Estudiantes de siete colegios y universidades de la Misericordia se encontraron del 31 de mayo al 3 de junio en Washington, D.C., para el Programa de la Misericordia de Abogacía por la Justicia en D.C. desarrollado por la Conferencia de la Misericordia para la Educación Superior (CMES) y el Equipo de Justicia del Instituto de las Hermanas de la Misericordia. Estudiantes, profesores y el personal se centraron en el asunto crítico de la Tierra. El Programa de la Misericordia de Abogacía por la Justicia en D.C. de 2022 tuvo tres objetivos principales: Conectar más profundamente a estudiantes con las tradiciones y valores de la Misericordia, particularmente a una preocupación central por la Tierra; equiparles para abogar por políticas justas en relación a la emergencia climática y al cuidado de las personas, comunidades y culturas vulnerables; brindar habilidades para encuentros en persona con personal legislativo del Congreso.
Por Amanda Ricci, estudiante, Universidad Georgian Court, Nueva Jersey
El decidir viajar a Washington D.C. y abogar por la política climática estaba mucho más allá de mi zona de comfort, pero fue el acto de fe que necesitaba. El involucrarme en capacitaciones de abogacía y poner en práctica las habilidades que aprendí, sin duda me provocó ansiedad, pero al final valió la pena. No solo encontré mi voz para abordar los asuntos ambientales, sino que aprendí a hacerlo a través de la lente de la Misericordia. Junto con las/os demás estudiantes enfocamos nuestra atención en la legislación ambiental que se centra en las comunidades más perjudicadas, que respeta los derechos humanos y la integridad de todos, y protege los ecosistemas.
Esto resonó en mí como futura trabajadora social y, particularmente, en mi deseo de desarrollar una sociedad equitativa y compasiva. Como estudiante de trabajo social en una universidad de la Misericordia, me siento llamada en la Misericordia a respetar el bienestar de nuestro planeta y todo lo que nos ofrece. Mi conexión con la Tierra, así como mi admiración por su diversidad, desempeñaron un papel integral en mi decisión de participar en un programa de justicia basado en la fe y que afronte el cambio climático. Aunque no sé mucho del campo de la ciencia, mi educación en el trabajo social me brindó un enfoque alternativo a nuestras visitas de cabildeo.
Junto con mis compañeras/os abordamos los impactos del cambio climático en las personas y comunidades con un nivel socioeconómico más bajo. En particular, discutimos los impactos futuros de la exposición a malas condiciones ambientales en los espacios habitables, y cómo las personas inmigrantes y la población sin hogar son más susceptibles a estos impactos. Me interesa el trabajo social y me siento llamada a la Misericordia todos los días, dispuesta a decir que sí a cualquier oportunidad de ser una voz y servir a las personas más necesitadas.
Una vez que mis compañeras/os y yo terminamos de dialogar nuestros asuntos con nuestros representantes estatales, inmediatamente me sentí inclinada a continuar la lucha por las soluciones ambientales tanto dentro como fuera de mi recinto universitario. Para vivir mis votos como hija de Dios y trabajadora social, no solo debo contribuir a la caridad, sino también luchar por la justicia, que prospera a través de nuestro trabajo de abogacía. A medida que continúo mi camino de abogacía, siempre recordaré esta primera visita para hacer cabildeo y cómo esto me enseñó personalmente la importancia de la misericordia trabajando con los asuntos críticos de las Hermanas de la Misericordia.