Por Angelie Ryah, miembro de la Comunidad Intencional Casa de Misericordia en San Diego
Oh, mis amigos. Las palabras no logran captar la experiencia que viví ayer al ser autorizada a entrar en el Centro de Convenciones de San Diego, donde están retenidas 1.450 niñas migrantes no acompañadas.
Como parte de un grupo más amplio de clérigos que hacen voluntariado para proporcionar atención espiritual a estas niñas vulnerables, me uní a dos miembros de mi comunidad, las Hermanas Mary Waskowiak y Mary Kay Dobrovolny, para asistir a una misa dirigida por el arzobispo de la diócesis. Luego de muchos trámites de seguridad, nos acompañaron a la zona principal. Esperaba limitarme a observar, ¡pero las tres estábamos sentadas en la plataforma con el obispo! Ayudamos a dirigir algunos cantos y aplausos, pero sobre todo miré sus rostros; vi las lágrimas y la tristeza; y observé cómo cambiaban entre la sonrisa, la confusión y el llanto en cuestión de minutos.
Después, cada una de nosotras pudo ofrecer una oración por quien lo deseaba, y enseguida se formaron largas filas de niños delante de nosotras. Fue indescriptiblemente tierno llegar a bendecirles con unas palabras de esperanza. Muchos extendieron los brazos para recibir un abrazo y se deshicieron en lágrimas mientras les sostenía. ¡Fue muy difícil dejarles ir! Hubo algunos hermanitos que se quedaron con sus hermanas, y un pequeño y tímido encantador de unos 5 años seguía viniendo por otro abrazo.
Mi corazón se rompe de par en par con el amor y el dolor por ellas. Por favor, recen para que cada una de ellas se reúna con su familia lo antes posible, por el increíble personal que trabaja con ellas y por nuestros líderes nacionales que luchan contra nuestro complejo y roto sistema de inmigración.
Esta conmovedora canción de la cantante Sara Groves, que se inspiró en un viaje que hizo a Ruanda, hace eco de lo que siento hoy. Se llama «Vi lo que vi».
Vi lo que vi y no puedo olvidarlo
Oí lo que oí y no puedo volver atrás
Sé lo que sé y no puedo negarlo
Algo en el camino, me cortó el alma
Tu dolor me ha cambiado
tus sueños inspiran
tu rostro un recuerdo
tu esperanza un fuego
tu coraje me pregunta de qué tengo miedo
(de qué estoy hecha)
y lo que sé del amor