Por la Hermana Victoria Incrivaglia
De forma poética, el libro del Eclesiastés nos recuerda que «hay un tiempo señalado para todo». A medida que se acerca una nueva estación, vemos cómo se anticipa la que va a llegar mientras se va desvaneciendo la que está por terminar.
La fotografía que acompaña este texto es de una de las flores que produce el árbol de cornejo que se encuentra en nuestro jardín delantero. Con frecuencia me encuentro dirigiendo mi mirada y mi corazón hacia la belleza y el simbolismo que encarna este cornejo en flor.
En el proceso de renacimiento de este árbol, hay momentos en los que tanto las flores como las nuevas hojas aparecen al mismo tiempo; ambas presentes y las unas junto a las otras, pero anticipando un cambio que pronto se producirá. El compromiso de este proceso es un viaje.
Las flores del cornejo ofrecen numerosos y ricos símbolos como por ejemplo el renacimiento, la durabilidad y la capacidad de resistencia los diversos desafíos que nos pone la vida.
La primavera trajo consigo una alternancia de tiempo fresco y cálido, fuertes vientos y, a veces, feroces torrentes de lluvia. A través de todos estos cambios los pétalos han permanecido fieles, estando intrínsecamente firmes en su función. Esto es un indicador de que sólo al dejarse ir en el momento preciso significa que hay algo más por venir. El proceso ha repercutido en la belleza de la flor, o quizás le ha añadido fuerza y resistencia. Los pétalos han perdido parte de su brillo y la saturación de su color, desgarrados por el viento. Han aparecido marcas que reflejan que las flores están dando paso a nuevas hojas. La base del árbol, cubierta de pétalos caídos de color rosa se convierte en un velo que envuelve lo sagrado que hay en su interior.
La próxima reunión de las Hermanas de la Misericordia –Capítulo 2023, Explorar de nuevo la Misericordia– utiliza la imagen del compás como símbolo para orientar nuestra realidad y establecer la dirección de movernos hacia adelante. Nuestro avance dentro de este Instituto de la Misericordia se enfoca en la expresión de todas nuestras relaciones, en el enfrentar todos nuestros desafíos y complejidades, y las situaciones ordinarias de la vida. El poema «Para viajeros», de John O’Donahue, y esta foto del cornejo, reflejan el camino que forma parte de nuestra vida comunitaria.