By Hermana Ana Siufi
En Buenos Aires del 20 al 22 de agosto tuve la alegría de participar en la Cuarta Asamblea General de la Red Iglesias y Minería. Fuimos unas 45 personas de diferentes países de América del Sur y Central, México, Gran Bretaña junto a ocho de Argentina que compartimos nuestros sufrimientos, esperanzas, estrategias y anhelos frente a los grandes desafíos que nos plantea el extractivismo en nuestros territorios.
Vimos claramente como el sistema neoliberal presenta el extractivismo como la única solución posible para el progreso de nuestros pueblos, trayendo inversiones para el desarrollo y el trabajo. Así se presenta el saqueo como una necesidad y gran logro económico-político y se minimizan sus impactos destructivos en los ecosistemas y en las comunidades avasallando todos sus derechos y naturalizando que sean “zonas de sacrificio”.
Escuchamos con esperanza, el informe sobre las actividades de la Red en estos dos últimos años y nos reunimos en grupos enfocados en 5 ejes de trabajo y planificación: Ecoteología y ecoespiritualidad; Incidencia de la Red en empresas y estados; Incidencia en las iglesias; Desinversión (en la que participé yo) y Comunicación.
Debo reconocer que todavía espero ansiosamente que el Instituto de las Hermanas de la Misericordia de las Américas se sume a las más de 100 instituciones religiosas que ya han desinvertido en empresas de minería y energías fósiles como forma de denuncia pública de sus crímenes ambientales y sociales. La Red seguirá insistiendo en este llamado a las iglesias.
El crimen de Brumadinho, Brasil de la minera Vale que mató a 272 y dejó unos 30 desaparecidos, nos acompañó e inspiró nuestras reflexiones. El testimonio desgarrador del obispo de esa diócesis y otras personas de esa zona con sus corazones rotos, nos emocionaron y compartimos su llanto que se convirtió en oración y Eucaristía. Nos confío el obispo que, desde el momento del crimen, no puede parar de llorar cada día, pero luego, él se sintió fortalecido e iluminado por las palabras y ejemplo de Nora Cortiña una madre de Plaza de Mayo con la que compartimos la marcha de los jueves en la Plaza, que se realiza hace 43 años reclamando verdad y justicia con una constancia admirable.
Otro crimen que nos afectó fueron los incendios intencionales de la selva amazónica y la deforestación sistemática que se realiza en cada uno de nuestros países producto de una búsqueda sin límites de explotación y lucro y criminalizando o matando a los defensores de los bienes comunes. Finalmente se organizaron Nodos Nacionales de esta Red planeando cada uno metodologías de acción, incidencia y lucha antiextractivista en su país.
Siento que fue un tiempo sagrado para compartir profundamente nuestras inquietudes, frustraciones, impotencia y también nuestra fuerza y luz para caminar en tiempos de oscuridad. En un ritual maya que realizó una religiosa indígena con el jesuita Eleazar López difusor de las teologías indígenas, terminamos con este grito: ¡QUE AMANEZCA!
Que la sangre de tantos y tantas mártires nos contagie de coraje, amor y compromiso para que frente a un sistema de muerte respetemos y cuidemos la vida para que ¡AMANEZCA!