestra vida: motivaciones, sentido de la vida y actitudes personales. Las situaciones que vivimos son un llamado a este cambio de actitudes personales que se fundamenta en el mandamiento del amor.

Estas situaciones tocan nuestras entrañas de misericordia. La mujer que pide ayuda para comprar los ingredientes de las arepas que puede vender para tener el alimento de sus hijos. El adolescente que al dejar su país se ve aislado porque ahora vive en un barrio de la ciudad donde hay delincuencia. Antes vivía en el campo con sus familiares y se dedicaba a tejer pulseras, a cargar leña, para conseguir algo de dinero, tenía muchos amigos. Ahora busca como insertarse en esta realidad del nuevo país.

Las personas que ante la situación económica difícil sienten que no hay futuro para ellas. Las personas migrantes que se aferran a su fe en el Dios providente.

La destrucción de bosques, la escasez de agua para el consumo de las comunidades. La corrupción que se da en nuestros países, el sentido de inseguridad, la impunidad; el silencio de la mayoría, la lucha por la sobrevivencia, son situaciones que nos llaman a un cambio de actitudes.

El profeta Joel nos dice:

Vuélvanse al Señor Dios Nuestro porque es compasivo y misericordioso.

Ante la plaga de langostas que azota los campos de cultivo, el profeta pide a la gente una jornada de ayuno y penitencia para suplicar la compasión divina.

Los salmos nos hablan de la condición humana de falta de fidelidad a la alianza con Dios:

¿Por qué recitas mis mandamientos y tienes en la boca mi alianza, tú que detestas la corrección y te echas a la espalda mis mandatos?

Ante la denuncia de Dios, el salmista expresa el arrepentimiento del pecador que reconoce su pecado y suplica:

Ten piedad de mí, oh Dios, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa, lava del todo mi delito y limpia mi pecado.

Crea en mí, oh Dios, un corazón puro.

Renueva en mi interior un espíritu firme.

Devuélveme la alegría de tu salvación, afiánzame con tu espíritu generoso.

Volver al Señor para que pueda crear en nosotros un corazón puro, nos dé un espíritu nuevo, mantenga un alma generosa y podamos regocijarnos.

San Pablo nos exhorta a no echar en saco roto la gracia de Dios, ahora es el tiempo de la salvación, de actuar, de practicar las obras de piedad, oración y ayuno. Es tiempo de reconciliarnos, de restablecer la paz integral entre las personas, los pueblos, con la madre Tierra; es la realización del shalom bíblico que implica plenitud de vida y de convivencia. Es el anhelo de Dios para una nueva humanidad.

En el evangelio de San Mateo, el Maestro insiste en atender más a la intención del corazón, a empeñarse en crecer y madurar en la relación con el Padre del Cielo y no a buscar el interés personal o el culto a la imagen. La verdadera conversión a Dios se manifiesta en una apertura generosa y desinteresada hacia las obras de misericordia, una apertura a la fraternidad.

El Papa Francisco nos recuerda que la Cuaresma es volver a descubrir que estamos hechos para el fuego que siempre arde, no para las cenizas que se apagan de inmediato.

Que nuestro fuego se vea brillar por nuestro corazón purificado por el Dios de misericordia, y nuestra práctica de las obras de misericordia.