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La Misericordia es Familia

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Me siento bendecida al poder llamar a la Misericordia mi familia. Por todas las maneras que han contribuido en mi vida. Yo quiero hacer lo mismo con las hermanas de la Misericordia. Quiero estar presente como una amiga leal y asociada de la Misericordia, estar comprometida activamente en abordar las iniciativas de justicia de las hermanas, ayudándolas económicamente en diferentes ministerios de la Misericordia a lo largo de mi vida, y dejar un legado para el futuro de la Misericordia cuando ya no esté en este mundo. 

Por más de veinte años he sido una asociada de la Misericordia, sin embargo, mi relación con la Misericordia comenzó cuando estaba joven. Como la mayor de cuatro hermanos y hermanas, crecí en una parroquia de Detroit que empleaba a las hermanas. Asistí a la Escuela Secundaria de la Misericordia y después fui a la Universidad de la Misericordia, ingresé a la comunidad a una edad muy temprana. Me gustó la vida religiosa, pero encontré que Dios me llamaba hacia una nueva dirección. Sin embargo, mi educación en la Misericordia y mi formación religiosa me proporcionaron un profundo amor y compromiso con el aprendizaje y servicio de por vida. 

Mi pasión por la Misericordia me define de muchas maneras, en especial con los ministerios que sirven a los pobres, a las mujeres y niñas. En mi parroquia local soy voluntaria regular que hace y sirve comida a las personas sin hogar, tanto en el refugio de South Oakland como en el Centro Papa Francisco. Mayormente, escucho lo que me cuentan mis huéspedes. Sin embargo, mi pasión más importante es apoyar y estar involucrada con la Escuela Secundaria de la Misericordia y el Proyecto Educativo de la Misericordia. Verdaderamente creo que invertir en la educación, en particular en la de las jovencitas, es una inversión para nuestro futuro. 

No soy solo voluntaria, sino que también entiendo el valor de apoyar económicamente a las Hermanas de la Misericordia y los ministerios de la Misericordia. Para mí, donar es algo muy personal. Dono para la gente y las causas que conozco, por las que me preocupo y amo. Estoy bendecida en poder dar donativos anualmente, incluso la distribución requerida por mi Cuenta Individual para Jubiladas, y hacer una donación para las hermanas de mi estado, Y por supuesto he conversado sobre mis planes con mi hijo Christopher, y él está de acuerdo de todo corazón en apoyar mi compromiso con las hermanas y los ministerios que fundaron. 

Por todas las bendiciones que he recibido, me siento fortalecida de conocer y amar a las hermanas y ayudarlas en sus ministerios. La Misericordia es mi familia y estoy orgullosa de nuestras buenas obras. Quiero que la Misericordia continúe para siempre. En el futuro, quizás se vea diferente, pero la compasión, el amor y la compresión perdurará.