Por la Hermana Patti Baca
Recientemente tuve el privilegio de viajar con cuatro Hermanas de la Misericordia a Dublín, Irlanda para asistir a la profesión de votos temporales de la Hermana de la Misericordia, Maire Hearty en la Parroquia de la Asunción en Booterstown el 13 de octubre. Maire estaba en el Noviciado de los Estados Unidos en San Luis, Missouri para su año canónico junto a la Hermana Kelly Williams y conmigo, durante mi año apostólico; nosotras tres vivimos juntas por varias semanas y Maire rápidamente se hizo parte de la Comunidad de la Misericordia de San Luis.
Nuestro viaje a Dublín para la profesión de votos empezó con una estancia en el Centro Internacional de la Misericordia y concluyó con la hospitalidad de las Hermanas de la Comunidad Beaumont. Llegar a la Calle Baggot me impactó tremendamente. Cuando me acerqué a la puerta principal, tuve una sensación intensa de estar en casa. Después de tan poco tiempo con la Misericordia, todos los libros, cartas e historias cobraron vida. Tuve la oportunidad de sentir no sólo el espíritu de Catalina McAuley, sino ¡de cruzar el umbral de la puerta donde empezaron las Hermanas de la Misericordia!
Booterstown está a aproximadamente 14 kilómetros del centro de Dublín. Fue un viaje rápido en tren; cerca de la estación, por una colina, frente al Bar de Gleeson, está la Parroquia de la Asunción, junto al Convento de las Hermanas de la Misericordia de Booterstown. La iglesia es muy bonita – muy cálida y acogedora, con decoraciones sencillas. Cuando las Hermanas me saludaron, de nuevo, tuve una fuerte sensación de estar en casa.
Durante la Misa, pude sentir la relación entre todas nuestras Hermanas reunidas. Como comunidad internacional e intercultural, somos llamadas a preguntar, ¿por qué no empujar un poco más e incluir a nuestras hermanas a lo largo y ancho del mundo como un todo?
Mientras la vida religiosa sigue el flujo y el reflujo del cambio, las relaciones se harán más intencionales a través de las zonas horarias y continentes para fomentar estas nuevas conexiones. La profesión de votos de Maire puso en moción una nueva manera de estar en relación. Para mí, empezó con el hecho de llegar y estar presente. Durante mi tiempo en Dublín, vi las miradas emocionantes de las Hermanas irlandesas, quienes apreciaban que cinco de nosotras de los Estados Unidos fuimos tan lejos para estar con Maire. En Estados Unidos como en Irlanda, encontré sorpresa y también placer en que pudiéramos celebrar un momento tan alegre en persona. Mi respuesta fue siempre, «Sí, Hermana, en verdad es un gran regalo».
En verdad, fue un gran regalo, no solo para Maire, que las relaciones que empezaron en Estados Unidos siguieran hasta el presente, sino para mí también, tener la posibilidad de viajar a Dublín. Aunque todas no somos del mismo Instituto, ¡somos todas Hermanas de la Misericordia!