Por Catherine Walsh, especialista en comunicaciones
Antes de que el coronavirus devastara la ciudad de Nueva York, permanecí varios días con la Hermana Suzanne Deliee en East Harlem. Tuve la oportunidad de acompañarla al Servicio de Salud Familiar de las Hermanitas de la Asunción (LSA, por sus siglas en inglés), agencia de servicio en la que trabaja, y a CREA, (Centro de Recursos Educativos para Adultos), un centro de aprendizaje para adultos a cuya mesa directiva pertenece.
Desde ese momento he mantenido contacto con la Hermana Suzanne y con las personas con quienes trabaja recibiendo información sobre la forma en la que están enfrentando la pandemia. Mi esperanza es que las fotografías que acompañan este texto –tomadas antes de la normativa sobre la distancia social– hablen del permanente amor, la audacia y la resistencia de los inmigrantes de habla hispana de East Harlem, y del compromiso que la Hermana Suzanne tiene con ellos. Compartimos esta historia en conmemoración por la Jornada Mundial de Refugiados, como la gente en estas fotografías son refugiadas/os por el hambre, la inestabilidad y la violencia en sus países de origen, buscando nuevos comienzos.
Servicio de Salud Familiar de LSA: Donde las mujeres y sus familias reciben un cuidado integral
Antes de cierre temporal del Servicio de Salud Familiar de LSA debido a la pandemia, las madres y sus hijos pasaban muchas horas en sus aulas de convivencia. La crisis del COVID-19 ha llevado a que las familias dependan más que nunca de los servicios integrales de la agencia, que aún incluye visitas a domicilio por parte de las enfermeras, asistencia alimentaria y financiera, otras ayudas de emergencia y clases en línea. (Foto de LSA)
East Harlem, también conocido como el Harlem Hispano o El Barrio, no solo es uno de los vecindarios más pobres de Manhattan, sino también la zona más afectada por la pandemia. Muchas familias extensas viven y comparten pequeños departamentos en los cuales el virus se propaga rápidamente y muchos adultos han perdido sus mal pagados trabajos en el sector de servicios. «La gente ha respondido a las necesidades de sus familias con fuerza y valentía –dice la Hermana Suzanne–. Pero resulta difícil porque, debido al cierre, ya no pueden trabajar como mucamas, empleadas de servicio, o cocineros en los restaurantes». (Foto de Catherine Walsh)
Compartiendo un momento de alegría en el Servicio de Salud Familiar de LSA, donde la Hermana Suzanne dicta clases como la de Día a día con tu bebé (“Day by Day with Your Baby”). Antes de «retirarse» hace cinco años y de convertirse en voluntaria, la Hermana Suzanne subió innumerables tramos de escalera en las viviendas de East Harlem durante más de 20 años, ayudando a las nuevas madres a cuidar de sus hijos. Como Hermana de la Misericordia trabajó durante trece años en Nicaragua al lado de la Congregación de Hermanas Dominicas de Maryknoll, y en 1993 regresó a su casa para cuidar a su padre y buscar un trabajo con inmigrantes latinoamericanos. Una amiga le habló sobre LSA y allí ha permanecido desde entonces. (Foto de Catherine Walsh)
Madres y futuras madres (en la primera fila) recibiendo clases de lactancia en el Servicio de Salud Familiar de LSA. Aquí, en compañía de Yaling Ramírez (Consultora de LSA), Victoria Sosa (Conductora de Acceso Total, programa de Telemundo47), Hermana Suzanne y Kelly Orozco (Consultora de LSA). Al igual que las clases de lactancia, varias veces al año se ofrecen cursos sobre el parto, en sociedad con el Departamento de Salud de Nueva York. «Estas clases no solo nos permiten enseñar sino también crear un ambiente de apoyo para inmigrantes que están tan lejos de sus familias», dice la Hermana Suzanne. «Aquí, las mujeres pueden sacar al aire sus inseguridades al mismo tiempo que aprenden a cuidar a sus bebés». Los cursos de la agencia se realizan actualmente a través de Zoom. (Foto de LSA)
Los desayunos en la sede del Servicio de Salud para Familias de LSA es una de las actividades que más extrañan las familias durante este cierre debido a la pandemia. Lo que ha impresionado siempre a la Hermana Suzanne, antes de la pandemia y ahora, es “la fuerza y la valentía con las que las familias enfrentan tantos retos”, incluso la falta de alimentos, la precariedad en la vivienda y el miedo a los agentes de inmigración. La Hermana señala que la misión de LSA llega a alcanzar anualmente cerca de diez mil personas con servicios tales como mercados, tiendas de segunda mano, ayuda legal y un programa ambiental que les ayuda a adaptar hogares más seguros para los niños de East Harlem, en donde prevalece un alto índice de infecciones respiratorias y asma. (Foto de LSA)
La Hermana Suzanne escucha (antes de la pandemia) a las madres que asisten al curso de crianza de los niños que se imparte en el Servicio de Salud Familiar de LSA. En la actualidad, las clases de crianza realizadas a través de Zoom son muy populares, afirma la Hermana. «Las madres están ávidas de estar juntas y de escuchar a sus amigas y compañeras de clase para compartir experiencias, hacer preguntas y plantear sugerencias. Hace poco, una de las madres participó en la clase utilizando su teléfono celular mientras caminaba con su bebé de regreso a casa luego de asistir a una cita médica». (Foto de LSA)
Los lazos forjados antes de la pandemia permiten a la Hermana Suzanne y al equipo del Servicio de Salud Familiar de LSA –muchas de ellas inmigrantes– trabajar cómodamente en forma remota. De izquierda a derecha: Thangi García, Wendy Mejía, Hermana Suzanne, Yolanda Otero, María Ramírez y Elva Torres. Reada Bunin Edelstein, CEO de la agencia dice: «Las fundaciones que nos patrocinan no conocen a otra agencia en donde la gente se sienta tan segura y bienvenida como en la nuestra. El grado de confianza es inusual y esto es gracias a nuestro equipo y a personas como la Hermana Suzanne, quien es muy querida por la comunidad y es merecedora de toda su confianza». (Foto de Catherine Walsh)
Centro de Recursos Educativos para Adultos, CREA: Donde las personas pueden descubrir sus talentos y construir una vida mejor
La Hermana Suzanne platica con un grupo de alumnas del CREA que se encuentran estudiando para el examen de equivalencia de nivel secundario. Ella vio la necesidad de un centro de aprendizaje para adultos cuando se encontró con dos mujeres que lloraban desconsoladamente después de que las sacaron de una clase de inglés como segunda lengua (ESL, por sus siglas en inglés). «Ellas no sabían leer ni escribir en español y no pudieron seguir el ritmo», dice. Muchas de las estudiantes del CREA hablan lenguas indígenas como primer idioma; algunas nunca han estado en una escuela y vienen al CREA a alfabetizarse en español básico al tiempo que toman clases de ESL. El Centro está ofreciendo algunas clases en línea durante la pandemia. (Foto de Catherine Walsh)
Cuatro mujeres con una misión. María Guadalupe «Lupita» Martínez (izquierda), fundó en 2013 el Centro de Recursos Educativos, CREA, en conjunto con el Consulado de México en Nueva York. La Hermana Suzanne (centro), Dorothy Calvani (de pie) y Dava Weinstein (derecha), forman parte de la Mesa Directiva del CREA y trabajan estrechamente con Lupita para ayudar al Centro a ofrecer no solamente clases, sino también talleres de formación que van desde liderazgo y autoestima hasta cómo manejar un negocio. Durante la pandemia, este grupo de mujeres y demás miembros de la Mesa Directiva han estado en permanente contacto telefónico y se reúnen a través de Zoom. (Foto de Catherine Walsh)
Los grupos pequeños de clases y una comunidad unida son el sello distintivo del CREA. Aunque muchas de sus alumnas llegan huyendo de la pobreza y la violencia en sus países de origen, y se enfrentan a enormes desafíos en la ciudad de Nueva York, lo que siempre llama la atención es su entusiasmo por aprender. Una mujer de 57 años que de pequeña vendía leña con sus siete hermanos en lugar de ir a la escuela, dice: «Amo al CREA porque ahora puedo leer». Otra alumna, una abuela de sesenta años, afirma: «Ahora puedo ayudar a mis nietos con su tareas». (Foto de Catherine Walsh)
Compartiendo una sonrisa con una alumna. En su perfil de la Mesa Directiva del CREA, la Hermana Suzanne, de 82 años, llama a su ministerio con la población de East Harlem «la más preciosa parte de su vida». También señala que sus pasiones no solo incluyen la inmigración, el cambio climático y el racismo, sino también «cualquier espacio en el que haya injusticia, odio y devastación, cualquier espacio en el que las familias no puedan vivir su vida». En 2018, la Hermana organizó un evento de recaudación de fondos con motivo de sus 80 años y está muy agradecida con el apoyo financiero proporcionado al CREA por el Fondo del Ministerio de Noreste de las Hermanas de la Misericordia. (Foto de Catherine Walsh)
La alegría por un buen club de lectura. Antes de que el COVID-19 cerrara la ciudad de Nueva York, el Club de Lectura del CREA se reunió en la casa de la directora y presidenta de la Mesa Directiva, Paulina Concha (de pie en la fila de atrás). También estaba presente Lupita Martínez, fundadora del CREA (segunda fila, izquierda). El joven de gafas que aparece en esta fotografía (al centro de la fila de atrás) llegó al CREA sin hablar inglés y ahora se encuentra estudiando en College. Durante estos meses de pandemia, el Club de Lectura del CREA se ha seguido reuniendo en sesiones de Zoom. (Foto de CREA)
Cada uno de los casi 160 alumnos y alumnas del CREA, como es el caso de la mujer en primer plano de la fotografía, aprende por sí misma/o que sus nuevas habilidades le ayudarán a conseguir un mejor empleo, a ser mejor padre o madre, y a encontrar formas de contribuir a su comunidad. «Cuando los/las estudiantes vienen a CREA, no tienen idea de los talentos que poseen –dice la fundadora Lupita Martínez–. Es maravilloso verles crecer». Lupita, la Hermana Suzanne y otros miembros del equipo de amigos y amigas del CREA están convencidos que el «espíritu de América –en palabras de esta estudiante–, es ayudarnos mutuamente a alcanzar nuestro potencial y cumplir con los ideales de nuestra nación». (Foto de Catherine Walsh)
¡La alegría de alcanzar la meta! Esta fue la ceremonia de graduación en 2019 de estudiantes del CREA que demostraron competencia en los siguientes niveles: Elemental (grados 1-6), ciclo básico de secundaria (7-9) y equivalencia secundaria. La comunidad del CREA mira hacia el futuro, y espera que termine la pandemia para celebrar la graduación en persona. «Siempre hay muchísimas lágrimas en las ceremonias de grado –dice la Hermana Suzanne–. Las personas ven cuán lejos han podido llegar con el apoyo del CREA y saben que pueden seguir aprendiendo y creciendo».