Por John Charles McAllister-Ashley, Coordinador de Programas, Oficina del Instituto para Antirracismo y Equidad Racial
Hermana Enriqueta Delille vivió durante un tumultuoso periodo de la historia estadounidense marcado por la esclavitud y la discriminación racial, por lo que su camino hacia la santidad es un testimonio inspirador de su dedicación a la fe, al servicio y a su comunidad.
Nacida en 1813 en Nueva Orleans (Luisiana), Hermana Enriqueta era una mujer libre descendiente de esclavos. Formaba parte de un sistema social conocido como plaçage en el que hombres blancos ricos mantenían relaciones con mujeres libres de color para eludir las leyes contra el matrimonio interracial. A los veinticuatro años, Enriqueta había dado a luz a dos hijos, ambos murieron muy temprano en su infancia.
Tras estas tragedias, Enriqueta experimentó una transformación religiosa. Reconoció las injusticias y el sufrimiento de la comunidad negra, tanto esclavizada como libre. En respuesta, fundó las Hermanas de la Sagrada Familia en 1842. Esta orden religiosa de hermanas negras se dedicaba a proporcionar educación, asistencia sanitaria y orientación espiritual a personas marginadas y oprimidas.
Hermana Enriqueta fue una pionera en sus esfuerzos por atender a los necesitados. La misión de su vida fue crear un cambio positivo, a pesar de los muchos retos y obstáculos a los que se enfrentó. Estos retos siguen existiendo en Estados Unidos, como las disparidades socioeconómicas, el racismo, el desequilibrio en el acceso a la educación y las desigualdades en la atención sanitaria.
Su legado nos recuerda que la labor de mejorar la sociedad y abordar los problemas sistémicos es continua. Es un brillante ejemplo para las personas y organizaciones que llevan adelante su espíritu de servicio y dedicación para hacer del mundo un lugar mejor.
La Iglesia Católica ha reconocido el profundo impacto de la obra de Enriqueta Delille y su encarnación de las virtudes cristianas. Fue declarada sierva de Dios en 2010, el primer paso del proceso formal de canonización. Ella sigue inspirando, y su historia sirve como faro de esperanza para quienes se esfuerzan por hacer una diferencia frente a la adversidad.
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