Más de 50 hermanas, asociadas, asociados y colegas en el ministerio se unieron a la Asamblea de los Pobres y a la Marcha Moral en Washington, D.C., el sábado 18 de junio de 2022. A continuación encontrarán las reflexiones de dos hermanas que participaron.
Podemos hacer la diferencia
Por la Hermana Carren Herring
«¡Ya no callaremos más!» corearon aproximadamente 100.000 personas reunidas a la sombra del Capitolio, el 18 de junio, pidiendo por un renacimiento moral a nombre de 140 millones de personas pobres y de bajos ingresos en nuestro país. Me enorgulleció ser una Hermana de la Misericordia entre personas de todas las religiones o sin creencia alguna y les dije a nuestros legisladores que todo el pueblo nos mantenemos en unidad contra el racismo sistémico, la pobreza, la devastación ecológica, el militarismo, la economía de la guerra y el nacionalismo religioso. Ahora es el momento de brindar a todas las personas acceso necesario para alimentos, vivienda y atención médica.
Los afiches proclamaban:
«¡Levanten desde el fondo y todos serán elevados!»
«39 millones de la fuerza laboral ganaba menos de $15 dólares la hora, en 2021».
«Fin al dinero sucio».
«¡$$$ para los pobres no para la guerra!»
Las madres de familia contaron historias de cómo tuvieron que elegir entre medicamentos o alimentos, de niños que se suicidaron porque las visitas de salud mental llegaron a un límite, de niños abandonados porque padres y madres tenían dos o tres trabajos.
Fue una tentación sentir que no ha cambiado nada en todos nuestros años de trabajo por la justicia. El racismo sigue siendo un flagelo; el gasto militar sigue aumentando; la homofobia, el sexismo y todos los demás «ismos» siguen marginando a las personas. El salario mínimo federal de $7.95 no ha cambiado desde 2009.
Pasar 30 horas esperando y viajando en un autobús para estar solo seis horas en la marcha fue abrumador, pero para mí fue importante hacerme presente. Este es nuestro momento. Debemos levantarnos y hacer que se nos escuche. Si no hubiera participado, no habría conocido a la organizadora de la manifestación de Ohio, una mujer musulmana cuyo hijo pequeño fue asesinado por 40 dólares y su teléfono celular, ni habría escuchado su historia de presentarse en la corte para perdonar al niño de 14 años condenado por su asesinato. No hubiera escuchado las alegrías y tristezas de nuestra capitana de autobús, Zeva, joven transgénero. No me hubieran inspirado las personas que sufrieron cancelaciones de autobuses, averías y retrasos pero que mantuvieron un espíritu pacífico.
Cuando llegué a casa el domingo muy temprano, observé los pájaros en el comedero de mi patio posterior. Me di cuenta de que quizá no esté alimentando a todos los pájaros ni logrando justicia para todas las personas, pero estoy ayudando a algunas personas, y eso hace la diferencia.
Así es como se ve la solidaridad
Por la Hermana Diane Guerin
«El arco del universo moral es grande. Pero se inclina hacia la justicia».
The Rev. Dr. Martin Luther King, Jr.
Miles de personas negras, blancas, asiáticas, latinas, solteras, familias, personas de la tercera edad, jóvenes y adultas, de muchas denominaciones religiosas, así como comunidades de mujeres religiosas y muchas más abordaron autobuses con destino a Washington, D.C., para unirse a miles más el 18 de junio en la Plaza de la Libertad, a la vista del Capitolio de los Estados Unidos. Otras personas que no pudieron viajar a Washington, transmitieron la marcha desde sus computadoras. La Campaña de los Pobres estaba comenzando y las esperanzas y sueños de millones eran tangibles cuando la multitud entusiasta comenzó su marcha. ¡Así se ve la solidaridad!
La Campaña de los Pobres, que recuerda un evento similar en 1968 dirigido por el Reverendo Dr. Martin Luther King, Jr., desafiaba muchos de los mismos problemas abordados hace más de 50 años, en la marcha inicial: pobreza, atención a la salud, vivienda, educación, derecho al voto, racismo, esencialmente, asuntos que afectan en desproporción a la gente más empobrecida por estructuras y sistemas injustos. Hoy, además de estos asuntos, incluimos la violencia armada, la devastación de la Tierra, los desafíos que enfrentan las personas de distintas etnias y la comunidad LGBTQ+.
El Reverendo William J. Barber, uno de los organizadores de la campaña, articuló con elocuencia estos problemas y asuntos, desafiando a quienes estábamos allí reunidos a formar parte de un movimiento por el cambio. Hizo hincapié de que esta no era una reunión de un día, sino un compromiso continuo para estar disponibles a sacrificarse por el cambio. La clave de este esfuerzo son la inclusión y la interconexión. Una mirada a la multitud confirmó esto.
De entre quienes se nos unieron virtualmente hubo personas que durante muchos años «aparecieron» y se unieron a tales acciones. Otras personas ya no están, pero fueron modelos que encendieron nuestras propias conciencias y despertaron nuestra propia sed de justicia. Quienes ya no pueden marchar junto a las personas que estaban en Washington siguen comprometidos y solidarios. Estas «figuras de sabiduría» todavía están muy comprometidas y tienen mucho que enseñarnos acerca de lo que significa permanecer en la lucha.
Solidaridad significa hacer conexiones significativas entre las luchas y el pensamiento y trabajar juntos en las intersecciones para desentrañar las opresiones entrelazadas que no se pueden compartimentar en nuestra comprensión o en nuestras soluciones. La solidaridad no es un destino. Debe ser un compromiso en los medios y procesos a través de las relaciones humanas y formas de ser justas y equitativas que se reflejen en el mundo transformado que estamos construyendo.
(Círculos de Solidaridad de Justicia Social, https:\\emerson.edu -social justice)
Consideren, por un momento, las muchas formas en las que hayan mostrado solidaridad con otras personas que buscan la justicia social. Pudo haber sido en una marcha o manifestación, pero hay muchas otras formas de conectarse y apoyar a los demás. ¿Alguna vez enviaron una carta a un legislador o legisladora, llamaron a la oficina de un/a representante oficial o se reunieron con un/a asistente legislativo/a sobre un tema de justicia? Eso es solidaridad. ¿Escribieron una carta a su editor/a, o escribieron una editorial para un periódico local? Eso es solidaridad. ¿Votantes con registro, participaron en un banco de teléfonos para que la gente saliera a votar o llevaron a la gente a las urnas? Eso es solidaridad. ¿Prepararon el almuerzo para quienes estaban en la marcha, empacaron refrigerios para quienes viajaban a una marcha, involucraron a familiares o amigos en una conversación relacionada con un tema de justicia? Eso es solidaridad.
La Campaña de los Pobres: Una Marcha Moral en Washington y hacia las Urnas, nos recuerda que esta lucha es una cuestión moral. La integridad, la dignidad y el respeto son un factor integral para este movimiento. Unidos en nuestras luchas, el movimiento une a las personas sin fronteras de raza, religión, etnia —y de todas las diferencias— para unirse e influir en la movilización y el actuar por el cambio de política que continúa separando y dividiendo.
El Rev. Barber dijo que esto no era una «insurrección» sino una «resurrección». ¿Están dispuestas/dispuestos a estar de pie con las mujeres en la tumba de Jesús y testimoniar y anunciar la resurrección con sus oraciones y acciones comprometidas? Es una pregunta que toda la gente se debería hacer como hombres y mujeres de fe.