El activista político estadounidense Charlie Kirk fue asesinado a tiros ayer, mientras hablaba en un campo universitario, dejando a su joven familia sin padre y esposo.
Este acto de violencia política profundamente preocupante en los Estados Unidos ocurre poco después de los tiroteos en junio, cuando la representante estatal de Minnesota Melissa Hortman y su esposo Mark fueron asesinados, y otro funcionario, el senador estatal John Hoffman y su esposa Yvette resultaron heridos.
Recurrir a la violencia para resolver nuestras diferencias políticas se ha convertido en nuestro pan de cada día. Debemos romper ese círculo vicioso.
También vimos otro tiroteo escolar en Colorado, donde dos niños resultaron heridos y el tirador se quitó la vida.
No hay lugar en el cuerpo de Cristo donde los actos de violencia estén justificados. Hacemos un llamado a todas las personas de buena voluntad a comprometerse audazmente con la no violencia de palabra y acción.
El Evangelio nos recuerda que debemos amarnos unos a otros. «Les doy este mandamiento nuevo: que se amen unos a otros. Ustedes se amarán como yo les he amado. Así reconocerán todos que ustedes son mis discípulos: si se tienen amor unos a otros». (Juan 13,34-35)
La democracia exige que debatamos y argumentemos, pero los desacuerdos nunca deben convertirse en actos irremediables. Las personas que no están de acuerdo con nosotros no son enemigos. Debemos reconocer nuestra humanidad común. Felices son las personas constructoras de la paz.