Por Catherine Walsh
Durante tres días angustiosos, después de que el super tifón Rai azotara Filipinas a mediados de diciembre, líderes locales de la Misericordia esperaron noticias de Hermana Jean Delgado de la región gravemente afectada al sur de Leyte, y que estaban sin electricidad ni servicio de Internet.
Más de 400 personas han muerto por el tifón, una tormenta feroz que causó destrucción masiva.
Cuando las Hermanas Virgencita «JenJen» Alegado y Helen Libo-on y las Hermanas Elva De Castro, Rosario Maulas y Derby Mercado finalmente escucharon de Jean, se horrorizaron por lo que llegaron a conocer.
Vientos de 160 millas por hora y el agua arrasaron casas en su pueblo de San Francisco, y su propio techo voló. Los vecinos de Jean se quedaron sin hogar, con hambre y sed. El agua potable era escasa y la gente estaba desesperada. Ella pidió al equipo que ayudara para llevar alivio a 300 familias.
Durante una reunión de emergencia por video, las integrantes del equipo decidieron empezar a viajar de inmediato de la isla de Mindanao en la provincia de Leyte del Sur, en la isla de Leyte. Era lunes 20 de diciembre y el comienzo de un viaje que duraría hasta el día de Navidad.
«Teníamos muchos planes para Navidad, pero tuvimos que dejarlo todo porque había una necesidad mayor», dice JenJen.
«El impacto de ver árboles arrancados y escombros»
Viajando en automóvil desde diferentes lugares, las hermanas se reunieron, por primera vez como grupo, en la casa de la familia de Derby quienes ya tenían la cena esperándolas. Sus hermanos habían iniciado la recolección de suministros de ayuda y estaban haciendo arreglos para el transporte.
A la mañana siguiente — martes 21 de diciembre — las hermanas completaron la compra de los suministros: 5 kilos de arroz, docenas de recipientes de agua de 5 litros, junto con pescado seco, productos enlatados, café , azúcar, galletas, velas, jabón y baldes para lavar. Los bienes recolectados llenaron un camión de carga que les prestaron.
Después de cargar el camión y hacer otros preparativos, las hermanas partieron a las 7 p.m., con un chofer de confianza, Renato Colina, y con el hermano de Derby, Doddie Mercado, y el cuñado Cristito Agbalog Jr. Alrededor de las 11 p.m., llegaron al muelle donde viajarían en barca al día siguiente al sur de Leyte.
Las hermanas se despertaron el miércoles 22 de diciembre y vieron una devastación que no habían podido ver claramente la noche anterior. «Estábamos muy impactadas por los cocoteros arrancados de raíz y todos los escombros que nos rodeaban», dice Helen. «Todas las casas en esta zona costera habían sido arrastradas al mar».
Los residentes se habían refugiado primero en una escuela secundaria en la cima de una montaña — donde los vientos volaban las ventanas y los niños bien entrenados se escondieron debajo de las mesas — y luego se movieron a una escuela primaria en las tierras bajas, según supieron las hermanas.
Después de una espera de 15 horas, las hermanas tomaron la primera barca para viajar al sur de Leyte, desde que azotó el tifón cinco días antes. Gracias a la lona de su camión con el logotipo de Hermanas de la Misericordia y las palabras «Acciones de ayuda para el tifón Odette», recibieron prioridad en el abordaje. (Los tifones en Filipinas tienen dos nombres: un nombre internacional y un nombre local que se usa dentro del país).
Después del viaje en bote durante ocho horas, y tres horas más en automóvil, las hermanas llegaron a la casa de Jean. Antes de acostarse, trabajaron con los vecinos de Jean para volver a empaquetar los suministros de ayuda y revisar los hogares que los iban a recibir.
«El día de la distribución [jueves 23 de diciembre] fue rápido porque todo estaba en orden», dice Helen.
«Por supuesto, había personas del barangay (comunidad) cercano que también recibieron [suministros de ayuda], y algunos suministros se reservaron para las personas que vivían en la zona costera cuyas casas estaban siendo arrasadas».
Navidad «desgarradora»
Después de esperar 20 horas por una barca para poder regresar, y nuevamente recibiendo prioridad debido a su misión, las hermanas tomaron un bote nocturno y llegaron a Mindanao en Nochebuena.
Experimentaron una nueva angustia mientras se dirigían a casa con su camión ya vacío.
En los bordes de las carreteras había personas con carteles que decían: «Tenemos hambre. Tenemos sed. No tenemos agua».
«Es desgarrador porque estás tan indefensa», dice Derby. «Ya habíamos dado lo que teníamos. Es Navidad y no teníamos nada más para dar».
Justo antes de la medianoche, las hermanas se detuvieron en una casa en la playa (la casa de la familia de Derby estaba llena) y disfrutaron juntas de una misa de medianoche en línea. En la mañana de Navidad, se dirigieron a sus respectivos conventos, llegando exhaustas a casa por la tarde pero agradecidas por su misión.
Llevando la Misericordia a las necesidades continuas
Aunque fue un «viaje difícil», reflexiona JenJen, «la dificultad que experimentamos no fue nada comparada con el sufrimiento de la gente».
Al señalar que ella y sus compañeras de viaje «están agradecidas de haber tenido la oportunidad de llevar la misericordia de Dios a algunas de las familias», añade que la necesidad de ayudar continúa no solo en el sur de Leyte, sino también en otras áreas.
«En Cebú, la gente nos pide que enviemos agua potable en lugar de dinero, porque las filas para obtener agua son muy largas», dice JenJen. «Un ex alumno me dijo: “Hermana, cuando haces fila para el agua, te da mucha sed y pasan horas antes de que finalmente puedas conseguir el agua”».
Nuestro Asunto Crítico por la Tierra
Según lo informado por CNN, «La crisis climática inducida por el hombre está haciendo que los tifones, huracanes y ciclones sean más intensos y destructivos, y Filipinas es una de las naciones más vulnerables al clima mundial». Desastres como este en Filipinas subrayan la importancia de todos los esfuerzos que realiza la Misericordia para involucrar nuestro Asunto Crítico por la Tierra: educar al público, abogar por el cambio de políticas y reducir nuestra propia huella de carbono.
Nota de la editora: El Equipo de Liderazgo del Instituto continúa en contacto cercano con las hermanas de Filipinas y ha enviado una donación para los esfuerzos de ayuda por el tifón. Si desean donar, pulsen aquí o envíen un cheque a Sisters of Mercy, En atención a: Colleen Maher, 515 Montgomery Avenue, Merion, PA 19066.
Una conexión personal con Filipinas
Cuando supe que un par de docenas de filipinos se refugiaron en la casa de vacaciones de mi hermano Paul Walsh y mi cuñada Jackie Walsh, que es filipino-estadounidense, en la isla de Siargao (Filipinas), me conmovió profundamente. Visité esta isla en 2019 famosa por sus playas y el surf. Nunca imaginé que sería arrasada por un tifón. Tampoco podría haber previsto que la casa de concreto que mi hermano había diseñado resistiría vientos de más de 120 millas por hora — aunque sus ventanas volaran — y salvaría la vida de las personas.
Lo más gratificante para mí fue la respuesta de las Hermanas de la Misericordia en Filipinas, cuando compartí con ellas dos videos breves hechos por alguien que se había refugiado en la casa.
«Por favor, agradezca a su hermano y a su familia por la generosidad en albergar a muchas personas/familias en su casa», me escribió Hermana JenJen Alegado en un correo electrónico. «Son los instrumentos de la misericordia y compasión de Dios. Que Dios los bendiga».
— Catherine Walsh