Por Hermana Ana Siufi
Como me escribió este lunes pascual una amiga, poco simpatizante de la Iglesia, “hoy estamos un poco más solos en nuestra búsqueda de justicia”.
Te fuiste Francisco, pero como un sencillo y humilde hombre latinoamericano que serás recordado por muchos con cariño y gratitud. En cambio, para otros, fuiste un papa indeseable por reformista eclesial y por ser crítico del sistema de mercado y el negocio de las guerras.
No tengo mucho para agregar a tanto que se dice sobre tu vida y además, tus encíclicas continuarán anunciando el Evangelio con tu voz. Pero quiero agradecerte que hiciste lo posible por descongelar el Concilio Vaticano ll para que la Iglesia sea más transparente, pobre, inclusiva, defensora de los empobrecidos, indígenas, migrantes …, respetuosa de la diversidad, cuidadosa de la madre tierra, menos clerical y más sinodal.
Gracias por buscar un mundo más justo y por alertarnos sobre la deshumanización y la insensibilización que nos impide sentir el dolor de otros y actuar para devolverle sus derechos a tantos descartados por un sistema que mata.
Gracias por denunciar el negocio de las guerras, el extractivismo devastador de ecosistemas y el colonialismo que perdura. Por ser un constructor de canales de diálogo y paz y sembrar esperanza, aunque no viste mucha cosecha.
Gracias por ser tan argentino: amante del futbol, del mate, del tango, de la literatura, del humor, de las charlas de café, de andar por las calles como uno más, de la devoción a María.
Francisco descansa en el amor y reza por nosotros, llamados a continuar con coraje y compasión, este largo camino de transformación de la Iglesia y el mundo. Te abrazo desde tu tierra argentina.