El sábado 24 de septiembre de 2022, celebraremos el Día de la Misericordia, el 195° aniversario del día en que Catalina abrió por primera vez las puertas de la Misericordia en Baggot Street para servir a las personas pobres, enfermas y necesitadas de educación. A partir del sábado 17 de septiembre, «Celebraremos la Misericordia» en la historia, poesía, educación, arte, justicia, música, ministerio y oración a través de reflexiones escritas por hermanas.
Resistir, camino hacia la justicia ambiental
Por la Hermana Ana Siufi
Hace pocos meses me mudé a un pequeño pueblo, Loncopué, en la hermosa cordillera andina de la Patagonia argentina. Es una zona campesina con varias comunidades mapuches que es el pueblo originario en la zona, que ha resistido la colonización desde hace siglos.
El 80% de la población, hace diez años votó por el NO, en un Referendum para impedir que una Minera china explotara el cobre (también habría oro) que hay bajo las montañas. Esta resistencia al extractivismo estuvo sostenida por el claro rechazo al proyecto minero de la comunidad mapuche directamente afectada por él y también por el párroco y un grupo de activistas que realizó mucha educación, difusión y protestas contra los males que causa la Megaminería.
En el mes de junio pasado, para mantener viva la memoria de la lucha, festejamos con varios actos como charlas, obra de títeres y ritual mapuche del agua, esa victoria popular que bien puede ser representada, por el triunfo de David frente a Goliat.
También compartí el festejo del Winoy Wipantu o Año Nuevo que la comunidad mapuche realizó el 24 de ese mes, como corresponde al hemisferio sur. El ritual del Nacimiento del Sol, comenzó la noche del 23 encendiendo 4 fogatas que fueron cuidadas por los guardianes del fuego. Antes del amanecer y nevando, nos juntamos a orillas del río Agrio para la purificación, que incluyó la inmersión en el agua de 4 jóvenes mientras los demás mojábamos nuestros pies o manos. En la celebración, que duró 12 horas bajo una persistente nevada, hubo rogativas en su lengua (mapudungun), bendiciones, cantos, danzas, marchas circulares, siembra de semillas y comida compartida para unas 75 personas .
A pesar del frío y el cansancio pude disfrutar del fuerte sentido comunitario y roles bien repartidos, de la conexión amorosa con la madretierra, del respeto a sus tradiciones y la búsqueda de revalorizar y conservar su identidad, tan amenazada desde la colonización.
Este es un ejemplo más de que los pueblos originarios son los guardianes fieles de la madretierra, porque ellos ponen el cuerpo en la lucha por recuperar sus tierras robadas, cuidar los acuíferos, los bosques y las montañas aunque sean calumniados, reprimidos, expulsados, perseguidos judicialmente y a veces asesinados con impunidad.
El pueblo mapuche incansablemente resiste una política de abandono estatal y estigmatización en los Medios de desinformación que los acusa de terroristas, invasores, antipatriotas, etc. por sus acciones de resistencia al extractivismo y su búsqueda de justicia socioambiental. Es una campaña antimapuche y también antiecologistas, animada y financiada por terratenientes, empresas inmobiliarias, Multinacionales mineras o de hidrocarburos con la complicidad del gobierno provincial y nacional para quedarse con las mejores tierras y acuíferos, deforestando y contaminando descontroladamente para su propio lucro.
En este tiempo estoy descubriendo muy agradecida, que mi misión aquí es aprender humildemente y educar desmintiendo esta campaña donde a la víctima se la convierte en victimario e informando desde la verdad y la defensa del territorio tan codiciado por los poderosos. También creo que si Catalina viviera hoy, con su misericordioso corazón sabría de qué lado estar: escuchando el grito de la tierra y de los pobres, apoyando a los cuidadores de la madretierra y sirviendo a los más vulnerados por esta economía extractivista que destruye la vida.
Que el Espíritu que lo llena todo y sostiene la vida, nos regale su luz y su fuego y nos haga hijas amorosas de la madretierra. Que seamos misericordiosas con cada ser y constructoras valientes de la hermandad y la paz. Amén.
Reflexión contemplativa: ¡Denles de comer!
Por Edia Del Carmen López
Asumir la responsabilidad de la Declaración del Renovado Compromiso de 2017 de nuestro Instituto, me ha invitado a la defensa de la vida, especialmente de las niñas y niños y las mujeres que sufren la violencia y la pobreza sistémica. Me siento llamada a vivir tomando algunos riesgos y estar centrada en Dios por quien «nos movemos o nos detenemos», como diría nuestra Catalina McAuley. Nos unimos al llamado del Papa Francisco en la encíclica Laudato Si’, donde él reitera que el cuidado de la creación está íntimamente relacionado con la promoción de una opción preferencial para los pobres y a los que menos tienen. Ellos son los más perjudicados por la degradación ecológica (párrafo 158). Es necesario tomar medidas urgentes para abordar tanto la emergencia climática como salvar vidas, post pandemia y medios de subsistencia.
He emprendido un nuevo ministerio que consiste en promover una conciencia más profunda de nuestra responsabilidad por la Madre Tierra, rescatar la existencia de una relación recíproca responsable entre nosotros y la naturaleza, así como el sentido de responsabilidad con los demás y con el mundo. Estamos trabajando con las familias resilientes al cambio climático en la zona donde vivo en Panamá y en un área de la zona indígena, impulsando la agricultura familiar con visión agro-ecológica.
Creemos que es un paso sumamente importante el proceso de capacitación de las familias para producir los alimentos de modos más amigables, realizando acciones concretas como cultivar sus huertos caseros y escolares y consumir alimentos más sanos, conectar la alimentación con un modelo de sostenibilidad y establecer una vida comunitaria más sostenible. Otros pasos que estamos tomando incluyen: intercambiar conocimientos, semillas, cuidando el bosque, las aguas y el reunirnos con nuestros vecinos/as para compartir los conocimientos y alternativas y educarnos mutuamente. Este camino puede servir de ayuda, para que podamos reconstruir la vida, la esperanza y a la Madre Tierra en estas comunidades pobres en esta crisis actual.
Siento que Dios acompaña nuestro caminar y nos acelera el ritmo para que podamos cumplir con urgencia esta frase de Catalina McAuley, y que nos las diría hoy otra vez; «¡Los pobres necesitan ayuda hoy no mañana!». Y como nos diría Jesús, el Maestro del Amor; «Denles de comer» … (Mateo 14, 13-21). Los discípulos le hacen ver que solo tienen cinco panes y dos peces. No importa, lo poco basta cuando se comparte con generosidad.
El hambre es un problema demasiado grave como para desentendernos unos de otros, y dejar que cada uno lo resuelva en su propio pueblo como pueda. No es el momento de separarse, sino de unirse, más que nunca para compartir entre todos/as lo que haya, sin excluir a nadie. Los que estaban a punto de separarse, para saciar su hambre, en su propia aldea, se sientan en torno a Jesús para compartir lo poco que tienen. Así quiere ver Jesús a la comunidad humana. Así quiere vernos Catalina, creo que ella lo entendió muy bien en su vida e hizo posible la Misericordia en el tiempo que le tocó vivir.
Cuando escuchamos este mandato: «Denles de comer», ¿qué se mueve en nuestras entrañas?, ¿dónde estamos las seguidoras de Jesús?