Por Hermana Angelina Mitre
La migración es un fenómeno mundial que ha cambiado la vida de los seres humanos en muchos sentidos. A los países receptores de migrantes les ha dado un sentido de que el mundo está en movimiento, transitan una diversidad de personas provenientes de diferentes lugares del mundo. Para las personas que migran, es la expresión de la lucha por la sobrevivencia.
Los migrantes son el símbolo del samaritano herido que pide ayuda, que muestra un mundo desigual, donde el egoísmo de algunos provoca la muerte, el hambre, el sufrimiento de muchos. Ellos nos llaman a la solidaridad y también a la denuncia de los sistemas sociales y políticos que son ricos en recursos y producen miseria.
Los últimos informes mensuales de monitoreo del ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados) y de la OIM (Organización Internacional para las Migraciones) reportan que las personas abandonan su país de origen frecuentemente con motivaciones económicas, incluyendo la falta de acceso a empleo y debido a los niveles generales de inseguridad o amenazas, así como ataques contra ellos y sus familiares.
En Panamá existen dos tipos de migración: la población que va en tránsito hacia Estados Unidos; y la que se queda en Panamá. Aquellos de tránsito, la ven como un lugar de descanso, comida y medicinas para seguir hacia Estados Unidos de América; pero a la vez en un hogar para muchos nicaragüenses, venezolanos, y colombianos. De acuerdo con las estadísticas del Servicio Nacional de Migración (SNM), hasta marzo del 2023 las principales nacionalidades que cruzaron la selva del Darién son venezolanos (30.250), haitianos (23.640), ecuatorianos (14.327), personas procedentes de China (3,855), India (2,543), y los hijos de personas haitianas nacidos en Chile (2.499) y Brasil (2.072).
Estos migrantes llegan a Colombia y de allí hacen una travesía de 5 a 8 días caminando, en botes y lanchas hasta llegar a Darién, territorio de Panamá y una zona peligrosa por sus condiciones naturales, los grupos de traficantes de personas, de narcotráfico y asaltantes de camino que circulan por allí.
Los migrantes que pasan por la Selva del Darién expresan que han sido maltratados, robados, violados y extorsionados por bandas criminales. Se aventuraron a cruzar la selva del Darién sin saber todos los peligros. Según los pronósticos este año llegarán a 400,000.
Panamá es el único país de la región que verifica a los migrantes de manera biométrica. Se les brindan servicios médicos, comida y un albergue temporal por unos días. La cantidad de migrantes ha aumentado de tal manera que ha sobrepasado la disponibilidad de recursos del país.
En 2023 más de 60 mil menores han pasado por la selva del Darién. De ellos, 219 perdieron a sus padres en el viaje, 86 no tenían compañía de ningún familiar y 45 no portaban documentos. Hay niños acompañados de adultos, pero no hay seguridad de que sean sus padres o familiares.
Se calcula que hay unas 200,000 personas migrantes que entraron por vías regulares pero sus permisos de estadía en el país se han vencido.
¿Qué podemos hacer las Hermanas de Misericordia y Asociad@s?
Las Hermanas de la Misericordia y Asociad@s acompañamos a l@s y migrantes, en su mayoría mujeres con hijos, por medio del Centro de Orientación y Educación Familiar (COEFAM). Ofrecemos oración, ayuda humanitaria por medio de bonos para comprar comida, medicina y la formación para el emprendimiento, con un pequeño capital semilla. También brindamos apoyo psicológico, acompañamiento espiritual y educativo en asuntos de familia. Se ofrecen becas a 22 niños de primaria de $300.00 para que puedan comprar sus útiles escolares. Ofrecemos un curso de costura para capacitar a las migrantes para generar recursos económicos, y otro de tecnología.
Dos casos representativos del impacto de nuestro programa son el de Isabel y Olivia (nombres ficticios). Isabel vino huyendo de la represión en Nicaragua con una hija mayor de edad y una menor. Mataron a su esposo y a un hermano. Ella se acercó a COEFAM, participó en el Programa de Emprendimiento y obtuvo un pequeño capital semilla e inició su emprendimiento de producción y venta de pan. Actualmente pagan su comida, alquiler y servicios con ese ingreso, e incluso mandan algún dinerito a sus padres que están en Nicaragua. Olivia vino de Venezuela porque su salario no le alcanzaba ni para comer. Allí era maestra pero no podía ejercer en Panamá por la falta de legalización de sus papeles. Participó en el curso de costura de COEFAM y aprendió a confeccionar y reparar ropa. Actualmente con su emprendimiento puede aportar a los gastos de la casa.
El gobierno panameño ofrece ayuda económica a los niños panameños, no así a los niños extranjeros. Por eso en COEFAM se ofrece una beca por familia. Para mantenerla, deben tener buenas calificaciones, seguir las normas y sus padres asistir a los talleres para apoyar a sus hijos.
A su vez, somos parte de la Red Clamor, adscrita al Consejo Episcopal Latinoamericano, que articula el trabajo pastoral de las organizaciones de la Iglesia Católica en América Latina y El Caribe encaminadas a acoger, proteger, promover e integrar a los migrantes, desplazados, refugiados y víctimas de trata, desde la espiritualidad de comunión. Como Red Clamor a veces colaboramos con dinero para los alimentos y ropa donada.
Por Hermana Patricia Pora
Como ocurre en muchos otros lugares, el estado de Maine está afrontando actualmente un número sin precedentes de inmigrantes que solicitan asilo. Gran parte procede del Congo y Angola, pero también se encuentran personas de América Central y del Sur. Por mi parte, me he interesado en hispanohablantes por ser el grupo más ignorado y quizá el menos comprendido.
Mi motivación y mi pasión vienen de acompañar a las personas que han llegado a Estados Unidos, de escuchar sus historias y de haber vivido personalmente algunas de esas experiencias. Hago énfasis en el verbo «acompañar» ya que su significado entraña un apoyo emocional y espiritual a las personas necesitadas, así como la capacidad de ponerse en su lugar. Acompañar es reconocer al otro en su dignidad humana y sus experiencias facilitando su integración pero sin despojarle de identidad. Es ser «compañera/o de viaje»; no caminar por ellos sino con ellos. Significa reconocer y alentar sus fortalezas en un nuevo entorno, y también, reconocer la propia falta de comprensión de nuestras diferentes realidades. Es aprender unos de otros, no desde una posición de poder sino desde la experiencia.
Algunas de las realidades de los inmigrantes son semejantes, pero no necesariamente iguales. Ningún país o grupo puede meterse en el mismo saco que otro, aunque hablen la misma lengua o puedan tener experiencias similares.
Buena parte de las personas a las que acompaño escapan de la pobreza extrema en la que viven porque empresas multinacionales se han apoderado de la tierra y de los recursos naturales.
Otra causa de la inmigración es la degradación del medio ambiente debido a los monocultivos propiedad de entidades extranjeras. Llega una empresa agrícola internacional y, con el apoyo de un gobierno a menudo corrupto, compra tierras para su propio beneficio; la gente que vive allí recibe poco o nada y deja de tener tierras para su propia agricultura de subsistencia.
El extractivismo, o explotación minera por parte de compañías extranjeras, lesiona el medio ambiente y obliga a la gente a abandonar sus tierras. Enormes minas a cielo abierto destruyen comunidades agrícolas y polucionan el agua con mercurio y otros contaminantes. El extractivismo, que tiene sus raíces en el colonialismo y la violencia patriarcal, es un modelo de desarrollo económico y político que mercantiliza la naturaleza dando prioridad al beneficio sobre los derechos humanos.
Otra de las principales causas de la migración es la violencia. Muchos llegan huyendo de la violencia que encuentran en sus países. Debemos profundizar en la causa de esa violencia, no sólo en los países de origen, sino también en el nuestro. Creo sinceramente que gran parte de esta violencia es causada por la falta de derechos, el abuso, el acoso o un sentimiento de invisibilidad que crea el deseo de ser reconocido de alguna manera, a menudo a través del «poder». La violencia procede de los poderes políticos de los países de origen de los inmigrantes, de la policía, del ejército o de los miembros de las pandillas. Gran parte de la asistencia financiera que se destina a «ayudar» a estos países es utilizada por los gobiernos para apoyar a sus fuerzas militares y policiales que a menudo están conectadas con las pandillas.
También está la violencia ejercida contra las mujeres. Debido al modelo histórico y a los efectos de la privación de derechos de los hombres, las mujeres son a menudo objeto de violencia. El modelo político da poder a los hombres.
Otra preocupación que influye en la inmigración es el racismo. Muchos de los que proceden del Triángulo Centroamericano, especialmente de Guatemala y Honduras, y del Ecuador, en América del Sur, son indígenas que sufren los efectos del neocolonialismo, al igual que nuestros propios indígenas. Las oportunidades educativas son escasas. Muchos no saben leer ni escribir, por lo que sus aptitudes laborales son limitadas.
Hay otra palabra para este reconocimiento de los otros y es «encuentro» que tiene muchos significados diferentes. Encuentro es una invitación muy personal para que cada una de nosotras entre en su propia espiritualidad y descubra lo sagrado en el otro. Se nos invita a cruzar los límites que hemos establecido y a permitirnos vernos cara a cara con la otra persona, aceptando la oportunidad de una experiencia de gracia.
El proceso puede ser lento, pero debemos seguirlo. Muchos han pasado por demasiadas cosas como para confiar al instante. No podemos poner el tejado de la casa sin antes tener los cimientos, ni el desván antes que el sótano. Nuestra cultura está demasiado acostumbrada a lo rápido, lo superficial, lo inmediato.
¿Cuáles son algunas sugerencias para ayudar con el acompañamiento?
- Sonrían
- Den la bienvenida
- Familiarícense con las causas profundas de la inmigración consultando fuentes de información fiables y no partidistas
- Aboguen ante nuestros legisladores
- Estudien historia (¡hay libros maravillosos!)
- Encuentren amigos que las acompañen en el viaje
- Conozcan mejor la historia migratoria de su propia familia