El sábado 24 de septiembre de 2022, celebraremos el Día de la Misericordia, el 195° aniversario del día en que Catalina abrió por primera vez las puertas de la Misericordia en Baggot Street para servir a las personas pobres, enfermas y necesitadas de educación. A partir del sábado 17 de septiembre, «Celebraremos la Misericordia» en la historia, poesía, educación, arte, justicia, música, ministerio y oración a través de reflexiones escritas por hermanas.
¿Qué regalo le dio Dios a la familia de la Misericordia el 24 de septiembre de 1827, y que nos pide Dios en esa fecha? Frecuentemente me hago esa pregunta—especialmente cuando esta fiesta antigua de Nuestra Señora de la Misericordia se aproxima cada año.
Ese día, hace 195 años, Dios extendió sobre nuestra Familia de la Misericordia el gran y cálido Rebozo de Dios de la Misericordia y, nos pidió extenderlo ampliamente como pudiéramos, sobre el pobre, el enfermo, el carente de educación, el solitario, el hambriento, y el afligido en nuestros tiempo y lugar. El 24 de septiembre de 1827 fue la Fiesta de Nuestra Señora de la Misericordia, una fiesta antigua para María, la Madre de Jesús (actualmente no es una celebración en el calendario de la Iglesia Romana). En ese día, Dios nos pidió hacer lo que María siempre hizo: que nos extendamos plenamente sobre todo el pueblo amado de Dios, con el consuelo y ayuda misericordiosa del Rebozo de Dios, con la Capa protectora de la ternura de Dios.
Por siglos, el 24 de septiembre fue la fiesta antigua de Nuestra Señora de la Misericordia, también llamada Nuestra Señora del Refugio y Nuestra Señora del Rescate. Para conmemorar ese día, muchos artistas del Renacimiento, como Piero della Francesca—en su Madona de la Misericordia—eligió pintar a María con un vestido rojo y largo con su capa azul misericordiosa desplegada en toda su anchura dando cobijo a los hombres, las mujeres y los niños.
Y en ese día en Dublín en 1827, Catalina McAuley extendió el gran Rebozo de Dios de la Misericordia abriendo ampliamente la puerta delantera de la recién construida Casa de la Misericordia de la Calle Baggot, iniciando una escuela protectora para las niñas irlandesas pobres y un refugio acogedor para las servidoras sin hogar.
María, la hermana de Catalina había fallecido a fines de agosto, y Catalina tuvo que encargarse del cuidado de los cinco hijos de su hermana, de dos primos jóvenes y de por lo menos dos huérfanos. Por lo tanto, ella misma no podía vivir en la Calle Baggot en ese entonces, así que le pidió a Catalina Byrn, su prima de quince años de edad y a una nueva amiga, Anna María Doyle, que se mudasen a la casa el 24 de septiembre de 1827 para abrir ampliamente el Rebozo Misericordioso de la escuela y el refugio en ese mismo día.1
Desde entonces, el Rebozo Misericordioso, el regalo del mismo Dios extendido en toda su anchura ha sido un llamado persistente para todas nosotras a través del mundo de la Misericordia. Diariamente nos pide, como seres humanos comunes y débiles que aceptemos el compromiso y las responsabilidades del Rebozo de Dios de la Misericordia para que extendamos un refugio cómodo para el pueblo amado de Dios.
Recordamos esa noche, durante la epidemia de cólera de 1832, cuando Catalina se arrodilló al lado de una joven que hacía poco de dar a luz a un bebé para luego morir del cólera. Catalina «tuvo tal compasión por el infante que se lo llevó a casa bajo su manto y lo puso a dormir en una camita en su propia celda, pero como se puede suponer la pequeña criatura lloró toda la noche».2 La criatura, lógicamente, necesitaba ser alimentada, así que al día siguiente encontraron a una nodriza cariñosa.
Este es tan sólo uno de los primeros momentos en la historia del extendido Rebozo de Dios de la Misericordia que constantemente nos cobija y nos llama. No está a la espera de nuestra conveniencia, ni a calendarios claros, ni se adecua a una capacidad.
Este Manto o Capa de lana extendida en los meses de invierno, ha sido desde su principio una parte esencial del «hábito» de la Misericordia. Su significado dado por Dios y las dimensiones del Evangelio son más amplias de lo que el primer Libro de las Costumbres realizado o notado. El Manto y la Capa fueron en ese entonces y ahora, vestiduras sacramentales y litúrgicas colocadas silenciosamente por Dios para el servicio misericordioso que Dios nos pide.
Y por la gracia y el don de la Misericordia de Dios estas vestimentas nunca se han desgastado. Siguen aún alcanzando y cobijando al amado pueblo de Dios en Guam, Brooklyn, Kenia, Nueva Zelanda, Misuri, Manila, Londres, Samoa, Edinburgh, Melbourne, Vietnam—dondequiera que la gente que sufre busca misericordia, refugio, esperanza, paz, compasión, y hay una Hermana de la Misericordia, una asociada/un asociado, una compañera o amiga/o de la Misericordia alrededor.
Esto es lo que conmemoramos el 24 de septiembre de 1827.
Esto es lo que celebramos el 24 de septiembre de 2022.
El 24 de septiembre no es un «Día de la Misericordia» vago. (Sí, una comida reflexiva y afectiva juntas es una buena idea, sin embargo, no es el enfoque central del día).
El 24 de septiembre es un día santo. Nos pide que tengamos presente:
— el propio «Sí» compasivo del extendido Rebozo de Nuestra Señora de la Misericordia y el viaje de la Visitación;
— todas las extensiones del propio Rebozo misericordioso de Jesucristo, acogiendo a todos los que buscan refugio y un lugar para vivir;
— y todos los actos iniciales de alcance misericordioso por el cual, en 1827, la propia misericordia de Dios inauguró una nueva comunidad vestida con Manto y Capa que se extendería para albergar y sosegar las pobrezas, las enfermedades y la endeble ignorancia del pueblo amado de Dios alrededor del mundo.
En la regla original que ella compuso para nosotras y que fue aprobada en Roma en julio de 1841, Catalina nos pidió que oremos de manera especial en esta fiesta de Nuestra Señora de la Misericordia. Nos pidió que busquemos a María, implorándole «que podamos siempre, y en toda ocasión, ser favorecidas con su singular ayuda, particularmente en las funciones difíciles del Instituto y en la práctica de toda virtud religiosa».
Catalina deseó en especial que oremos para que María «se sienta satisfecha y obtenga esa unión perfecta de corazones y mentes para que siempre reine entre nosotras, para que seamos fieles en las observaciones de nuestras normas y para que perseveremos hasta el final de nuestras vidas en el espíritu y gracia de nuestra vocación».3
Es una oración sencilla de consagración y súplica dirigida a María, la misericordiosa Madre de Jesús, a quien Catalina vio como «la principal Patrona y Protectora» de la congregación religiosa de las Hermanas de la Misericordia.4
Quizás este año, en los momentos silenciosos del 24 de septiembre de 2022, nos podamos preguntar que podría significar para nosotras hoy el Rebozo Misericordioso del don de la gracia de Dios y las palabras humildes de Catalina.
1 CMcATM,102-103
2 CMcATM, 98
3 CMcATM, 310-11
4 CMcATM, 310