Por Lisa Wieland, Asociada de la Misericordia, maestra de inglés y coordinadora del programa ARISE (experiencia de servicio de inmersión rocket en Assumption) en Assumption High Schoolen Louisville, Kentucky
Cada año, las estudiantes de último año de Assumption High School en Louisville pueden participar en el programa ARISE (experiencia de servicio de inmersión rocket en Assumption). Por lo general, viajan a sitios que tienen una conexión con la Misericordia y pasan una semana explorando la misión de las Hermanas de la Misericordia y de Assumption High School. Generalmente, alrededor de 70 estudiantes —o alrededor de un tercio de la clase del último año— participan en ARISE, comprometiéndose a un proceso de discernimiento y formación de meses, antes del viaje.
A nivel regional, las estudiantes viajan en grupos a Cincinnati con docentes líderes, para hacer la experiencia de las necesidades de una población urbana, o Apalache, para trabajar con esa población rural. Otro grupo va a Washington, D.C., para trabajar con el Equipo de Justicia de la Misericordia, haciendo un trabajo de incidencia en torno a uno de los Asuntos Críticos de las Hermanas. En el pasado, visitamos Belmont, Carolina del Norte; las Tribus Pueblo en Nuevo México; y la Tribu Pascua Yaqui en el sur de Arizona.
También ofrecemos por lo menos un viaje internacional. Anteriormente, trabajamos junto a estudiantes en Alpha Academy en Kingston, Jamaica, y conocimos a estudiantes en St. Catherine Academy en la ciudad de Belice, en Belice. También visitamos Nicaragua.
Si bien gran parte de nuestro trabajo es de servicio, las estudiantes también hacen un encuentro con otras culturas, hacen experiencia de la comunidad, practican la vida sencilla y participan en la oración.
Este último año, la pandemia hizo imposible viajar. Sin embargo, quisimos brindar a las estudiantes la oportunidad de hacer la experiencia ARISE. En esencia, el programa busca ayudar a las estudiantes a comprender más profundamente el «Círculo de la Misericordia» y explorar lo que significa «vivir la Misericordia» después de graduarse. Yo les digo que, así como Dios no tiene manos en la Tierra excepto las nuestras, Catalina McAuley no tiene manos en la Tierra excepto las nuestras.
Como coordinadora del programa ARISE, yo necesitaba encontrar una manera de hacer llegar este mensaje a las estudiantes y mantener las relaciones que tenemos con nuestras agencias asociadas. Siempre les he dicho a las estudiantes: «No importa dónde hagan el servicio, sino que hagan el servicio». Por lo tanto, viajar, aunque es maravillosamente revelador, no es la parte más importante de nuestro programa. Los componentes más críticos de la experiencia ARISE son nuestras cuatro piedras angulares: oración, comunidad, servicio y vida sencilla. Me comuniqué con directores de los sitios con los que solemos trabajar y les pregunté si tenían necesidades que pudiéramos satisfacer virtualmente. Todos acogieron bien esta opción. No habían tenido grupos de voluntarias/os desde que comenzó la pandemia y a menudo operaban con un personal reducido, por lo que les emocionó mucho ayudarnos a planificar una experiencia significativa ARISE.
A diferencia de los años típicos, las estudiantes no participaron en un proceso de discernimiento y la mayoría de la clase del último año participó. En lugar de un programa de una semana, tuvimos dos días para inculcar en nuestras estudiantes todas las partes valiosas de ARISE y hacer que participaran en un servicio real. Con un equipo de líderes del «sitio» de la facultad y del personal, planificamos lo que hemos venido a llamar «ARISE REPRISE». Comenzamos el primer día con la formación, que incluyó sesiones sobre cada uno de los cuatro pilares, temas de actualidad relacionados con los Asuntos Críticos y el discernimiento como práctica para la toma de decisiones a lo largo de la vida. Las estudiantes escucharon a oradoras sobre cómo han vivido la Misericordia más allá de la escuela secundaria, en sus vidas como atareadas estudiantes universitarias, como mujeres en la fuerza laboral y más. Nuestra formación concluyó con un servicio de oración durante el cual las estudiantes fueron llamadas a un «sitio» específico para su trabajo.
En grupos de alrededor de 14, y con dos líderes adultas/os, las estudiantes «viajaron» a sus sitios para comenzar el proceso de construcción de comunidad. Se reunieron virtualmente con representantes de los sitios para aprender más sobre su misión, las poblaciones a las que sirven y las necesidades que satisfacen las voluntarias. Escucharon detalles sobre su proyecto de servicio particular e hicieron planes para completar esas tareas. Concluyeron este primer día con una oración y una reflexión compartidas.
Cada grupo del sitio regresó a la mañana siguiente, participó en oración y reflexión, y comenzó el servicio. Sus proyectos eran variados, pero todas tenían un propósito.