Por la Hermana Estela Gomez
Esta historia es la cuarta en unaserie sobre el caminar de las Hermanas de la Misericordia con la comunidad LGBTQ+.
«Centradas en Dios y en el Espíritu de Catalina McAuley, ¿qué conversaciones críticas y respuestas colectivas estamos invitadas a explorar ahora?»
Nosotras, Hermanas de la Misericordiaestamos reflexionando actualmente en esta pregunta al prepararnos para congregarnos en abril para nuestro próximo encuentro en que fijaremos nuestra dirección. En un encuentro similar en 2017, nosotras nos comprometimos a darnos a la educación y el diálogo sobre el tema de identidad de género y orientación sexual. La pregunta del Capítulo nos invita a profundizar cuáles son los desafíos en este sentido más allá de lo que ya venimos haciendo.
Siento que la realidad en los cambios sociales en la percepción de identidad de género y orientación sexual involucra nuestra vida y ministerios ya que se trata de comprometernos en luchas sociales por la igualdad de oportunidades, por mayor dignidad. Los movimientos sociales nos ayudan en discernimientos profundos en torno a rumbos en los cuales no puede estar ausente la Misericordia de Dios.
La deconstrucción de patrones internos de conducta, imágenes, normas ambiguas y contradictorias de naturalizaciones cotidianas, muchas veces racistas y sexistas, sin duda es un proceso lento a transitar por todas.
Podemos reconocer, desde la interrelación, la fuerza de la Ruah actuante en la identidad y sexualidad de cada ser humano, en los movimientos sociales que luchan por la dignidad, y al mismo tiempo que nos interpelan en nuestras maneras de vincularnos en relación a otras/os y sus vivencias de inclusión en nuestras instituciones y ministerios.
Estamos llamadas a acompañar a los que se sienten vulnerables a causa de expresar sus identidades y orientaciones sexuales. Me pregunto ¿Cómo vivimos con creatividad modos de integración, apertura en las estructuras de nuestros ministerios con respecto a esta realidad?
Una clave puede ser el escuchar empáticamente el dolor de tantas/os que sufren por lo que son, buscar integrar e incluir maneras nuevas de relaciones que nos desafían. Por eso es fundamental profundizar no solo en la educación sino en el proceso que tenemos que llevar adelante personal e institucionalmente para que la Misericordia esté actuante en esta realidad y sea un desafío para otras/os provocar esta inclusión en la Iglesia y en el mundo.
Todo ser es importante, lo más importante es el amor. La Misericordia es llamada a hacerse presente en estas realidades. Jesús y Catalina nos siguen invitando a reconocer la riqueza de la diversidad de identidades.