La violencia en la política no tiene ningún propósito legítimo. Se utiliza para intimidar, coaccionar y silenciar las voces de la oposición. La «alteridad» de individuos y grupos, las amenazas de violencia y el indulto a actos violentos aumentan las divisiones y debilitan el estado de derecho. Esto daña nuestra democracia.
El mundo está al borde de un evento potencialmente devastador, ya que Irán e Israel llevan a cabo ataques militares que ahora han involucrado a las poblaciones civiles.
Y ya se está considerando la participación militar de EUA de una manera sorprendentemente pública y despreocupada, frente a las cámaras de TV, con poca o ninguna mención al uso de canales diplomáticos.
Esta actitud frívola hacia un posible papel de EUA en un conflicto en escalada es el resultado aterrador del entorno actual, que da rienda suelta a actos y amenazas de violencia, especialmente contra figuras públicas y autoridades elegidas.
Lamentamos los asesinatos de la legisladora de Minnesota Melissa Hortman y su esposo Mark, el ataque contra otro legislador estatal y su esposa, el ataque incendiario contra la residencia del gobernador de Pensilvania, el asesinato de dos personas jóvenes diplomáticas en Washington, D. C., y los intentos contra Presidente Donald Trump el verano pasado durante la campaña electoral.
Si queremos ser un pueblo que viva el llamado del Evangelio a construir la paz, debemos proclamar una letanía de paz, no una letanía de actos de violencia.
Nosotras, las Hermanas de la Misericordia de las Américas, nos esforzamos por practicar la no violencia en nuestras propias vidas, y oramos para que las autoridades electas tengan la sabiduría para liderar, en palabra y acción; que busquen soluciones diplomáticas, para mostrar a todas las personas que hay otro camino: el camino del diálogo, el camino de la dignidad y el respeto, y el camino hacia la paz.