Por la Hermana Maryanne Stevens, Presidenta de College of Saint Mary
Al celebrar en marzo el Mes de la Historia de la Mujer, recordamos a muchas de ellas que nos han inspirado por su temple. En College of Saint Mary, la institución para mujeres en la que trabajo, nuestras salas de reunión reciben nombres como los de Rosa Parks, Susan B. Anthony, Florence Nightingale, Francis Warde y Madre Teresa, y nuestro plan para este año es añadir el nombre de Ruth Bader Ginsburg.
En cada salón hemos puesto frases de estas gigantes del cambio social al lado de sus fotografías. Estas mujeres y muchas como ellas han tenido logros colosales a lo largo de la historia enfrentando innumerables dificultades, y siguen haciéndolo a pesar de la continua y a veces inmensa desigualdad de género a nivel mundial. Pensemos por ejemplo en Angela Merkel, Kamala Harris, Greta Thunberg o Malala Yousafzai, entre otras.
Es por eso que puede resultar extraño que las mujeres que quiero resaltar en este mes no son necesariamente famosas, pero ellas, también, nos han inspirado por su valentía. Lograron y logran cosas inmensas. Son nuestras madres. El mero hecho de dar a luz requiere de mucho valor, al igual que la adopción de un niño. Para algunas personas, esta relación ha sido tierna y cariñosa, mientras que para otras, tensa y desafiante, pero tengo la esperanza de que siempre habrá una mujer en nuestras vidas que con gran corazón llevó la carga de ayudarnos a convertirnos en las personas que somos hoy.
Ellas son las que hicieron cosas grandes y pequeñas para sacarnos adelante. Nos abrazaron cuando creíamos que todo estaba perdido, recogieron los juguetes, lavaron los platos y la ropa, organizaron y, en muchos casos, cocinaron las comidas y planificaron los horarios. Algunas llevaron a sus hijos e hijas a un lugar seguro en los campos de refugiados o a través de las fronteras. Otras, se preocuparon por saber de dónde vendría la próxima comida y asumieron varios trabajos para mantenernos. Es increíble cuando te detienes a pensarlo.
Y todo esto sin añadir las lágrimas y frustraciones que provocamos en ellas mientras avanzábamos en nuestro camino hacia la edad adulta.
Coraje viene del latín «corazón». A las madres las motiva su corazón para actuar valerosamente. El coraje habla también de la historia de las mujeres: quienquiera que haya sido esa madre, nos amó desde que nos engendró, nos amó a través de los traumas de la infancia y, en algunos casos, amó a sus hijos a través del dolor de la muerte. ¡Qué valentía!
Mi madre tuvo ocho hijos en un período de quince años. Soy la mayor de todos pero nunca aprendí a cocinar o a lavar los platos. La cocina era el lugar sagrado de mi madre en el que encontraba unos pocos momentos de quietud. A medida que me familiarizaba con las Escrituras, me pregunté a menudo si lo que ella hacía en ese espacio era «fortalecer sus débiles brazos y robustecer sus rodillas vacilantes». (Hebreos 12:12). Dos de sus hijos, un hijo de 17 años y una hija de 52, fallecieron antes de que ella lo hiciera. Sus débiles rodillas por poco desfallecen. Pero allí estaban otros seis hijos e hijas, muchos nietos e incluso bisnietos para amar. Siempre con más amor que ofrecer, siempre con más valentía para ser un modelo de vida para nosotros.
¿Quién fue o es la madre que te crió? ¿Cómo crees que se sostuvo? ¿Qué pudo significar la misericordia para ella, y qué podría hacer la misericordia por las madres de hoy?