Edad 88
Hermana Mary Sarah McNally, RSM, edad 88, miembro de las Hermanas de la Misericordia de las Américas, murió en paz el 14 de diciembre de 2025 en el convento McAuley en Merion, Pensilvania.
Nacida el 8 de febrero de 1937, Joan Theresa fue recibida a la familia McNally por sus amorosos padres, Hugh y Sarah McNally. Como la única hija, Joan seguía el paso de sus tres hermanos y sus amigos, felizmente disfrutando de las aventuras de crecer en su vecindario de Chestnut Hill. Su fe fuerte fue fomentada en su casa, su primaria de la Parroquia Santa Cruz y en la Preparatoria de la Pequeña Flor. Más tarde en su vida, Joan confesó que ella era un desafío para sus padres y maestros, porque prefería estar afuera y jugar en vez de la disciplina del salón de clase y los estudios. A pesar de su oposición al aprendizaje formal, Mary Sarah obtuvo dos títulos de la Universidad Gwynedd Misericordia y del Seminario San Carlos, usando sus conocimientos para enseñar e inspirar a personas innumerables con su firme fe y amor de Dios.
Las semillas de una vocación a la vida religiosa estaban creciendo en el corazón de Joan. El 6 de agosto de 1960 entró al Convento Mater Misericordiae, y el 15 de abril de 1961, Joan fue recibida formalmente a la comunidad, recibiendo el nombre religioso, Hermana Mary Sarah. Como Hermana de la Misericordia, la vida de Mary Sarah se caracterizó por su deseo de unirse a Jesús, especialmente a su sufrimiento y muerte. Dedicó su vida a enseñar a estudiantes de primaria y preparatoria por quince años. Con su maestría en estudios religiosos, Mary Sarah enseñó en el Seminario de San Carlos, donde tenía reputación por excelencia en estudios bíblicos. Hasta hoy, sus estudiantes recuerdan como sus conocimientos y amor por la escritura dejó una influencia duradera en sus vidas. Mary Sarah también sirvió como agente pastoral en parroquias locales por muchos años, llevando su amor a Dios y a la fe católica a todas las personas que sirvió.
El corazón de misericordia y amor de Mary Sarah rodeó a su familia y a todas las personas que conoció en la vida. Era sensible a las necesidades de los demás y les respondía de manera considerada y significativa. Su ministerio sincero y genuino hizo que las demás personas la quisieran y la apoyaran. Para todas las personas que la conocían, el amor que Mary Sarah tenía por la creación, especialmente los animales, siempre se recordará. Sus mascotas gatos y perros enriquecieron su vida y la acercaron más a Dios, el creador y dador de toda la vida.
En sus últimos años, el corazón compasivo de Mary Sarah encontró su hogar en el Convento McAuley, donde abrazó la oración y obras de misericordia como la última bendición de su vida, con mucha gratitud.
Nos regocijamos contigo, nuestra hermana Mary Sarah, que tu corazón está unido a Dios y a toda la creación para siempre. ¡Que descanses en la paz y alegría eterna!