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Desfile del orgullo, ¡Imagínate!

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Esta reflexión blog es parte de una serie continua, Orgullo en la Misericordia que comenzó durante el Mes del Orgullo 2019. Estas reflexiones brotaron de la Declaración del Capítulo 2017 de las Hermanas de la Misericordia desafiándonos a cada una/o, a responder a las personas que sufren por sistemas opresivos y para «educarnos mejor y participar en comprometidos diálogos sobre asuntos de identidad de género y orientación sexual». Les animamos a ustedes a enviar estas publicaciones a alguien que podría tener necesidad de leerlas. Que en unidad, crezcamos en nuestra tolerancia, aceptación y comprensión, y extendamos una mano de acogida a la comunidad LGBTQ+

Por la Hermana Betsy Linehan

Mi difunto sobrino Danny, mi hermana y yo compartimos una vívida fantasía: los tres y mi madre marchando brazo a brazo en el Desfile del Orgullo en Washington D.C. Estaríamos vestidos con los colores del arco iris, por supuesto. Mamá murió en 1996, varios años antes de que Danny nos lo revelara. Así que, se preguntarán, ¿cómo puedo yo estar tan segura de nuestra madre, la querida abuela de Danny?

Mi hermano menor y mi sobrina mayor tienen recuerdos de la infancia haciendo piquetes en la Casa Blanca con mamá. Ella defendió y marchó por varias causas: la igualdad racial, la equidad de vivienda (en Virginia donde vivía), los derechos de la mujer. También marchó en contra de algunas cosas: la guerra de Vietnam, la creación de más superautopistas como la I-66 en Virginia. No era amante de calcomanías de parachoques, pero tenía una en el auto de la familia que decía «El camino al infierno está asfaltado». Uno de sus elogios favoritos fue cuando un politiquillo en Arlington la llamó «Doris Linehan, esa bolchevique».

Esa es mi prueba indirecta de que ella habría marchado en el Desfile del Orgullo con Danny y nosotras. Una prueba más directa es su respuesta cuando todos supimos que un pariente por matrimonio, recientemente divorciado, era gay y se estaba muriendo de SIDA. Por teléfono, dándome la noticia, reflexionó: «Debe haber estado tan solo». Entonces ella y mi papá le enviaron una canasta de frutas con una nota de amor y compasión.

Mis primeros maestros de religión advirtieron contra el orgullo; era uno de los Siete Pecados Mortales, nos enseñaron. Recomendaban la humildad, definida como «la verdad». Pero el orgullo también puede ser verdad y virtuoso: «Te doy gracias [Dios] porque… soy un misterio, soy obra de tus manos». (Salmo 139).

En este sentido, lo opuesto del orgullo no es la humildad, sino la vergüenza. El hermoso poema de Wendell Berry, «No te avergüences», habla de esto:

Aunque no hayas hecho nada vergonzoso,
querrán que te avergüences.
Querrán que te arrodilles y llores,
y decir que deberías haber sido como ellos.
Y una vez que digas que te avergüenzas,
leyendo la hoja que te ofrecen,
entonces la luz que hayas creado
con tu historia te abandonará…»

Danny, hiciste una gran luz en tu corta historia con nosotras. ¡Te celebramos y celebramos contigo con orgullo!