Por Hermana Kristine Violango, RSM
Han pasado 31 años desde que Filipinas celebró su primer Desfile del Orgullo, un evento que sensibilizó significativamente sobre la comunidad LGBTIQ+. Lo que comenzó con un pequeño grupo de participantes se ha convertido en una celebración que se extiende por muchas partes del archipiélago.
Filipinas, un país rico en lenguas y culturas diversas, famoso por su hospitalidad, que a menudo presenta una imagen de tolerancia. Sin embargo, esta aceptación exterior enmascara una corriente más profunda de injusticia contra nuestra población LGBTQ+. Las personas que integran esta comunidad son frecuentemente objeto de burlas y ridiculizadas. En nuestras escuelas de la Misericordia, nos aseguramos de que nuestro personal y trabajadores que pertenecen a la comunidad LGBTQ+ se sientan seguro y acogido. Queremos que se sientan como en casa y libres de expresarse sin miedo ni ansiedad.
A pesar de los retos actuales, la resiliencia de las personas gay filipinas brilla con fuerza, especialmente durante el Orgullo. Han prosperado en diversos campos, convirtiéndose en gerentes, empresarias/os e incluso dirigencias ejecutivas, y dominando sectores como la belleza y el entretenimiento. Un número cada vez mayor también está dejando huella en la política y el gobierno.
Este éxito es testimonio del valor y la fortaleza de las personas LGBTQ+, que luchan no solo por su causa, sino también por sus seres queridos y sus familias. Esta dedicación a la familia es un aspecto importante de la experiencia LGBTQ+ filipina. Muchas personas alcanzan el éxito impulsadas por un profundo compromiso con sus familias. Como nación en desarrollo, ayudar a la familia es una prioridad en nuestro país. Y este compromiso inherente de apoyar a miembros de la familia también ha fomentado una mayor aceptación de las personas homosexuales en muchos hogares.
A pesar de estos avances y de la tolerancia imperante, no podemos caer en la complacencia. Algunas personas siguen enfrentándose a reacciones negativas en sus familias cuando salen del armario, y persiste la resistencia en el país, principalmente por parte de grupos conservadores y religiosos que consideran que la comunidad contradice los valores y la cultura tradicionales. La arraigada creencia filipina de que el matrimonio es solo entre un hombre y una mujer es un factor importante. Actualmente, el Senado está debatiendo un controvertido proyecto de ley sobre la igualdad de expresión de la orientación sexual y la identidad de género (IEOSIE), que aboga por los derechos de las personas gay. Curiosamente, la resistencia a este proyecto de ley no solo proviene de la sociedad mayoritaria, sino también de algunos miembros de la comunidad gay que temen que pueda alterar los valores filipinos. Argumentan que el proyecto de ley es redundante y lo perciben como una concesión de privilegios adicionales a las personas LGBTQ+.
No obstante, Filipinas celebra el Mes del Orgullo con un espíritu de tolerancia y aceptación, en medio de amplios esfuerzos para promover la sensibilización sobre la discriminación, en los que los medios de comunicación convencionales desempeñan un papel fundamental. Se celebran marchas en todo el país, que muestran la belleza de un país en el que la aceptación de la presencia LGBTQ+ crece de forma constante.