Por Carolyn Shalhoub, Asociada de la Misericordia
Esta historia es la tercera de una serie sobre el camino de las Hermanas de la Misericordia con la comunidad LGBTQ+.
En el año 2017, en una reunión internacional que marcó el rumbo, las Hermanas de la Misericordia se comprometieron con la educacióny el diálogo más profundo sobre la identidad de género y la orientación sexual. Qué visión de futuro tuvieron las hermanas al emprender este caminar particular. Catalina McAuley estaría orgullosa. De esta reunión surgió el grupo de trabajo de Orientación Sexual e Identidad de Género (OSIG). Fue revolucionario para la comunidad, así como para las personas que se presentaron a contar sus historias en los paneles de las distintas sesiones de OSIG celebradas desde el año 2019, incluida yo misma.
Varias hermanas dieron un paso adelante para contar sus historias en un libro, Surdovel, G., IHM, (2020) Love Tenderly: Sacred Stories of Lesbian and Queer Religious, New Ways Ministry. Muchas de las hermanas cuyas historias se incluyeron en el libro dieron entrevistas y presentaciones. Creo que fue una ocasión para que fueran apoyadas y sostenidas públicamente. Sé que la presentación que hice en un panel para una reunión regional de las Hermanas de la Misericordia hace unos años en Farmington, Michigan, fue un punto de inflexión para mí. Fue «mi salida a la luz» oficial. También participé en un panel en una de las reuniones de OSIG, que, debido al COVID, se celebró por Zoom. Cada vez me sentía más a gusto con lo que era.
Los programas de OSIG continuaron por Zoom, y las grabaciones de vídeo de estas sesiones, disponibles en la página OSIG del sitio web de las Hermanas de la Misericordia, mantuvieron el tema en primer plano. El grupo de trabajo laboró incansablemente para continuar en camino de la educación y el diálogo, avanzando en cada sesión sobre otros aspectos. Para mí, los diversos paneles y presentaciones mejoraron mi conocimiento personal como mujer católica lesbiana y, a partir del año 2019, Asociada de la Misericordia. Aquí encontré «iglesia».
Soy la vicepresidenta del capítulo de DignityUSA (Dignidad EE. UU.) en Detroit. Llegó en un momento increíblemente importante para mí, ya que la Arquidiócesis de Detroit había tomado varias medidas públicas para prohibirle el espacio católico a Dignity (Dignidad) y había prohibido a los sacerdotes presidir la liturgia con nosotras. Me siento como si ya no formara parte de la estructura institucional de la Iglesia, pero tengo gente en el capítulo de Dignity para pastorear. Como el COVID ha disminuido, celebramos la Misa dos veces al mes con unos cuantos sacerdotes valientes. Nos identificamos como católicos y LGBTQ+.
Recientemente, en Michigan, algunos obispos locales emitieron directrices sobre estudiantes transexuales u homosexuales en las escuelas católicas. El Obispo John Doerfler de la Diócesis de Marquette en la Península Superior publicó el documento «Created in the Image and Likeness of God: An Instruction on Some Aspects of the Pastoral Care of Persons with Same-Sex Attraction and Gender Dysphoria» (Creado a imagen y semejanza de Dios: Instrucción sobre algunos aspectos de la pastoral para personas con atracción hacia personas del mismo sexo y disforia de género) en el sitio web de la diócesis. Grupos nacionales como DignityUSA y Families with Dignity (Familias con dignidad) han respondido al Obispo Doerfler y a otras declaraciones erróneas, pero los funcionarios de la Iglesia parecen tener todas las cartas. Afortunadamente, este no es el caso en todas las diócesis.
Además de la educación y el diálogo continuos, las Hermanas de la Misericordia, Asociadas/os de la Misericordia y las Compañeras en Misericordia podrían considerar a continuación una acción específica, a la luz de cada uno de los Asuntos Críticos, comprometidas con el trato de las personas LGBTQ+ por parte de la Iglesia y la sociedad.
No confío en la estructura de la iglesia local para mi fe, aunque estudié en el seminario local y fui una voluntaria activa durante años en una vibrante parroquia local. Mi fe se alimenta como parte de la comunidad de la Misericordia. Estoy agradecida a las personas que he conocido en persona y por Zoom, especialmente a las hermanas que antes vivían en el Centro McAuley de Farmington, Michigan, y a mis amigas/os asociadas/os de la Misericordia de Michigan y del país. No sé exactamente a dónde me llevará este camino, pero confío en mis compañeros de viaje.