Por Catherine Walsh, redactora de reportajes
Esta historia es la séptima en una serie que destaca cómo las Hermanas de la Misericordia están abordando los siete objetivos de la Plataforma de Acción Laudato Si’ del Papa Francisco.
Junto con la importancia de los pequeños gestos cotidianos, el amor social nos mueve a diseñar estrategias más amplias para detener la degradación ambiental y fomentar una «cultura de cuidado» que impregne toda la sociedad. Cuando reconocemos el llamado de Dios a intervenir junto con los demás en estas dinámicas sociales, debemos recordar que eso es parte de nuestra espiritualidad, que es ejercicio de la caridad y que de ese modo madura y nos santifica. (Laudato Si’, párrafo 231)
Algo especial ha sucedido a lo largo de los años desde que las Hermanas de la Misericordia comenzaron a servir con la gente del Valle del Río Grande en el sur de Texas, cerca de la frontera entre Estados Unidos y México, en 1875.
Las hermanas y las mujeres, los niños y las familias de la comunidad inmigrante mexicana han formado un estrecho vínculo. Y en los últimos años han forjado un compromiso mutuo con la misión de la Misericordia de cuidar nuestra Tierra. De hecho, han puesto a Tierra en el centro de su trabajo juntos este año en cuatro centros comunitarios ARISE Adelante que están coauspiciados por las Hermanas de la Misericordia y las Hermanas de la Caridad del Verbo Encarnado. Desde enero, un grupo de Mujeres de Misericordia —Mujeres de Misericordia en ARISE se comprometen a vivir según el carisma de la Misericordia o el modo de vida— han centrado sus reuniones mensuales en las necesidades de nuestra casa común.
No todas las mujeres son católicas o están familiarizadas con la encíclica del Papa Francisco. Pero, atender las necesidades de la Tierra tiene sentido para las personas que llaman al Valle del Río Grande su hogar, dice Lourdes Flores, presidenta de ARISE.
«Somos personas a las que les gusta trabajar la Tierra, la Tierra», dice. «Hablamos de nuestros ranchos en México, donde la Tierra se convirtió en parte de nosotras a medida que cultivábamos maíz, chiles, tomates, pimientos y otras verduras. Anhelamos la Tierra, aunque no tengamos tanto espacio aquí. Entonces, la idea de enseñar a nuestra comunidad que podemos hacer cosas pequeñas, desde reciclaje hasta jardinería, y que estas cosas pueden afectar el panorama general, es emocionante. La gente se siente bien haciendo su parte».
Las Mujeres de Misericordia planificaron y dirigieron un Via Crucis el Viernes Santo, que atrajo a más de 100 personas, dice Lourdes. «Vimos a traves de la oración ferviente cómo las fábricas impactan nuestra Tierra y lo que podemos hacer de manera local para ayudar a lograr el cambio en todo el mundo. Nuestro Via Crucis fue una poderosa experiencia de oración, acción y educación».
Hermana Patricia «Pat» Mulderick, quien ha estado sirviendo en la frontera desde enero de 2021, después de más de tres décadas en Perú, señala que las mujeres colaboraron en todos los aspectos del Via Crucis, especialmente en las estaciones. «En el pasado, las Estaciones de la Cruz se enfocaban en caminar con nuestros hermanos y hermanas inmigrantes», señala. «Pero las mujeres dijeron que querían centrarse este año en el asunto crítico de la Misericordia sobre Tierra, porque el Grito de la Tierra sufriente es como el Grito de los Pobres».
El ambiente y la salud de la comunidad están entre los pilares de ARISE, que fue cofundado por Ramona Casas, organizadora social de justicia de ARISE y la difunta Hermana Gerrie Naughton en 1987. Según Ramona, Hermana Gerrie creyó que el cuidar nuestra Tierra era una parte integral de empoderamiento personal y cultural. «Ella acentuó tomar el cuidado de las plantas y flores, así como respetar nuestras tradiciones, la cultura y los valores», recuerda Ramona, que acredita a la hermana con el reconocimiento de sus habilidades de liderazgo. «Hermana Gerrie dijo una vez, antes de que usted corte una flor, pídale su permiso».
Cada centro ARISE promueve activamente el cuidado de nuestra Tierra, desde el compostaje y el embellecimiento de sus oficinas con arte creado a partir de productos reciclados, hasta la plantación de jardines comunitarios y la educación sobre cómo usar calentadores solares para el agua en sus hogares, continúa Ramona. «Nuestras colonias (barrios) han tenido muchos cambios, debido al cambio climático y al desarrollo de la tierra en subdivisiones. Tenemos la mitad de los campos que teníamos hace años. En ARISE queremos enseñar a las comunidades sobre la energía limpia y la necesidad de adaptar la forma en que construimos nuestras casas para que sean más frescas en el verano y conserven agua. La sequía es un gran problema aquí».
Ver la pasión con la que las mujeres de ARISE cuidan de nuestra Tierra inspira a Hermana Pat. «Tienen un compromiso profundo con nuestro medio ambiente, un compromiso vivido. Para estas mujeres, el cuidar nuestra Tierra es un ministerio».
Nota de la redactora: Tres Hermanas de la Misericordia Pat Mulderick, Theresa «Terry» Saetta y Rose Weidenbenner viven y sirven en el Valle del Río Grande e invitan a otras hermanas y voluntarias/os a unirse a ellas por un tiempo. Hermana Rose ha vivido en el valle durante nueve años y sirve en la mesa directiva de ARISE. Hermana Pat comenzó a ser voluntaria en la frontera en enero de 2021 cuando la pandemia le impidió regresar a Perú, y Hermana Terry se unió a ella en abril; ambas mujeres respondieron al llamado de la Conferencia de Religiosas en Liderazgo (LCWR) para ayudar a migrantes que llegaban allí en gran número, debido a la inmensa violencia y pobreza en América Central, Haití y otros lugares. Comuníquense con Hermana Pat en pmulderick@sistersofmercy.org si le interesa servir como voluntaria o voluntario.