Hermanas de la Misericordia instan a una acción inmediata para acabar con la violencia armada
Las Hermanas de la Misericordia de las Américas se sienten indignadas y entristecidas por la pérdida de nueve vidas y las heridas sufridas por otras siete personas en Allen, Texas. Ofrecemos nuestras más profundas condolencias y oraciones a las familias y víctimas del tiroteo masivo y a la comunidad cuyas vidas han sido sacudidas por este horrible acto. Y nos sumamos con urgencia y sin cesar a quienes dicen que ya ha pasado demasiado tiempo y que nuestras leyes sobre las armas deben cambiar.
Según las estadísticas, se trata del segundo peor tiroteo masivo ocurrido este año en Estados Unidos, pero lo más preocupante es que es sólo uno de los 208 tiroteos masivos de 2023. Cada uno de ellos deja tras de sí un rastro de angustia y miseria. Como personas de fe comprometidas con la no violencia, sabemos que incluso un solo tiroteo es demasiado. No hay ningún lugar seguro.
El tirador vestía equipo táctico y portaba un arma de asalto en un centro comercial. Pudo llevar a cabo este horrible acto gracias a la facilidad con la que se pueden obtener estas armas: el 25% de todas las armas fabricadas son AR-15. La industria de las armas se está beneficiando de estos asesinatos y ha ganado 11 mil millones de dólares con la producción de 13.7 millones de AR-15 en los 10 cortos años transcurridos desde la tragedia de Sandy Hook. Todo gira en torno a las armas.
Nuestras palabras llenas de tristeza e indignación no son nuevas, pues ya las hemos expresado demasiadas veces. No estamos solas en estos sentimientos y las encuestas muestran que, en medio de la creciente frecuencia de los tiroteos masivos, son muchas más las personas de los Estados Unidos que están a favor del control de armas, incluyendo la prohibición de las armas de asalto.
Como sociedad, hemos experimentado los efectos continuos de una cultura que glorifica el uso de las armas, no da prioridad al valor de cada vida humana y a menudo promueve la violencia. Con cada tiroteo masivo hemos visto crecer la indignación, pero la violencia continúa. Nosotras, como Hermanas de la Misericordia, estamos llamadas a la comunidad y a demostrar activamente lo que significa vivir una vida de no violencia.
La no violencia no es pasiva. Es necesaria una acción justa e inmediata para poner fin a este ciclo de miseria. Las Hermanas de la Misericordia no están solas: Nos hemos unido a otras 50 congregaciones de religiosas para decir que las declaraciones individuales no son suficientes. Juntas somos más fuertes, e invitamos a otras personas a ayudar a crear una cultura de no violencia. Instamos a nuestros líderes a poner las vidas humanas por encima de la conveniencia política. Las autoridades deben hacer cumplir las leyes existentes sobre las armas y el Congreso debe promulgar normativas sensatas para restringir el acceso a armas mortales.