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Hermana Teresa Mong Kieu Dao Thi 

Llegarán los días –oráculo del Señor–  
    en que yo cumpliré la promesa  
    que pronuncié acerca de la casa de Israel  
    y la casa de Judá. 
En aquellos días y en aquel tiempo,  
    haré brotar para David un germen justo,  
    y él practicará la justicia y el derecho en el país. 
En aquellos días, estará a salvo Judá  
    y Jerusalén habitará segura.  
    Y la llamarán así:  
    «El Señor es nuestra justicia».

(Jeremías 33,14-16) 

El Adviento es una temporada de espera del cumplimiento de las promesas de salvación de Dios. Nos recuerda sobre la intervención milagrosa de Dios: «Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros» (Juan 1,14). Dios está con nosotros, compartiendo tanto el regocijo como el sufrimiento. 

La lectura del libro de Jeremías nos lleva hacia la esperanza de un futuro en el que Dios cumplirá su promesa. De la casa de David surgirá el Justo, quien traerá justicia, paz y seguridad, y el pueblo de Israel se salvará. La expectativa de esta promesa llenaba los corazones del pueblo de Israel, que anhelaba el día cuando la justicia de Dios reinara y ellos tuvieran verdadera paz.  

Al comenzar el camino de Adviento, se nos llama a esperar con anhelo, paciencia y confianza, sabiendo que el tiempo de Dios es siempre perfecto. Este es un anhelo activo por la presencia de Cristo en nuestras vidas. Nos recuerda que aun en tiempos de inseguridad y desafíos, Dios está con nosotros. Siempre está presente en la tierra de nuestras almas. Mientras esperamos a Dios, Dios también espera por nosotros para que tengamos «un regreso a casa» y le busquemos en lo más profundo de nuestros corazones. Él nos da esperanza y fortaleza para ser transformados en santidad por el poder del Espíritu Santo y esperanza para que los corazones llenos de odio, egoísmo y violencia sean transformados y reemplazados por el perdón, la compasión, la generosidad y la inclusividad. Que fomentemos amor y respeto por quienes nos rodean, ya que nuestra fe nos asegura que ellos son nuestros hermanos y hermanas, todos hijos e hijas de nuestro Padre Celestial. «Que el Señor los haga crecer cada vez más en el amor mutuo y hacia todos los demás, semejante al que nosotros tenemos por ustedes» (Tesalonicenses 3,12). Que estemos preparados para caminar juntos en comunión y emprendamos una misión común a través de una participación dinámica en la Iglesia sinodal. 

Preguntas de reflexión: 

¿Qué esperas en este tiempo de Adviento? 

¿Cómo puedes cultivar activamente la esperanza en tu corazón en este Adviento respecto a los signos de los tiempos? 

¿De qué manera puedes compartir la justicia y la paz de Dios con quienes te rodean durante este tiempo de anticipación? 

La canción “Return Again